PATATAS CON CHORIZO: LA REGENERACIÓN

 Artículo de Javier Orrico en su blog del 27-10-09

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web

El guiso de hoy no puede ser otro que las deliciosas patatas con chorizo a la riojana. A los aromas de pimiento gürtel, muy picadito, suspendidas sus filtraciones hasta que se aproximen las elecciones autonómicas, se han añadido esta última semana unas incesantes ristras de chorizos municipales, mayormente socialistas, solos o en compañía de otros, y un toque de sobrasada que podría usarse como novedad, siempre en cantidad mínima, tipo Unió Mallorquina, para darle al caldo una consistencia y un sabor inéditos. Luego están los chorizos catalanes, pero esos son de otra especie.

Allí los chorizos son patrióticos y se usan para la construcción nacional, con el apoyo del socialismo expañol y de los andaluces arrepentidos de serlo. Los andaluces tristes, como Montilla. Al mismo director general del F.C. Barcelona, Joan Oliver, al que han pillado espiando a sus vicepresidentes para tenerlos sujetos a posibles chantajes electorales, y que afirma que los españoles somos chorizos por el mero hecho de ser españoles, como ya conté en un post anterior, le acaban de subir el sueldo en premio a su trapacería. Es un patriota que ya ganaba 100 millones de pesetas al año y que ahora verá incrementado, en estos tiempos de prosperidad, su magro salario. Algo habrá que hacer. Veamos, pues, cómo tratar las patatas que habremos de añadir a la perola de la democracia española, por llamarla de alguna manera, antes de que los chorizos lo inficionen todo, hasta el cazo que los remueve.

Regenerar la Justicia. Desde que Alfonso Guerra exterminó a Montesquieu y, con él, la división de poderes, nuestra democracia es una ficción, pues ya no hay tres poderes (eran dos), sino uno solo, el Ejecutivo, el Gobierno, que lo maneja todo. A los jueces hay que exigirles decencia, pero no heroísmo, la sociedad debe armarlos, y hoy dependen para su ascenso y el progreso dentro de su carrera de los partidos políticos, es decir, de las mayorías parlamentarias. No pueden, por tanto, controlar en modo alguno a aquellos que los nombran. Hay que reconstruir un poder autónomo, vigilado por los otros dos -por supuesto, pues la judicatura es vitalicia y las alianzas y guerras corporativas, terribles-, y viceversa, pero en modo alguno dependiente de ellos.

El bochorno de un Tribunal Constitucional que no se pronuncia sobre el Estatut a la espera de obtener una votación favorable al Gobierno, es sólo la punta de un iceberg de complicidades. Precisamente, si el Estatut sale indemne, se forman consejos generales autonómicos y se disgrega la Justicia, los políticos regionales podrán campar a sus anchas con tribunales superiores a su medida.

A la Fiscalía, por último, hay que sacarla del Gobierno, o seguirá siendo el arma para perseguir a los adversarios y salvar a los propios. Esta No-Justicia es, además de una corrupción en sí misma, el caldo de todas las demás.

Volver a la enseñanza. Al hundimiento, ya un clamor, de la escuela primaria y la enseñanza media, acaba de unirse la conversión de la universidad en el reino definitivo de los pedagogos que arrasaron a las anteriores. Su confiscación del máster para enseñar en los institutos, unido al descenso de años de preparación que conlleva Bolonia, supone el descabello y la sustitución irreversible del conocimiento por la doctrina. Y los responsables universitarios lo saben. Es sólo una muestra más de la cobardía irresponsable que hoy es dueña de la vida española.

Hay, por tanto, que restaurar un sistema nacional de instrucción, que enseñe algo, y devolver el marco normativo y los programas, en su totalidad, al Estado, dejando en manos de las comunidades estrictamente su aplicación. Garantizar, igualmente, el derecho a usar la lengua española en todos los ámbitos del sistema, sin menoscabo del bilingüismo en los territorios con dos lenguas, pero en absoluto el monolingüismo catalán, vasco o gallego -hasta con un ministro, el vergonzoso Caamaño, vaya socialista español, manifestándose para exigirlo en Galicia-, que persiguen los nacionalistas como vía hacia la independencia.

Cambiar la Ley Electoral. Hay que expulsar a las sanguijuelas. El último espectáculo de los presupuestos, yo me llevo tanto, cuánto te llevas tú, y encima los insulto, se hace cada día más intolerable. Hay que ir a una doble vuelta o limitar el mínimo exigible para obtener representación. La falta de patriotismo de nuestros grandes partidos, agravada por la presencia de ZP al frente del PSOE, hace imposible cambiar este colonialismo de hecho a que nos tienen hoy sometidos los nacionalistas. España es hoy una versión ampliada de aquellas alianzas de ‘enanos’ que arruinaron al socialismo murciano con su incesante capacidad para la intriga.

Reformar el Senado y convertirlo en Cámara de las Regiones. Podemos llamarla de las Naciones, Feudos, Condados y Caseríos del Norte del Sahara. Recluir allí a los grupúsculos nacionalistas, mandarles traductores para que se entretengan con sus delirios plurinacionales, incorporar el bereber, que tanto preocupa a la misma Esquerra que persigue el español, y hacer senadores a Laporta, Gallardón y Zapatero. Imagínense la felicidad de España.

Realizar referendos de autodeterminación en cuantas regiones lo soliciten, bajo la condición de que si se quedan es en absoluta igualdad con el resto: ni fueros, ni hechos diferenciales, ni puntas de capullo. De lo contrario, separados y en paz.

Garantizar una financiación mínima y decente a todos los ayuntamientos de España, semejante a la autonómica y detraída de lo asignado a las comunidades autónomas, de modo que estas no puedan practicar el sectarismo, ni dedicarse a construir naciones con los dineros que no llegan a sus destinatarios últimos: los ciudadanos, municipales y espesos.

7º Realizado lo anterior, prohibir legalmente los convenios urbanísticos locales y las recalificaciones destempladas que han sido un foco esencial de corrupción.

Echar a Zapatero. Esta es condición previa a todas las demás. Si vuelve a ser elegido en 2012, entonces habrá que raparse la cabeza, ponerse un hábito raído y echarse al monte. Siempre que no haya declarado asimétricos los montes y se los haya vendido a la Esquerra o al PNV.