YO LO VI PRIMERO
Artículo de Javier Orrico en su blog
del 15-2-10
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web
Los españoles se desperezan. Somos otra vez, a los ojos del mundo, un cuchitril de siesta y moscas, pícaros y caínes que pasean orgullosos y ridículos su eterna decadencia. Desde todas las tribunas y periódicos se hacen sonar los despertadores, las alarmas, sobre la modorra hispana. La Luz Que Reza y Engaña Hasta Al Rezar sigue administrando ingentes dosis de morfina de izquierdas. Nos ha arruinado, pero nunca nos faltó una canción de cuna, una mentira ubicua, un guiñol de rencor y barbitúricos.
El
festín de la Transición, la entrada en Europa, los fondos Feder,
la venta de los solares y de una forma de vida que los aburridos calvinistas
envidiaban, la ha culminado él gastándose hasta las monedas de recuerdo. Ha vendido
los muebles, las cortinas y las fotos antiguas. Ha firmado, como Madame Bovary, pagarés a todos los usureros del mundo, contra los que esgrime
discursos ecológicos mientras les firma las letras que nos han convertido en
esclavos. Y todavía produce embustes a la velocidad de la luz, auténtico logro
de nuestro 3I+D+I y única patente que hemos facturado en estos años de
prodigio: la mentira sideral. Pero una tercera parte de los españoles está
dispuesta a seguir de su mano. Ni Elmer Gantry
en sus mejores días
logró tal perfección en la impostura.
Empieza
a haber deserciones, sin embargo. Los que tanto lo exaltaron braman hoy contra El
Loto Que Flota, La
Flor de Hiena. Algunos
propagandistas de la izquierda más conspicua apuntan a la defección y acusan al
Nieto De Un Solo Abuelo de no ser suficientemente de izquierdas. Los sindicatos han
mandado a sus figurantes a morirse en escena, a aletear arias de revuelta que
nunca llegan al tercer acto. Nadie se subleva contra sí mismo. Y además es
injusto: la política española nunca fue más de izquierdas. ¿Acaso no es propio
de la izquierda el reparto equitativo de la miseria, salvo para las castas
dirigentes, las nomenklaturas? ¿Hay algún país en
donde la izquierda real no haya dejado otra cosa que ruina?
Es de
una enorme ingratitud no reconocer la defenestración del capitalismo realizada
durante los años en que Zocoman nos ha guiado hacia la Vaciosfera, esa capa de la atmósfera donde flota el mundo
sostenible. Su política ha sido de una ortoxia
intachable: sectarismo y rencor, agitación y propaganda, cizaña y deuda, gasto
improductivo y dilapidación de lo ahorrado durante generaciones.
Lo
único que cabría reprocharle es la lentitud con la que ha sustituido el
capitalismo por la nada. La destrucción de nuestra economía está casi acabada,
pero aún quedan resistencias, nichos reaccionarios que aguantan, empresas de
derecha extrema que luchan por sobrevivir en las catacumbas a que los bancos
amigos del socialismo las han reducido. Hasta la Leal Sinposición
colabora desesperando a Manuel Pizarro, el último hombre vivo. Pronto no quedará nadie.
Pero
no me vengáis ahora con milongas todos los aduladores del Gran Fariseo, todos
los alabanciosos que elevasteis loas y cantasteis la gloria del Señor de
los Membrillos,
mientras expulsabais a las tinieblas a quienes nos atrevíamos a señalar la
estafa (V. "Zetapaña. Naciones para todos.") . Hoy, los instalados políticamente correctos y
los radicales-lamé, que mañana, si no ya, estarán
comiendo en las manos de los populares, se quejan amargos contra la Traición de
Zapatustra y lamentan sus pérdidas en bolsa y los áticos sin
vender. Incluso la Monarquía pide un pacto cuando huele a Cartagena, tras haber
estado bien calladita mientras le crecían las naciones o echaban de la
democracia, con el Pacto del Tinell, a la media
España a la que ahora reclama auxilio.
La
última ha sido blindar el Concierto Vasco, que habría de ser lo primero que se
derogara en un verdadero Acuerdo de Salvación Nacional: eliminar los
privilegios, indicarle a Cataluña (hasta el carota de Carod acaba de salir a pedir
¡sentido de Estado!, él que no piensa en otra cosa que en cargárselo, te jiñas)
el camino de la cordura o de la puerta, acabar con el pesebre inmenso.
Hay
que reconocer, por demás, que como espectáculo resulta impagable. Esta misma
semana su Secretario de Economía, José Manuel Campa, se paseaba entre los
financieros de la France (esa a la que íbamos a superar hace poco)
ofreciéndoles garantías de ¡sol y playa!, con un par, después de haber
demonizado y hundido el desarrollo turístico. Y hasta los chiringuitos.
Escribí
desde el principio, y casi me tuve que exiliar, que era la reeencarnación
de Fernando VII,
que nos dejaría incendiado el siglo como lo dejó el Felón, que desmigajaría
España y nos arruinaría. Y todo, para perpetuarse. Había algo de lagarto en él,
algo viscoso bajo la máscara de mosquica-muerta, una
ambición de predador que le saltaba a esos ojos de arribista bajo la miel. Así
que, ¡hale!, ahora a tragar con quien tanto elogiasteis. Dos añicos más y ya no
sufriremos. No habrá dónde.