UN ENCUENTRO TRASCENDENTE TRAS UNA SITUACIÓN EXCEPCIONAL

 

 Editorial de  “El Mundo” del 18/01/2005

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

El nuevo escenario político abierto por el acuerdo entre el presidente Zapatero y el líder del PP, Mariano Rajoy. ha levantado ampollas entre los partidos nacionalistas que desde el comienzo de la legislatura creían tener al Gobierno socialista en sus manos.

Para mayor evidencia, la entrevista que el presidente del Gobierno y el jefe de la oposición mantuvieron el pasado domingo con el Rey en La Zarzuela ha sido interpretada por algunas formaciones nacionalistas como una especie de rúbrica del jefe del Estado al entendimiento entre el PSOE y el PP, tras la disputa permanente que han mantenido desde las elecciones del 14-M.

Es cierto que el encuentro del Monarca con Zapatero y Rajoy tiene una gran trascendencia, ya que no existen precedentes, salvo que consideremos como tal la reunión que Don Juan Carlos mantuvo con los representantes de todos los partidos políticos españoles tras la intentona golpista del 23-F. Pero tampoco hay precedentes de la situación política que vive España.

Ningún grupo nacionalista había enviado al Parlamento un proyecto de cambio de Estatuto inconstitucional y que, en la práctica, busca la ruptura del País Vasco con el resto del Estado.

Es probable -casi seguro conociendo a los protagonistas- que ni el Rey, ni Zapatero ni Rajoy pretendieran divulgar la celebración de dicho encuentro. EL MUNDO publicó la noticia en exclusiva y una vez conocida, la entrevista a tres bandas se convirtió ayer en un elemento clave del análisis político.

El presidente del Parlamento vasco, que cada vez está más fuera de juego, arremetió contra el Rey por «dar su bendición al matrimonio contraído» (sic) entre Zapatero y Rajoy para «ir contra el plan Ibarretxe». Es curioso que estas críticas provengan del PNV, partido que ha acuñado la tesis de la unión de los distintos territorios en la Corona. También el portavoz del BNG acusó al jefe del Estado de «interferir» en el debate político trasladando una imagen de «excepcionalidad».

Las descalificaciones de los nacionalistas, como las críticas de IU, están completamente fuera de lugar, puesto que la actuación de Don Juan Carlos no sólo se ajusta escrupulosamente a la normalidad institucional en lo que se refiere al poder moderador que la Constitución atribuye a la Corona, sino que es coherente con el contenido de los discursos de Navidad y de la Pascua Militar.En ambas ocasiones, el Rey hizo una defensa de la Constitución como marco insustituible del juego democrático.

Lo único incoherente y extravagante es que sólo dos partidos políticos -eso sí, los mayoritarios- estén dispuestos a defender la estabilidad constitucional del país y que haya media docena de formaciones nacionalistas minoritarias que basen su acción política -en mayor o menor medida- en la destrucción de un sistema que es, precisamente, el que les permite lograr una representación parlamentaria capaz de ejercer como llave de la gobernabilidad.Por eso es tan importante el entendimiento entre los dos partidos mayoritarios.