Artículo de Javier Orrico en su blog del 31-5-09
Por su interés
y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio
web
Mientras la derecha se distrae en las anécdotas, cae en los señuelos, divaga entre gripes y aviones, Zapatero sigue adelante con el proyecto que le ha guiado desde que fue elegido de chiripa secretario general del PSOE: adueñarse de las mentalidades, ponerlas al servicio del Partido-Estado, y refundar un nuevo capitalismo estatalizado con apariencia de democracia liberal, pero sustentado en los valores fundacionales del socialismo marxista: igualitarismo, resentimiento social como motor de la Historia, colectivismo, anulación del individuo y estatalización de la vida cotidiana, de las costumbres, de la moral.
Por
supuesto, adaptado a las formas de hoy –esa es su gran aportación-, vestido de
modernidad y tecnología, de una emancipación que no es otra cosa que la
sustitución del padre por el Padre-Estado, y alimentado por esa ola de
estupidez universal que se llama corrección política y por el viejo
anticristianismo de las revoluciones materialistas. Eso sí, y para que se vea
la capacidad de simulación del personaje, después de haberse casado por la
Iglesia.
Exactamente
el camino inverso al recorrido por Felipe González cuando abjuró del marxismo,
en aquel congreso que supuso la refundación de un PSOE que quería, en efecto,
la modernización de España antes que cualquier aventura revolucionaria.
Estamos, pues, como le pasó siempre al PSOE, ante dos socialismos distintos, el
moderno de Felipe,
y el premoderno revolucionario, travestido de
posmodernidad, de Zapatero. En silencio, pero implacablemente, ZP ha vuelto a refundar al PSOE,
deshaciéndose de cuantos representaban aquel proyecto socialdemócrata que
aceptaba el capitalismo, que sabía que la redistribución de la riqueza sólo
puede hacerse tras crearla, y que también ocupó el Estado como botín, pero al
menos no se metía en nuestras vidas ni aspiraba a reinaugurar el mundo.
Muy
significativamente, el único personaje rescatado de aquella época para las
actuales elecciones es Carmen Romero, la divorciada mujer de Felipe, la ‘emancipada’ y
espléndida esposa del patriarca otoñal, dinosaurio y reaccionario, según las
fórmulas zapateras, empezando por ser hombre, dado que la masculinidad es uno
de los valores a extinguir para quien, como Z, ha hecho del halago a las mujeres uno de los
trampolines de su poder. Refinada patada en los huevos a Felipe. Fíjense en que casi todos
los nuevos políticos que promueve y apadrina (ese sí, el apadrinamiento, es el
tic verdaderamente machista que termina por salirles a los feministas
blanqueados), Chacón, Bibianita, Pajín, la Mar Moreno que quería en Andalucía, son
‘políticas’.
Zapatero
está construyendo, así, un régimen combinado de populismo y socialismo ‘real’
para cuya implantación educa en la idea de que el Estado es la solución a
nuestros problemas. Los ciudadanos han de crecer confiando más en el Estado que
en sí mismos: esa es la idea central. La sociedad, edificada sobre la
depredación, es la culpable de la injusticia que nos conduce a un fracaso del
que no somos responsables, mientras que el Estado nos redime. Esa curiosa
dicotomía por la que los hombres espontáneamente asociados –la sociedad- sólo
producen injusticia, mientras que unidos en el Partido-Estado propician bondad
y felicidad es la que produjo algunos de los regímenes más espantosos de la
Historia, los comunistas, y permanece hoy en Cuba o en esa tiranía agónica que
es Corea del Norte.
Así
quizás entiendan la última medida del Gobierno, una de las más representativas
de la era zapatera: dar becas a los malos alumnos, premiar a los que no quieren
estudiar. Hace años que escribí que llegarían a pagar por permanecer en las
aulas. Resultaba previsible, pues no es más que la consecuencia lógica de una
educación que anula la responsabilidad individual para depositarla en la
sociedad, única culpable (así se refieren a ello, casi literalmente, las leyes
educativas vigentes), como decía antes, de que más de un treinta por ciento de
los muchachos de dieciséis años a los que se les han dado todas las
oportunidades del mundo abandonen un sistema que no les enseñó nada ni les
exigió aprender.
La
culpa no puede ser, jamás, de los pedagogos de izquierda que se han cargado el
sistema, sino de un mundo injusto que el Estado viene a rescatar. Lo que no ha
quedado claro es qué van a decirles a los alumnos de clase trabajadora o
inmigrantes que se hayan dejado el alma estudiando para mejorar sus vidas y ahora
se encuentren con que premian a Jonathancito, que se ha tocado las
pelotas durante diez años, gracias a lo cual le van a soplar 1350 euros a ver
si acaba algo, la criatura. Esto sí que es un ejemplo de superación y un estímulo
para la nueva economía tecnológico-biogenética del caballero zapatero.
Entretanto,
la derecha sigue siendo marxista. A la antigua, pero marxista. Sólo cree en la
economía, o sea, que mantiene una mentalidad de clase, de burguesía productiva
que piensa que la mejora y extensión de los medios de producción es el camino,
por la simple razón de que ese fue el origen de su ascenso social y de las
democracias liberales.
De lo
que no se han enterado aún es de Zapatero. De que la clave es quién controla esos medios de
producción, es decir, la mentalidad social, la ideología que impregna y
determina el modo de vivir y asegura su continuidad. Mientras el ‘nousocialisme’ ha ido extendiendo sus brazos a cada vez más
grupos sociales (por eso le interesa una sociedad desvertebrada, plurinacional,
multicultural, plurilingüística, donde se exalten las
diferencias que el Estado satisfará), multiplicando el subsidio y la
dependencia, la derecha, confusa y acobardada, huera de arrestos para defender
la idea del mundo y los valores liberales que trajeron la democracia y el
progreso, ha decidido esperar en silencio a que el Régimen caiga por
agotamiento. Dicen que gestionarán mejor, pero siguen sin decir qué sociedad es
la que quieren gestionar. Rajoy papelea, Zapatero crea. La derecha arregla, sanea y aplica lo que el
socialismo le va poniendo delante.
Por
eso Zapatero volverá
a ganar en 2012, incluso con más claridad, pues la crisis le habrá granjeado
aún más nichos de subvención, consolidando la imagen del PP como los dobermanes que vienen a quitarle a la gente sus paguicas. En un país donde la mentalidad barroca de la
España imperial, fertilizada por el socialismo, hace que un cincuenta por
ciento de los universitarios quiera ser funcionario. El plan Z.