LA HORA DE LA VERDAD PARA ZAPATERO E IBARRETXE
Después de que Zapatero le señale los límites de la situación, Ibarretxe debe ir hacia la vía catalana
Editorial de “El Periódico” del 13/01/2005
Por su interés y relevancia, he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
El presidente del Gobierno,
José Luis Rodríguez
Zapatero, expondrá hoy en la
Moncloa al lendakari,
Juan José Ibarretxe,
las razones por las que su plan no prosperará en el Congreso. Lo hará dentro de
la normalidad institucional de un encuentro entre presidentes y ciñendo el tema
a su debido ámbito parlamentario, desoyendo las invitaciones a gestos radicales.
Cuando Zapatero exponga en ese marco y de esa forma que no hay negociación
posible sobre un proyecto que tiene la envoltura formal de una reforma
estatutaria pero que supone una enmienda --esencial-- al espíritu y la letra de
la Constitución, hará dos cosas.
Cumplir con su obligación y respetar el compromiso de cambio de procedimientos que le hizo a los electores. Porque José María Aznar, que con su desdén ahondó la brecha entre Euskadi y el resto de España, no actuaría así.
Y tampoco le ofrecería a Ibarretxe la
solución de dar marcha atrás y reiniciar el replanteamiento vasco por la vía
escrupulosamente constitucional que utiliza Catalunya, que es lo que le pedirá
hoy en la Moncloa.
Frente a la disyuntiva que plantea Ibarretxe (aprobar el texto en Madrid o
convocar un referendo ilegal) y la respuesta que hubiera querido darle el PP
(suspensión de la autonomía y ofensiva judicial contra el máximo dirigente de
Euskadi), Zapatero y el PSE dan una alternativa.
Que el Parlamento vasco redacte una nueva
propuesta de reforma estatutaria sin vicios de origen, con participación de
todos los partidos democráticos y dentro del marco constitucional. Insistimos:
la vía catalana.
Este planteamiento tiene un único riesgo, que además es ajeno a Zapatero: que lo
anulen quienes demonizan esta vía catalana. En este sentido, hay que agradecer
que Josep Piqué, de forma frontal, y
Mariano Rajoy,
por un camino más indirecto, digan desde dentro del PP que el frentismo de Mayor
Oreja es irresponsable y no conduce a ninguna parte.
Tras la traición de Aznar al modelo constitucional del Estado de las autonomías,
era evidente que no tendríamos una reconducción del problema sin tensiones,
dudas y resistencias demagógicas. Pero éste es un tiempo que, aunque parezca un
tanto sombrío por los crujidos que permiten oír todo lo que dejamos atrás, exige
que se haga política.
Política de Estado, como la intenta hacer Zapatero, y política de máxima responsabilidad, que es a la que están obligados tanto el PP como las fuerzas nacionalistas. Porque existe la posibilidad histórica de avanzar de una vez.
Y, tal como están las cosas, renunciar a avanzar no nos dejaría donde estábamos antes, sino que equivaldría a situarnos en el escenario nacional más deteriorado y enfrentado de cuantos hemos vivido desde el final del franquismo.