UN GOBIERNO COLGADO

Artículo de Alejandro Muñoz-Alonso en “El Imparcial” del 04 de junio de 2010

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

No, no pretendo que cuelguen a los miembros (ni a las “miembras”) del Gobierno Zapatero, aunque, coloquial, que no literalmente, se podría decir que se han ganado a pulso que les cuelguen por su desastrosa gestión, que ha llevado a España a la peor situación en el último medio siglo. Me estaba refiriendo a la acepción inglesa de “colgado” (“hung”) que, en su uso político, alude a un Parlamento sin una mayoría suficiente para formar y sustentar un Gobierno. Es decir, una situación de incertidumbre política. Una situación que se dio allí después de las elecciones del pasado 6 de mayo, pero que Cameron y Clegg resolvieron rápidamente con la formación de una coalición, en una arrolladora muestra de madurez política, impensable en la España zapateril. El Gobierno español está colgado, y no sólo porque, hoy por hoy, ignoramos si dispone de una mayoría parlamentaria que le dé su confianza. Aunque hay que sospechar que no la tiene porque, en otro caso, ¿por qué no presenta la cuestión de confianza, que sería obligada en una situación como la presente? Es elemental la noción según la cual, en un régimen parlamentario como el nuestro, sólo es legítimo aquel Gobierno que goza de la confianza del Parlamento. Y como no lo sabemos, puede temerse fundadamente que este Gobierno carezca de legitimidad. Nada que, por otra parte, pueda sorprender pues, a estas alturas, es más que evidente que Zapatero y confianza son términos antitéticos: Nadie confía en él, no sólo en el Parlamento sino en la UE, en los temidos mercados y, según parece, ni en su mismo partido y hasta es posible que haya perdido la confianza de algunos miembros de su propio Gobierno.

Pero es que, además, a este Gobierno le acomodan todas las acepciones que el DRAE da de la palabra “colgado”: “Dicho de una persona: Burlada o frustrada en sus esperanzas y deseos// 2. Contingente, incierto//3. Anhelosamente pendiente o dependiente en grado sumo//4. coloq. Que se encuentra bajo los efectos de una droga”. Por todo ello (excluyo lo de las drogas…salvo la del poder), llego a la conclusión de que no hay otro término más adecuado para denominar a este Gobierno. Durante los últimos diez o doce días, el Gobierno ha mostrado todas sus incertidumbres, dependencias y contingencias. Se ha visto burlado y frustrado en los propósitos enunciados reiteradamente hasta hace bien poco (“No habrá recortes; nada afectará al crecimiento; el gasto social no se toca”). Se ha visto burlado y humillado fuera y dentro de España, hasta el punto de tener que someterse al estricto control de la Comisión Europa, del Ecofin y, muy especialmente de la canciller Merkel, que no está dispuesta a pasar ni una. Vamos, que Zapatero ha quedado “dependiente en grado sumo”, no sé si anhelosamente o no, pero, en todo caso, literalmente colgado. Todo ello aderezado por la avalancha de mentiras de los blancos y las pajines que no vacilan en acusar al PP de congelar las pensiones cuando es notorio que fue el primer Gobierno de Aznar el que llevó a las Cortes la ley que obligaba al aumento automático anual de las pensiones, según el IPC. Cuando la mentira se lleva a estos extremos es que se han perdido los mínimos éticos, exigibles a quienes desempeñan una función pública. Y cuando se utiliza la mentira con semejante desparpajo, se está ofendiendo y despreciando a los ciudadanos hasta unos límites inaceptables en una sociedad democrática y que no haya perdido la vergüenza.

No cabe duda de que el Presidente del Gobierno es el máximo responsable de esta abochornante situación, que nos ha puesto de nuevo en la cola de Europa. En Bruselas ya es una fórmula de estilo referirse a Grecia, España y Portugal, a veces se incluye también a Irlanda, como los lastres que impiden la recuperación de la UE y que ponen en serio peligro al euro. Pero las responsabilidades no pueden limitarse a Zapatero. Las democracias modernas son regímenes de equilibrio de poderes, de contrapesos, y si aparece un personaje tan nefasto como el que padecemos, siempre hay mecanismos para librarse de él. Antes nos referíamos al Reino Unido, cuna del régimen parlamentario y que, como hemos visto, sigue dando ejemplos de madurez. Comparar a Thatcher con Zapatero sería como comparar a un rascacielos con una choza, pero valdría la pena recordar que cuando “la dama de hierro” se quemó en su gestión como primer ministro, que había comenzado tan brillantemente, y su impopularidad fue en aumento, fue su propio partido, tras una votación de su grupo parlamentario en la Cámara de los Comunes, quien la obligó a dimitir. ¿Qué ha pasado aquí con un partido llamado PSOE, que presumía de vitalidad interna y de que admitía en su seno “sensibilidades” diferentes?

Los españoles no pueden hacer nada hasta que no se les convoque a unas elecciones. La oposición presenta propuestas en ambas Cámaras e incluso a veces consigue votos suficientes para que sean aprobadas, como la reiterada de que se supriman ministerios inútiles. Pero este Gobierno —cuyo Presidente dijo, más de una vez, que iba a hacer del Parlamento “el centro de la vida política”- se pasa literalmente por el arco de triunfo las mociones y proposiciones aprobadas en las Cámaras. Es el PSOE el que, ya hace tiempo, debía haber reaccionado ante esta situación, buscando una alternativa a este Presidente que parece un conductor suicida, transportando a todos los españoles en sentido contrario a cualquier lógica. Siempre por la izquierda. No me digan que no es como para que cuelguen… a estos “colgados”.Aunque sólo sea metafóricamente.