REFORMAR LA LEY ELECTORAL

 

  Editorial de  “El Mundo” del 12.11.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web. 

 

Tal vez nunca como en esta legislatura se haya evidenciado el desmesurado y escandaloso poder de los partidos nacionalistas para condicionar al Gobierno central. Es cierto que a ello ha contribuido mucho la actitud complaciente del presidente Zapatero, que ha buscado una alianza con todo tipo de nacionalismos para arrinconar al PP. Pero no es menos cierto que los dos grandes partidos nacionales están al albur de las minorías nacionalistas si no logran la mayoría suficiente para gobernar, y ello es debido a una Ley Electoral injusta y perjudicial para los intereses generales.

Un socialista tan coherente como Francisco Vázquez, desde la serenidad y distancia de la embajada en la Santa Sede, pone el dedo hoy en esa llaga en una entrevista para EL MUNDO. Vázquez aboga por «afrontar valientemente» una nueva Ley Electoral «que prime a las mayorías y que impida que queden sometidas a partidos con una pequeña representación». Es imposible no compartir el planteamiento del veterano socialista cuando dice que «no tiene sentido que el PNV tenga el número de diputados que tiene con 200.000 votos e Izquierda Unida, con más de un millón de votos, tenga menos importancia». El hecho de que IU, un partido nacional, esté en manos de sus organizaciones vasca y catalana acentúa aún más la sobrerrepresentación de los nacionalismos en el Parlamento. El disparate del Estatuto catalán es consecuencia directa de esta situación. La única forma de paliar las discrepancias entre el número de votos y los escaños obtenidos, y de que puedan surgir nuevas formaciones de ámbito nacional al modo del PSP o el CDS que enriquezcan el pluralismo, es una reforma de la Ley Electoral.

Este periódico, en sus 100 Propuestas para la Regeneración Democrática, ha propuesto elevar a 400 el número de diputados, y que 200 de ellos sean elegidos por un sistema de representación proporcional que contabilice los votos logrados en todo el territorio, y los restantes 200 mediante el sistema mayoritario a una vuelta por distrito. Ésta es una fórmula, aunque puede haber otras. La reforma sólo sería posible si el PSOE -hay muchos socialistas que opinan como Vázquez- y el PP se ponen de acuerdo. Las encuestas indican que ninguno de los dos grandes partidos logrará la mayoría absoluta en la próxima legislatura, por lo que están condenados a depender de nuevo de los nacionalistas. Tarde o temprano, PSOE y PP no tendrán más remedio que abordar la reforma de un sistema perjudicial para el orden constitucional que están obligados a defender.