NUEVA RECTIFICACIÓN DE ZAPATERO

Artículo de Primo González  en “Republica.es” del 01 de diciembre de 2010

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

En su largo trayecto de búsqueda de la hoja de ruta más ajustada a sus conveniencias electorales y de paso a las necesidades de la economía española, Zapatero acaba de dar otro golpe de efecto con el anuncio (e inminente aprobación) de una serie de medidas que deberían ser valoradas positivamente de no ser porque llegan con evidente y costosísimo retraso. Son medidas que cualquier gobernante con sentido común habría adoptado hace al menos dos años, pero que Zapatero afronta en un nuevo alarde de rectificación tras pasarse largo tiempo defendiendo todo lo contrario. Sin sonrojo alguno, Zapatero pasó de decir aquello de que “bajar impuestos es de izquierdas” a postular hace pocos meses lo contrario. De esto último ha pasado poco tiempo hasta que nos hemos vuelto a tropezar con el izquierdista de los impuestos a la baja. Es asombroso cómo las ocurrencias de Zapatero responden a un guión con el pié cambiado. Tras el último ajuste, ahora vuelve a cantar las excelencias de las rebajas fiscales como punto estrella de su último paquete de medidas económicas, anunciado por sorpresa en el Congreso.

Aunque sea tardíamente, no queda más recurso que saludarlas ya que, entre otras cosas, se diferencian de los amagos de reformas estructurales que el Gobierno ha ido anunciando a trancas y barrancas, todas a medio hacer, en los últimos meses, y que permanecen inconclusas y con muy poco aporte de credibilidad al Gobierno. No es de extrañar que los mercados no se fíen de Zapatero en este extremo, ya que ni la reforma financiera, ni la reforma laboral, ni el amansamiento del gasto público, ni la reforma inevitable y urgente del sistema de pensiones públicas, han dado de sí todo lo que se pedía de ellas. Están a medio hacer, se dice que están a la espera, algunas, de reglamentos que maticen (es decir, revisen a la baja) algunas cuestiones de ámbito menor pero que pueden acabar anulando los efectos positivos que se espera de estas reformas. En realidad, el bagaje reformista de Zapatero es menos que mediocre. Es decir, un granero de desconfianza en el que se apoyan algunos analistas suspicaces para hacer mala imagen del riesgo español.

En cambio, las medidas que acaba de anunciar Zapatero son habas contadas. Bajadas de impuestos, de forma específica para beneficio de las pequeñas y medianas empresas, supresión de la paga a los colectivos de parados que ya no percibían otra prestación, supresión del para-impuesto de las Cámaras de Comercio (que tiene fuerza ejecutiva a la hora de la recaudación, no en vano está delegada en Hacienda) y algunos otros retoques a la legalidad vigente para remover obstáculos a la actividad económica.

Una pena que Zapatero no se haya dado cuenta de que estas cosas habría que haberlas hecho hace dos años, cuando las aplicaron los demás países europeos y que, sin embargo, su miopía izquierdosa le impedía admitir como tarjeta de presentación ante el país. No es, por otro lado, ningún secreto que, en ausencia de reunión o pacto con la oposición, las medidas forman parte del catálogo (aunque no lo agoten, ni de lejos) de recetas que le viene sugiriendo desde hace más de dos años el partido de Rajoy y algunos de sus portavoces más conspicuos: bajadas de impuestos, supresión de desincentivos a la búsqueda de empleo, apoyo a los mini-empresarios… Zapatero ha perdido el tiempo haciéndose fotos con los grandes banqueros y los empresarios de relumbre. Nada de eso ha resuelto la crisis (además de no darle ningún voto y ninguna notoriedad de cara a los mercados, como se ha visto) porque la crisis se resuelve adoptando medidas que se apliquen, no haciéndose fotos en los alfombrados salones de Moncloa, escenografía tan grata al presidente.

Le ha costado a Zapatero aprender algo de economía. Bien habrá comprobado que, recordando a su ex amigo Sevilla, defenestrado prematuramente del hogar socialista, la economía no se aprende en dos tardes. Se necesita alguna más. Y, sobre todo, se necesita algo más de realismo, menos doctrina, cuidada selección de aliados, no dejarse llevar por los compañeros de mitin, aprender de los demás (sobre todo, entre ellos, los colegas extranjeros) y medir mejor los tiempos. A este país le costó mucho esfuerzo rellenar las arcas públicas que Zapatero ha vaciado en dos tardes y que ahora nos costará posiblemente una generación volver a recomponer.