EL ENTREGUISMO DE ZAPATERO

 

 Artículo de Stanley G. Payne en “El Mundo” del 27.03.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

 

La única sorpresa en el anuncio de un «alto el fuego permanente» de ETA ha sido el momento concreto elegido. Se llevaba esperando algo similar desde hacía mucho tiempo, pero nadie tenía ni idea de cuándo se iba a producir con exactitud. Es producto de negociaciones muy prolongadas entre bastidores, de corte similar a otras celebradas con anterioridad aunque siempre sin ese efecto del concepto «permanente». La «tregua indefinida» de 1998 quedó, a la postre, «limitada» a menos de 15 meses, que siriveron para que la organización terrorista volviera a coger aire para reorganizarse y volver a la acción.

Es importante recordar cuál era la situación hace un par de años, en el momento de las elecciones que dieron el triunfo al PSOE. ETA se encontraba arrinconada, con su brazo político (Batasuna) declarado ilegal y fuera de la circulación, con sus fuentes de financiación reducidas prácticamente al mínimo, con su nivel de reclutamiento en franca decadencia; en suma, en su momento más bajo desde que comenzó a matar, en la década de los 60.

¿Cuál es la situación después de dos años de gobierno de Zapatero? El movimiento terrorista ha sido capaz de reorganizarse y de recomponer parcialmente su brazo político bajo un nombre diferente al tiempo que está reconstruyendo sus apoyos, financieros y de otro tipo, en el País Vasco. La presión policial que había empujado a ETA al abismo se ha relajado y la organización ha sido capaz de mantener negociaciones con el Gobierno, que la han llevado a creer que va a estar en condiciones de lograr sus objetivos fundamentales por medios políticos.

¿Cuáles son exactamente esos objetivos? ¿Qué es lo más probable que vaya a suceder a partir de ahora? El Estatuto catalán no ha sido ni más ni menos que el primer paso, dentro del programa del Gobierno de Zapatero, hacia la demolición de la estructura actual de la Constitución y las instituciones de gobierno españolas.Lo que vendrá a continuación será la fase vasca. El primer paso será la legalización de Batasuna, que puede esperarse que se produzca más pronto que tarde. Esta medida estará precedida o seguida indistintamente de un plan de excarcelación de presos, para lo que se encontrarán algunas excusas o justificaciones convenientes. La excarcelación puede llevarse a cabo bien por fases o bien por categorías, y los presos serán encomendados a terceros, por así decirlo, quizás al asilo de países hispanoamericanos.A continuación se diseñará la nueva versión del Estatuto vasco.

¿Qué forma adoptara este Estatuto? Es excesivamente pronto para aventurarlo. Zapatero hará algunas concesiones básicas al mismo tiempo que tratará de minimizar el alcance de las exigencias vascas, muy en la línea del ejemplo catalán. El proceso puede avanzar por etapas, empezando por un nuevo estatuto que reconozca al País Vasco un cierto carácter de «nación», con un alcance parecidamente limitado, acompañado de nuevas negociaciones secretas que prometan considerar la cuestión de un plebiscito de «autodeterminación» una vez que los socialistas ganen las elecciones de 2008.

El objetivo es presentar un Gobierno elegido por el terrorismo internacional como el que ha resuelto el problema del terrorismo nacional y merecedor, por tanto, de la reelección, cualquiera que sea el precio.

Puesto que el socialismo español no cuenta con una mayoría natural, para el Gobierno de Zapatero ha sido de capital importancia ganarse el apoyo de los nacionalistas catalanes y vascos a fin de conservar el poder. Podrá parecer nefasto desde el punto de vista del patriotismo español, pero tiene todo el sentido del mundo desde la posición ideológica del Gobierno de Zapatero, que es en una medida muy considerable la de esa religión política conocida como «la corrección política multicultural», la cual tiene como objetivo desmontar la cultura, la sociedad tradicional y la superestructura en la que ésta se han organizado históricamente. Esta sociedad está en vías de ser reemplazada por una sociedad fragmentada y atomizada, totalmente laica y relativista y, en consecuencia, más fácil de manipular políticamente.

