LA GRAN COALICIÓN

 

 La presión sobre el ministro José Montilla a raíz de las revelaciones sobre los 6,5 millones de euros condonados por La Caixa al PSC amenaza un pacto secreto con CiU para encaminar la política catalana hacia la gran coalición entre socialistas y nacionalistas moderados que muchos habían soñado. Un pacto secreto que habrían alcanzado Zapatero y Mas en la visita de este último a La Moncloa.

 

  Informe de Felix Martinez en “El Mundo” del 21.11.05

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Durante las semanas previas a las elecciones autonómicas del 16 de noviembre de 2003, quedó claro que la victoria del PSC sobre la agotada CiU, que concurría por primera vez a unos comicios catalanes sin Jordi Pujol como cabeza de cartel, iba a resultar mucho más difícil de lo que todos vaticinábamos y que, de producirse, iba a ser muy ajustada. Hacía meses que la Esquerra Republicana de Josep Lluís Carod-Rovira se había erigido en el gran árbitro de la política catalana, para preocupación de buena parte de los socialistas y de los sectores más acomodados de la sociedad civil. No es gratuito que el presidente de la patronal catalana, Fomento del Trabajo Nacional, Juan Rosell, lanzara días antes de la cita con las urnas una advertencia sobre la inestabilidad que generarían los republicanos en el Ejecutivo autonómico, fuera quien fuera el socio mayoritario.

 

No deja de ser llamativo que fuera la misma institución la que aportó 20 millones de pesetas de la época a las arcas de la Esquerra Republicana de Heribert Barrera en las primeras elecciones autonómicas, las de 1980. El plan de la patronal, abonado por buena parte de la gran burguesía de Barcelona era hacer todo lo que estuviera en su mano para que Jordi Pujol se convirtiera en president de la Generalitat. No porque comulgaran con su postulado nacionalista, sino porque la alternativa era que el PSUC, que había arrasado en las elecciones municipales celebradas menos de un año antes, se aliara con el PSC para crear un bastión de la izquierda radical.Lograron que Adolfo Suárez comisionara a Rafael Arias-Salgado para debilitar a Centristes de Catalunya, el referente catalán de la UCD, y el voto moderado pudiera ser atraído por CiU. La coalición nacionalista recibió, además, 40 millones de pesetas para afrontar su campaña electoral de un grupo de empresarios liderados por los presidentes de las patronales catalana y española, Alfredo Molinas y el desaparecido Carlos Ferrer Salat, res-pectivamente.

En 1980, los empresarios catalanes lograron su objetivo y Pujol ganó su primera presidencia de la Generalitat el 20 de marzo.La negativa de los socialistas catalanes a entrar en el primer Gobierno de Pujol les cerraría el paso a la Generalitat durante más de 23 años. Los empresarios que habían financiado la campaña electoral de CiU, sin embargo, habrían visto con buenos ojos un acuerdo entre los nacionalistas moderados y los socialistas, cuya llegada al poder en España era sólo una cuestión de tiempo.

Tanto es así que cuando, en 2003, el heredero de Molinas, Juan Rosell, advertía sobre los peligros que conllevaban los advenedizos de ERC, dejaba claro, por contra, que Fomento se iba a entender perfectamente con cualquiera de los dos grandes partidos catalanes, CiU y el PSC, que optaban a la presidencia de la Generalitat, o con la suma de ambos. La gran coalición, la suma de CiU y PSC, fue una posibilidad que presidió los días previos a aquellas elecciones y los posteriores. Aunque CiU ganó en escaños aquellos comicios, sólo podía gobernar con el apoyo del PSC o de ERC.Y ambos partidos entendieron acertadamente que la ciudadanía no les perdonaría que pactaran con el partido al que se habían comprometido a desalojar del poder tras 23 años y medio de hegemonía política.

Los errores cometidos por Carod, y la hostilidad que el resto de España dirige ahora a Cataluña como consecuencia de algunos de sus gestos públicos -con el inestimable apoyo de su principal aliado a la hora de alimentar el odio contra Cataluña, el PP de Mariano Rajoy- han convencido a aquellos que apostaron por la Gran Coalición de que estaban en lo cierto. El presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, ha dejado claro esta semana que tiene intención de presentarse a la reelección y a reeditar el pacto tripartito.

Si el PSC gana las elecciones con claridad, eso será lo que pasará en 2007. Pero, tras el papel determinante desempeñado por Artur Mas en la aprobación del Estatut en el Parlament de Catalunya, cobra fuerza la hipótesis de los que defienden la existencia de un pacto secreto entre José Luis Rodríguez Zapatero y el presidente de CiU. Un acuerdo que se habría sellado en La Moncloa en el último encuentro que ambos líderes mantuvieron días antes de que la cámara catalana aprobara la reforma estatutaria. ¿En qué consiste el pacto? En que el tripartito sólo tiene una opción más. Si Maragall gana las próximas elecciones autonómicas, podrá reeditar el Pacte del Tinell. Pero si es Mas quien se alza con la victoria, el PSC le dará su apoyo para que se convierta en presidente de un Govern de coalición en el que el cargo de conseller primer podría ser o para el actual titular de Economia, Antoni Castells, o para la hoy consellera de Interior, Montserrat Tura.

Pero el alcance de ese acuerdo va mucho más lejos. Pase lo que pase en 2007, en 2011, con Maragall ya fuera de la circulación y una ERC mucho más fuerte liderada de froma exclusiva por Joan Puigcercós, CiU y el PSC parecen haberse comprometido a brindarse apoyo mutuo gane quien gane las elecciones. Será presidente el candidato de la lista más votada, Mas en el caso de CiU y José Montilla en el caso del PSC. El derrotado, ocupará el cargo de conseller primer.

Pero, para eso, aún falta demasiado tiempo. Y, de momento, la crisis por los 6,5 millones de euros que La Caixa condonó al PSC en una negociación liderada por Montilla vierte más sombras que luces sobre ese acuerdo secreto entre Zapatero y Mas.