Artículo
de Javier Orrico en su
blog del 5-10-09
Por su interés
y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio
web
“El paro se come el ‘efecto Plan E’”, titulaba El País en su edición digital del pasado viernes. La información completa producía escalofríos. Desciende imparable la afiliación a la Seguridad Social, lo que, de seguir así, pondría en peligro todo nuestro sistema de protección social. Exactamente eso en lo que el Gobierno dice que se está gastando el dinero. El nuestro. El mismo con el que los socialistas catalanes pagan informes para controlar a los periodistas, y saber quién es afecto y quién no, en lugar de leer los periódicos.
El
mismo dinero por el que Montilla cobra exactamente el doble que Zapatero. Las mismas perras, cuartos
o pelas que la subida del IVA, regionalizado para favorecer esencialmente a una
Cataluña que nos vende hasta las piolas, va a poner en manos del tripartito. A
la Andalucía chavista, de la que son uno de cada cuatro parados, se le mantiene
el PER, arma fundamental contra el paro. Contra la posibilidad de que acabe,
quiero decir. El caso de la fresa en Huelva, para la que se tendrán que traer
ochocientos moros, porque no hay un solo parado dispuesto a trabajar, causa
escándalo o bochorno. O risa.
Entretanto,
De la Vega comenta
los datos anteriores y sostiene que “el gobierno va en la buena dirección (…),
remontando poco a poco”. Es un consuelo saber que nos hundimos hacia arriba. De
eso habla el informe del Fondo Monetario Internacional, escoria capitalista,
que afirma que no vamos a levantar cabeza hasta 2014 y que la deuda nos dejará
otra vez en la cuneta de la Historia. Mientras los demás se recuperan, nosotros
remontamos hacia abajo. El premio Nobel de Economía de 2004, Edward
Prescott, dice que “Zapatero
hace todo lo contrario
de lo que debería”. Al coro se han sumado ya desde el valle de los caídos Jordi
Sevilla y Pedro
Solbes, que conocen
bien el paño, la piel del amo. ¿No son suficientes pruebas de una conspiración
contra Z?
Pero
el PZOE, ese partido refundado para gloria de Z, no se rinde. Sus huestes, las Chicas de la
Cruz Roja, viajan ya
las Españas transmitiendo el mensaje de la nueva economía, el reparto de
molinillos para que soplemos y colaboremos en la extensión de las energías
alternativas. Y las bobillas. ¡Oh!, perdón, un acto fallido, que decía Freud:
quise escribir “bombillas”.
Así lo
contaba el martes de la pasada semana La Opinión de Murcia, pág. 50, siguiendo a EFE. Según EFE, la
ministra Bibiana Aído, metáfora del buen uso de los fondos públicos, en una
reunión con jóvenes investigadores en Málaga “destacó el reto de la nueva Ley
de Economía Sostenible ‘porque hay que sentar unas bases diferentes para que
España tenga un nuevo patrón de crecimiento’(…) y añadió que impulsarán (…)
incentivos para la investigación, el desarrollo –tecnológico- y la innovación (I+D+i) y medidas para renovar el sistema productivo para
‘una sociedad más competitiva y más justa’ ”. Detengámonos un momento en esta
última afirmación, cepo irresuelto de la socialdemocracia, que Aído, pobretica mía, no aclara:
¿qué entiende el socialismo por justo?
Si es
dar a cada uno lo que se merece (la competitividad, irremediablemente,
desiguala, selecciona), entonces puede que alguna vez creen sociedades más
competitivas y justas. Pero si es, como hasta ahora, como en ese sistema
educativo que quieren maquillar sin reconocer por qué quieren maquillarlo, si
la justicia para ellos siguen siendo el PER y la ESO, todos iguales, trabajen o
no, todos en el mar de vodka igualitario y sindical con que el ‘socialismo
real’ envileció los países en los que se impuso, entonces no hay futuro. Todos
punkis, otra vez: no way out,
no futur.
Lo
fascinante, sin embargo, es el final de la información, en el que se atribuyen
a Aído palabras proféticas: “Sin el estímulo de la investigación
‘jamás’ –contundencia ministerial- se podrá salir de la crisis”. Siamo in accordo, signora. Sin estímulo jamás se saldrá de la crisis: sin el reconocimiento del
trabajo y el mérito que ustedes han extirpado de nuestra juventud, sin la
pasión por el saber. Sin la emulación de los mejores, y gobernados por los
mejores, y no por los/las/les/lis/lus que no le hacen
sombra al autócrata.
Confieso
que me reí leyendo a Aído, como casi siempre. Pero la
sonrisa se me heló, también como casi siempre, cuando cayó encima de mí la
realidad: un somero resumen de los presupuestos para 2010. ¿A qué no saben qué capítulo
es el que más baja? Acertaron. I+D+i. Hasta causar la
dimisión de uno de nuestros principales investigadores, Mariano Barbacid.
La
verdad es que ya no creo ni que sean mentirosos. El mentiroso tiene cierto
decoro al mentir, te considera digno de un mínimo de puesta en escena. Pero
estos no tienen recato. O nos toman por tontos o los tontos son ellos. Debe de
ser eso, que estamos ante un gobierno de tontos del haba (y tontas, no seamos
sexistas) que no se ponen de acuerdo ni para los embustes.
Lleva
razón Aído: con ellos no saldremos jamás. Para pillarlos no hay
ni que investigar.