¿Es posible que incluso alguien tan oportunista y falto de escrúpulos como Zapatero colabore con el nacionalismo vasco sin estrellarse? A largo plazo, dependerá exclusivamente de su grado de entreguismo.Durante la Guerra Civil, el Gobierno de la República concedió al PNV un generoso Estatuto de autonomía que acto seguido fue transformado por el partido nacionalista en una declaración de independencia a efectos prácticos. El Gobierno vasco traicionó sistemáticamente a sus aliados republicanos, negoció tanto con Mussolini como con Franco al mismo tiempo que perturbaba las operaciones militares de la República y terminó por presentar una rendición unilateral. Durante la última parte de la guerra, el PNV negoció activamente con París y Londres con el objetivo de conseguir la partición de España.

Posteriormente, a raíz de la caída de Francia, el dirigente vasco José Antonio de Aguirre puso sus ojos en la Alemania nazi como el protector más deseable. Buena parte del año 1941 la pasó en Berlín, pero no fue capaz de conseguir una audiencia con Hitler.Poco después, el PNV volvió su mirada hacia Washington y colaboró de manera muy activa con las operaciones del espionaje norteamericano en Francia, España y América Latina. En un determinado momento, el PNV falsificó información sobre movimientos de barcos españoles para que pareciera que Franco estaba a punto de entrar en guerra contra Estados Unidos. Su propósito era provocar un estado de guerra entre Washington y Madrid que, una vez más, condujera al final, según confiaba, a la partición de España. Afortunadamente, la embajada de Estados Unidos fue capaz de aclarar rápidamente la situación y de demostrar que no había prueba alguna de que Franco estuviera pensando en entrar en la guerra.

Durante 70 años, los nacionalistas vascos han traicionado constantemente a todos sus grandes aliados e interlocutores. Es posible que no haya en el mundo ninguna otra fuerza política que tan sistemáticamente haya exhibido tal grado de deslealtad y de espíritu traicionero durante un periodo tan prolongado de tiempo.

¿Por qué va a tener éxito Zapatero allí donde se han estrellado todos sus predecesores? En su condición de político de toda la vida que jamás ha ejercido ninguna profesión productiva, considera que en la vida todo consiste en una especie de manipulación política y está convencido de que ha adquirido una habilidad sin par en esta materia, aunque probablemente se haya formado una opinión excesivamente elevada de su talento. Lo que es más probable que ocurra, como se ha indicado antes, es que conceda enseguida las exigencias de menor calado de ETA al mismo tiempo que tratará de espaciar y de aguar las exigencias de mayor trascendencia de la organización terrorista y del PNV. Las negociaciones políticas fundamentales avanzarán, sin duda alguna, en la especificación de una serie de etapas, lo cual supondrá dar concesiones políticas importantes de constitucionalidad dudosa, aunque Zapatero parece seguro de poder mantener a todo el mundo unido en alguna especie de alianza o acuerdo de carácter político, por grande que sea el precio.

¿Va a durar esta tregua de ETA más que la anterior? Dependerá en último término de lo lejos que el Gobierno español esté dispuesto a llegar. Al mismo tiempo, desde el 11 de marzo de 2004 el terrorismo ha entrado en España en una nueva dimensión que ha hecho más difícil, incluso para ETA, justificar ese tipo de acciones. A la vista de este ambiente y de la debilidad a la que se vio reducida a principios de ese año, la política de negociaciones y concesiones de Zapatero les ha llegado que ni caída del cielo.

El Gobierno se ha colocado él solito en una resbaladiza pendiente por la que va a tener que continuar descendiendo si su intención es la de que se siga manteniendo la tregua. Quizá haya límites incluso para lo lejos que Zapatero esté dispuesto a llegar, pero, a corto plazo, el escenario está ya preparado para una serie de concesiones desoladoras. El Gobierno elegido por el terrorismo internacional está dispuesto en estos momentos a conceder una cierta forma de victoria a los objetivos políticos del terrorismo interno. Parece que aquí la línea directriz es la de la paz al precio que sea, aunque el precio que se pague es probable que resulte ser enorme.

Stanley G. Payne es historiador y autor de El Colapso de la República (La Esfera de los Libros, 2005).