ZAPATERO DEBE EXPLICAR AL PARLAMENTO SU REUNIÓN CON CAROD

 

 

 Editorial de  “El Mundo” del 12/02/2005

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 Cuando hace unos días trascendía la noticia de que Zapatero había mantenido un encuentro discreto, incluso secreto, con el presidente del PNV, Josu Jon Imaz, desde estas páginas no presentamos ninguna objeción. Consideramos correcto y «lo más natural del mundo» -para emplear los términos utilizados ayer por una visiblemente incómoda María Teresa Fernández de la Vega- que el presidente del Gobierno se reúna privadamente con personalidades de los ámbitos político, económico o mediático. El encuentro secreto con Carod-Rovira -que trascendía ayer- es sin embargo muy distinto.No porque sea Carod. Lo que lo convierte en excepcional y en motivo para exigir que Zapatero comparezca con urgencia ante el Parlamento para dar explicaciones es el contenido de su conversación.Porque aunque Carod lo haya desmentido todo indica -así lo reconoció la propia vicepresidenta del Gobierno- que hablaron del País Vasco. Más concretamente de ETA, como se encargó de precisar el viceportavoz de ERC, Joan Tardá.

Si así fuera, Zapatero habría cometido una grave irresponsabilidad y un error. Habría legitimado retroactivamente la infame reunión de Perpignan, que es el episodio por el que obligó a un reticente Pasqual Maragall a prescindir del líder de Esquerra Republicana como conseller en cap. Ello no sólo debilitaría su posición de cara a exigir a sus socios un comportamiento leal respecto a la política antiterrorista, sino que serviría de poderoso y peligroso aliciente para que tanto el propio Carod como otros autoproclamados intermediarios establezcan nuevos contactos con ETA. Y como prueba de ello están las palabras desafiantes de ayer de Tardá en el sentido de que Carod ya advirtió de que «si hace falta tener más conversaciones con ETA, las tendríamos», porque «estamos ante un conflicto político que hay que resolver políticamente».

Al mantenerles como socios políticos y recabar la ayuda de quienes interpretan el problema y la solución al terrorismo de esta manera -que además de fundamentalmente errónea es ofensiva para las víctimas-, Zapatero no hace más que alimentar las sospechas de que puede estar negociando de espaldas a la sociedad una salida para ETA. Máxime cuando tras su encuentro secreto con Carod -que tuvo lugar el 22 de enero- se ha mostrado optimista acerca de las posibilidades de acabar con el terrorismo, y ha ofrecido a los nacionalistas un «acuerdo histórico y definitivo» como vía intermedia entre la Constitución y la independencia que plantea el plan Ibarretxe, suscribe ETA, y secunda Esquerra desde y para Cataluña.

Pero lo que añade todavía más escarnio al temario de la reunión de Zapatero y Carod es el dato -que algunos prefieren obviar- de que sigue vigente la tregua que ETA decretó para Cataluña significativamente pocos días después de su cita con el entonces conseller en cap en Perpignan. En cambio, la banda terrorista no ha dejado de atentar en el resto de España. Desde entonces ha perpetrado casi 40 ataques, que han causado decenas de heridos, los últimos hace tan sólo dos días en Madrid.

Con ETA no hay nada que negociar hasta que no anuncie una tregua y dé muestras concretas de su disposición a abandonar las armas.Al convertir su talante en un fin en sí mismo, recurriendo a personas tan poco fiables como Carod en busca de información o incluso como interlocutor, Zapatero corre un riesgo muy serio: el de reanimar a ETA en lugar de acabar definitivamente con ella.