EL MOTÍN EN LA GRANJA DEL PP

Artículo de Aurora Pavón  en “Republica.es” del 19 de julio de 2010

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Por el cielo de Madrid todavía resuenan los claros clarines de la “Marcha Triunfal” que abría el cortejo de los paladines y Campeones del Mundo en Suráfrica, exhibiendo “la gloria solemne de sus estandartes/ llevados por manos robustas de heroicos atletas”. Y sepultando con tan sublime proeza y millones de vivas a España y españolas banderas, la manifestación independentista catalana y sus señeras. Como ahogados y perdidos en el aire quedaron en el debate parlamentario de la nación los discursos inanes de los malos tribunos que nos gobiernan y los silencios calculados de la oposición que, como dice la canción popular de la Reina María Cristina, “nos quiere gobernar”. Un Zapatero fracasado que pretende escapar a su destino fatal, y un Rajoy acobardado que piensa llegar al poder de tapadillo y sin tocar el tambor.

Aunque ayer el líder del PP se desmadró y con esfuerzo supremo que casi le provoca un infarto a se atrevió, por fin, a entrar en el debate sobre la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el estatuto de Cataluña y ante el asombro de propios y extraños Rajoy dijo: “Zapatero juega con el Estado como si se tratara de un mecano”. Semejante proeza de don Mariano, unida a su discurso de la nada en el pasado debate sobre el estado de la nación, ha causado asombro en las cancillerías de toda Europa. Sarkozy y Merkel han llegado a decir: “he aquí el hombre que necesitamos para el triunvirato”.

Lo más asombroso de Rajoy es su autocomplacencia. Dicen que tiene colgados en la pared de su despacho todos los recortes de prensa con las encuestas electorales que le dan vencedor en 2012. También se ha instalado un espejo para admirar su portentosa capacidad, y en un cuaderno rojo –Aznar lo tenía azul- tiene tachada la lista de otros dirigentes políticos del PP que ha ido eliminando, uno a uno, con desprecio y maldad, lo que le produce una especial satisfacción y regodeo, próxima al éxtasis porque estas “defunciones” o “crímenes” políticos la atribuye a su suprema inteligencia y habilidad.

Perdidos entre tantos e importantes acontecimientos y a mitad de camino entre la cruda realidad y la ficción no supimos apreciar con certeza, el sueño o la cita que hace pocos días se dieron en La Granja, al pie de Navacerrada y bien cerca de Madrid (y de los cursos de veranos de FAES y Aznar), destacados dirigentes del PP que a lo largo de los últimos años han sido sus víctimas o adversarios de Rajoy. Eso era, quizás, lo único que unía a los fantasmas allí presentes que presumen de liberales, cristianos y conservadores en sus correrías fantasmales por los salones y jardines del Real Sitio de La Granja de San Ildefonso. Un extraño suceso sobre el que convendría reflexionar.

El lugar ya era llamativo de por sí porque en esa hermosa villa palaciega y de verano ya ocurrieron famosos episodios que en la Historia de España están. Desde los llamados “sucesos de La Granja” donde los carlistas consiguieron que Fernando VII no cediera los derechos del trono durante un tiempo a la que luego fue Isabel II. Un intento fallido que duro bien poco y que acabó en la primera guerra carlista porque el Rey impuso a la Reina María Cristina como regente y a Isabel II como su heredera. Aunque lo de María Cristina acabó mal porque los sargentos de la Guardia de Corps del palacio de verano en el llamado “Motín de La Granja” la pillaron con su amante, la secuestraron  y la obligaron a restituir “La Pepa”, la Constitución de 1812, tan querida por el inocente pueblo español. O sea que La Granja tiene fama y tradición para la sedición, amén de un significado campestre que le permitió a Orwell escribir su “Rebelión en la granja” donde los animales domésticos acaban sublevándose contra los hombres en pos de su liberación para acabar construyendo su propia dictadura, a imagen y semejanza de los humanos (en este caso comunistas).

La cosa de la extraña coincidencia de dirigentes del PP en La Granja no llega a tanto ni a tan importantes acontecimientos, pero tiene un aire conspirador y una explicación, porque don Mariano Rajoy ha convertido su partido en un pazo familiar controlado por su guardia pretoriana de “las cuatro reinas” –Cospedal, Soraya, Mato y Pastor-, Arenas, que es el guardián del harén, y Arriola el verdadero dueño y señor del partido, como se  apreció en las instrucciones que daba por SMS a Rajoy durante el debate de la nación.

