ZAPATERO DEFIENDE EN EL SENADO LO CONTRARIO DE LO QUE DICE EL ESTATUTO

 

  Editorial de   “El Mundo” del 08.11.05

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web

 

Zapatero pronunció ayer un discurso impecable en el Senado en el llamado debate sobre el estado de las autonomías. Defendió los principios de solidaridad y cohesión territorial, subrayó el papel del Estado como garante de la igualdad de todos los ciudadanos e hizo un convincente alegato sobre la conveniencia de un nuevo sistema de financiación para las comunidades pactado entre todos.

Lo sorprendente es que estos buenos principios chocan con la letra y el espíritu del Estatuto de Cataluña, que él mismo apostó por sacar adelante cuando estaba a punto de naufragar en el Parlament.

El Estatuto de Cataluña concede a las instituciones catalanas la capacidad de recaudar todos los impuestos, de establecer las leyes fiscales, de disponer de una agencia tributaria independiente y de determinar cuál debe ser su aportación por los servicios del Estado que recibe.

Pues bien, Zapatero propugnó ayer lo contrario. Señaló que no puede haber acuerdos bilaterales sobre financiación entre el Estado y una comunidad, que el nuevo sistema tiene que ser el fruto del consenso de las 17 autonomías en el seno del Consejo de Política Fiscal y que el Gobierno no puede renunciar a regular ni recaudar los impuestos de ámbito estatal.

La intervención de Zapatero fue expresamente apoyada por presidentes socialistas de comunidades como Chaves, Touriño, Areces y Barreda, que insistieron en la necesidad de un acuerdo multilateral con el mayor grado de consenso. En igual sentido, se manifestaron los del PP.

Si ello se traduce en la práctica, el Estatuto catalán habrá de ser reformado en el Congreso, suprimiendo la mayoría de los artículos del capítulo fiscal y dejándolo en una mera de declaración de principios, que es lo que al parecer pretende el Gobierno.Pasqual Maragall, que intervinó a continuación de Zapatero, eludió pronunciarse sobre este aspecto y se limitó a decir que le parecería bien que el Congreso estuviera en Toledo y el Senado en Zaragoza.He ahí de nuevo su rigor político en escena.

La segunda parte del discurso del presidente se centró en la reforma del Senado. Señaló que espera que el Consejo de Estado entregue su informe en enero y que luego el Gobierno promoverá la creación de una ponencia en la misma Cámara para elaborar las líneas maestras de esa reforma.

Sorprende, en primer lugar, que el Gobierno no haya pedido ni haya querido escuchar ningún informe jurídico sobre la constitucionalidad del Estatuto catalán y, en cambio, carezca de iniciativa para reformar el Senado y lo deje todo al albur del Consejo de Estado, que es un órgano meramente consultivo, y del consenso entre los partidos.

Pero lo más grave, como señaló Jaume Matas en un diario nacional el pasado domingo, es que el Gobierno pretenda abordar la reforma de la Cámara alta mientras se tramita en el Congreso el Estatuto catalán, que pone en solfa todos los principios por lo que abogó ayer Zapatero.

La gran contradicción del Ejecutivo es que no se pueden plantear estas reformas institucionales si antes no se tiene claro -o no se define- cual es el modelo de Estado al que se quiere llegar.Zapatero no ha contribuido a disipar esta incertidumbre. Puede que él sepa donde quiere ir, pero ya va siendo hora de que nos lo explique.