TRAMPA PARA INCAUTOS

 

 Artículo de Benigno PENDÁS  en  “ABC” del 04/05/05

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

 

Más allá de los prejuicios, Estados Unidos vive con medio siglo largo de adelanto sobre nuestra Europa de apariencia progresista y postmoderna. Vamos a comprobarlo. En 1949, el sociólogo David Riesman publicó un libro de título atractivo: «La muchedumbre solitaria». Existe una vieja clase media, explica, anclada ya en la segunda o la tercera generación, que sustenta su vida en el esfuerzo, la competencia y la producción. Educada en fuertes valores morales, exige de la esfera pública solidez en los principios y eficacia en la gestión. Considera indigno al político superficial, traficante de emociones tenues. Desprecia a quienes carecen de vigor para ejercer el poder y sobreviven a base de manejar coaliciones. En ese marco, se siente indefensa, desplazada, ineficaz: su carácter se hace espeso y puede -según los casos- estallar en una rabia impotente o hundirse en una suerte de resistencia frustrada. Con o sin razón, actúa como víctima de la tiranía de la opinión, de un lenguaje (hoy decimos «políticamente correcto») que no le deja decir lo que piensa, por ejemplo sobre inmigración, corrupción, homosexualidad... A lo mejor se conformarían con hablar en voz alta. Pero, en determinadas condiciones, están dispuestos también a admitir ciertas dosis de autoritarismo para contener a esa marea de cultura fragmentaria... No hace falta seguir. Todos nos entendemos. Por cierto, que otro libro reciente, «La corrosión del carácter», de Richard Sennett, actualiza -con menos talento, creo- las viejas tesis sobre aquella genuina clase media enfrentada hoy día a retos más sofisticados.

¿Hacen algo nuestros partidos para atenuar el malestar de este sector social? Más de derechas que de centro, se trata de gente que contempla con irritación el imprescindible guiño del Partido Popular hacia un electorado postmoderno, demasiado hedonista para compartir con ellos la política de la indignación. Imprescindible, decía, si no quiere correr la misma suerte de los conservadores británicos. En otros países europeos, han decidido apoyar al populismo extremista, que -por fortuna- no termina de arraigar porque las condiciones objetivas no invitan a los excesos y porque el mensaje que les ofrecen tiende a ser insustancial. Algún estratega del PSOE con mando en plaza ha decidido, al parecer, alimentar expectativas: gestos y provocaciones, manipulación de emociones y símbolos, trampa para incautos. Muy poco original. El objetivo consiste en crear al PP un problema por su flanco derecho. Una maniobra adicional con el fin de ocupar el centro y sacar de quicio, casi en sentido literal, al adversario. Aunque se llenan la boca de retórica democrática, quienes alientan esta operación actúan con profunda deslealtad hacia el sistema. Cuidado con la caja de Pandora. Frente al señuelo, hay una sola receta: firmeza en los principios y habilidad en las estrategias.