¿Qué hacían el fin de semana en los jardines del Palacio de La Granja y admirando las fuentes doradas de Andrómeda y Apolo tres notorios gerifaltes de antaño del PP tales como Zaplana, Acebes y Cayetana, ese extraño “menage a trois” de la legislatura pasada? Y ¿Por qué miraban con tanto asombro, un poco más allá, la hermosa Cascada de Anfítride otros de distinta cuerda como Mayor Oreja, María San Gil e Iturgaiz? O ¿de qué se reían junto al espectacular carro de Neptuno Esperanza Aguirre, Francisco Álvarez Cascos y Manolo Pizarro? Qué extraña coincidencia y excursión de dirigentes del PP todos ellos maltratados por Rajoy, y todos ellos alojados en el nuevo Parador de la villa. Y ¿qué hacían ese mismo día en la Real Fábrica de Cristales de La Granja, otra obra de Felipe V como el Palacio, tres conocidos “sargentos” del PP como Aragonés, Elorriaga y J. Costa, todos ellos también con reserva de habitaciones y de una sala de reuniones en el citado Parador?

El servicio de contra vigilancia policial que controla la residencia que la vicepresidenta del gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, tiene en La Granja fue el primero en detectar la asombrosa coincidencia de los dirigentes del PP que cenaron en el Parador y luego se reunieron hasta bien entrada la noche en una sala de trabajo. ¿Para hablar de qué? No hacen falta los dones de la Sibila para imaginar que semejante colectivo no estaba en ese salón para celebrar el mundial de fútbol o presunto triunfo de Rajoy en el debate de la nación, al que el CIS le acaba de echar un jarro de agua helada diciendo que lo ganó Zapatero.

Si fuéramos adivinos podríamos deducir que en las conversaciones y en el plenario de la reunión de los “amotinados” se pudieron escuchar frases como estas: “a Rajoy se le han subido las encuestas a la cabeza y no ganará en 2012”; Arriola es el que manda en el PP”; “no vamos a dejar que nos maltrate ni que nos entierre políticamente con todo lo que nos debe”; “si esto sigue así acudiéremos juntos o por separado a la opinión pública y a los medios porque el PP no se puede callar ante el desafío a la Constitución de Montilla y el independentismo catalán”; “no podemos consentir lo que se está haciendo con Camps, Gürtel todavía puede ser archivado por las escuchas ilegales de Garzón”; “el PP tiene que presentar su plan contra la crisis económica”; “podríamos constituir una corriente política en el seno del PP, nos seguirían muchos diputados y dirigentes regionales”; “Rajoy es capaz de pactar con Mas sobre la legalización del estatuto y con Urkullu otra negociación con ETA”; “¡deberíamos crear el partido liberal!; “El Mundo, La Gaceta, Telemadrid, Intereconomía y Esradio, nos apoyarán ”. Etcétera.

El maltrato y la liquidación por Rajoy de la candidatura de Álvarez Cascos en Asturias fue la gota que derramó el vaso de la indignación y fue la señal para la cita secreta en La Granja de los presuntos amotinados del PP. Pero ¿era la primera? O ¿acordaron alguna otra reunión en el mes de agosto? Y otra cuestión: ¿Quién era el hombre más bien bajito que llegó entrada la noche al Parador, camuflado con una larga bufanda que le llegaba a los pies y que provocó murmullos de entusiasmo cuando entró en la sala de la reunión? Imagínenselo. Pero esa no es la cuestión. La cuestión está en saber: ¿a cuento de qué ese reguero de cadáveres “amigos” a manos de quien debería usar con generosidad el poder que le fue otorgado por el simple dedo de Aznar, a pesar de que luego lo convalidó en el congreso de Valencia? O ¿Qué pueden hacer los muertos vivientes de La Granja? Poco o más bien poco pero no hay enemigo pequeño y el más cercano, amigo o familiar suele ser el peor y eso a más de uno le debería invitar a una serena reflexión. ¿Acaso no fue eso lo que dijo el señor bajito de la bufanda larga que llegó entrada la noche en el Parador? Puede que sí, puede que no.