EL NAUTILUS NAVEGA EN SILENCIO

Artículo de Aurora Pavón  en “Republica.es” del 21 de junio de 2010

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

“Atención, tripulación, navegamos en silencio”. Esta es la consigna que emana del puente de mando del “Nautilus” del PP siguiendo las instrucciones que le había dado Julio Verne en sus fantásticas “Veinte mil leguas de viaje submarino”. Ahora quien juega a  “La Caza del Octubre Rojo” de Zapatero es el astuto y parsimonioso Mariano Rajoy, que se mantiene en sus trece y no piensa darle la mano a Zapatero aunque se ahogue, y si se ahoga mejor. Porque en el PP y en los despachos de las finanzas del poder aún no se ha descartado el hundimiento financiero del buque español. Ese crucero de amor y lujo donde los españoles disfrutaban de una travesía de placer y despilfarro sin saber que el enloquecido capitán había puesto un rumbo de colisión, tras haber negado, como negó la crisis hasta que cantó el gallo al amanecer, la existencia de vías de agua y de peligrosos obstáculos en su carta de navegación.

Como escribió Lenin: “¿Qué hacer?” Esa es la cuestión que invade el palacio de la Moncloa en la larga espera de la crisis del gobierno, mientras se eterniza la maldita presidencia de la UE y crece la incertidumbre en el vaivén de los mercados por la falta de liquidez de estos bancos tan bonitos que sacan las mejores notas en los exámenes de la vieja Europa, pero que están tiesos como la mojama y que el día menos pensado nos montan un corralito a la española como el de Argentina. El gobierno está asustado y moribundo y al presidente no le llega la camisa al cuello mientras Felipe González convertido en el psiquiatra de la Moncloa se ocupa de él, y el aparato de propaganda del gobierno ordena a las cadenas de televisión de que emitan mucho circo, el fútbol, la telebasura y bodas reales, porque hay que ganar tiempo al tiempo por lo que pudiera pasar.

Y allá van, en los difíciles momentos que corren, las princesas coronadas con diademas y tiaras de brillantes paseando por las azules alfombras de Estocolmo en la boda de la heredera del trono de Suecia, la princesa Victoria. La hermosa vikinga que la nobleza española había soñado casar con nuestro Príncipe de Asturias, don Felipe de Borbón, pero eso no pudo ser. El pérfido Cupido se dedicó a disparar flechas a voleo desde las almenas de palacio, enlazando corazones bien dispares y provocando revuelos como los que ya se han visto en otras Cortes coronadas, empezando por el inacabable culebrón de Backingham Palace.

Ahora bien, es mejor que el pueblo, que está desesperado con la crisis y ansioso de cortarle el pescuezo al primer poderoso que se ponga a su alcance, se distraiga con estos desfiles de amor y lujo y persiga con pasión los arabescos que hace en el aire el caprichoso balón del mundial de Suráfrica, donde la Selección española está viviendo su semana de pasión. Hoy “La Roja” se juega su permanencia en el campeonato, o su regreso a España arrastrando en sus maletas el oprobio y una enorme decepción como la que ha producido, frente a todo pronóstico, su mal comienzo frente a la infranqueable Guardia Suiza, mientras el pasmado Casillas tonteaba con su media naranja y le colaban un gol.

Se nos va a hacer muy largo el camino que conduce hasta el mar de las vacaciones del verano y esto de las bodas reales y de los partidos de futbol, y Wimbledon, y el Tour, nos puede ayudar. Pero cada vez que miramos al cielo protector vemos sobre nuestra cabeza la afilada espada de Damocles que pende sobre la estabilidad económica del territorio español y no sabemos si el hilo que la sustenta es una crin de Babieca, el filamento de una tela de araña –que resiste más que el acero- o simplemente un cabello rubio de una princesa azul de estas que circulan por la prensa del corazón.

El presidente Zapatero está asustado y va a tirar a su gobierno por la ventana de la Moncloa, y aquí incluida la vicepresidenta De la Vega con su espantoso y enfermizo fondo de armario de Barbie de la tercera edad. El presidente suelta lastre y sus ministros gritan y culpan a Rajoy de todo lo que hace mal el gobierno y de no quererles echar una mano, mientras la tripulación del PP navega en silencio y sin ni siquiera pestañear para no ser detectada por el sonar.

La reforma del mercado laboral –como el decretazo del déficit- la pagarán a escote Zapatero y su comparsa catalán, Durán Lleida, que algo se llevará porque estos cobran hasta por respirar. Luego vendrá la foto del G-20 y ya veremos si la crisis del gobierno antes o después del debate sobre el estado de la nación. Mientras tanto, el Nautilus del PP sigue en silencio aunque acaba de subir el periscopio a la superficie para echar una ojeada a la situación, y cree que el Octubre Rojo, que va dejando tras de sí un reguero inconfundible de gasoil que mana de su herida, no tiene solución. Sin embargo, la caza no ha terminado y el que ría el último será el triunfador.