EL PORTAVOZ DE ERC RELATA SU NEGOCIACIÓN SOBRE LA FINANCIACIÓN AUTONÓMICA

 Informe de  Victoria Prego en “El Mundo” del 21 de julio de 2009

 

Ridao: 'Zapatero me dijo que Solbes era el problema'

«Yo le dije al presidente: tú tienes un problema, ¿con qué socios vas a aprobar los Presupuestos y cómo vas a ir a la Presidencia de la UE si no los sacas? Así que haz un esfuerzo y pon más dinero sobre la mesa» /«Zapatero es el que le dice a la vicepresidenta Salgado que hay que poner más dinero aunque sepa que va a incrementarse el déficit público y va a aumentar la deuda del Estado. Eso es algo que Solbes no habría aceptado»


«Oye, Joan, que sepas que estoy sobre el tema. Dile a Ridao que hable con Elena, y a ver si nos ponemos de acuerdo. Esto hay que arreglarlo». Es sábado 11 de julio y son las 9.00 horas. Joan Puigcercós, presidente de Esquerra Republicana de Catalunya, está en ese momento en su despacho del partido, en Barcelona. Quien le habla por teléfono es el presidente del Gobierno.

«Oye, Joan, ya he hablado con Puigcercós. Nosotros estamos con ganas de llegar a un acuerdo. Habla con Elena, pero ten en cuenta que los recursos que podamos arrancar tienen que poder adjudicarse también a otras comunidades». No ha pasado ni media hora desde la anterior conversación, pero esta vez es Joan Ridao, secretario general de ERC y portavoz de su grupo en el Congreso, quien, sentado en su despacho a muy pocos metros del de Puigcercós, recibe la llamada de José Luis Rodríguez Zapatero.

Los dos jóvenes políticos de ERC comprenden en ese instante que están a punto de ganar la apuesta más arriesgada que han mantenido en muchos años: la de forzar la mano del Gobierno hasta conseguir doblársela en el último round.

«Nosotros habíamos puesto un listón y el Gobierno empezaba a saltarlo, pero aún no había llegado a superar esa altura. Hasta que la superó», dice con total aplomo uno de los dos interlocutores del presidente Zapatero.

A partir de ahí empieza el último tramo de una negociación a cara descubierta que, hasta ese momento, se había movido en el terreno del amago y que, a lo largo de todo ese sábado -que los de ERC califican con sorna de «Sábado Santo, víspera del Domingo de Gloria»- cristaliza en un gran éxito del pequeño partido republicano frente al todopoderoso Gobierno; representante y administrador, se supone, del bien supremo que es el interés general.

SIN OXÍGENO

Todo había empezado en el mes de marzo. El día 1, para ser exactos. Ése es el día en que el presidente Zapatero, que durante toda esta legislatura había ignorado olímpicamente a ERC porque disponía cómodamente del oxígeno que le proporcionaban los votos del PNV y del BNG para sacar adelante sus proyectos en el Congreso, empieza a ver lo solo que está: el pacto PSE-PP en el País Vasco, que deja fuera del gobierno a los nacionalistas, tiene su inmediata traducción en forma de castigo parlamentario en el Congreso de los Diputados a cargo de los nacionalistas vascos, que le retiran su apoyo.

Es entonces cuando José Luis Rodríguez Zapatero vuelve sus ojos de nuevo sobre ese grupo de catalanes arriscados que llevan meses dándole la murga con lo de la solución de la «carpeta catalana» como condición para ofrecerle sus votos, y empieza a tomar medidas. La primera, prescindir de Pedro Solbes, su vicepresidente económico y ministro de Hacienda.

«Durante muchos meses, el problema fue él. Nadie esperaba que el Gobierno tuviera un cajero tan incómodo como Solbes: cicatero, tacaño. A mí me lo dijo Zapatero. Me dijo que Solbes era el verdadero problema», confiesa Ridao.

La crisis de Gobierno tuvo, pues, según parece, ese propósito esencial: el de poner al frente de las cuentas públicas a alguien más dúctil, capaz de sacar el dinero de donde no lo hay y capaz de decir en público que «no puede no haber margen» para aumentar la financiación que reclamaba Cataluña.

«Ya lo hemos echado». Eso fue lo que el presidente del Gobierno le dijo a Joan Ridao, «aunque creo que la frase que pronunció fue un poco más elegante», cuando se supo que Elena Salgado sustituiría a Pedro Solbes al frente de la Vicepresidencia económica.

«Zapatero es el que le dice a Salgado que hay que poner más dinero, aunque sepa que va a incrementarse el déficit y va a aumentar la deuda. Eso es algo que Solbes no habría aceptado», reconoce el propio Ridao. Mientras tanto, los encuentros oficiales entre representantes del Gobierno y de la Generalitat para hablar de la financiación se siguen celebrando.

Los flamantes vicepresidentes Salgado y Chaves visitan al presidente Montilla en el Palau de la Generalitat. «Cuando acuden por primera vez, hubo que ponerles al día», recuerda Ridao, «pero ellos se comprometen con Montilla a que tras las elecciones europeas, habría una respuesta del Gobierno.

Y, efectivamente, la hubo».

Sucede, sin embargo, que, para entonces, los jóvenes líderes de ERC ya tenían decidido llevar adelante una estrategia propia al margen de las negociaciones del conseller Castells con el Gobierno.

ÍBAMOS A SACO

«La estrategia consistió en meterle al Gobierno toda la presión posible. Los diputados del PSC en el Congreso no podían hacer nada, pero nosotros sí. Así que ERC empieza a meter una presión brutal».

De ese periodo datan las sucesivas derrotas que padece el Gobierno a manos de los de Esquerra, asociados temporalmente con el PP: supresión de ministerios, votación del techo de gasto... «Nunca habíamos hecho esto de apoyar al PP en las votaciones, pero esta vez lo hacemos. Íbamos a saco y, además, estábamos decididos a seguir. Entonces es cuando ellos se asustan», recuerda el portavoz de ERC en el Congreso. «Y así es como entramos en la fase final».

Mientras esto sucedía en el Congreso, la vicepresidenta Salgado mantenía frecuentes contactos con el líder parlamentario de ERC, aunque sin mostrarle los números. En realidad, ni Castells ni nadie llegó nunca a tener delante de los ojos el modelo que el Gobierno estaba diseñando para todos. Lo único que estaba claro era el temerario compromiso del presidente Zapatero de tener todo resuelto para el 15 de julio.«A nosotros la fecha nos daba igual. Pero decidimos ir a por todas».

A finales de junio se produce la primera llamada del presidente del Gobierno a Joan Ridao, cuyo contenido, no literal pero sí muy aproximado, es éste:

Zapatero: Hemos hecho un esfuerzo descomunal en financiación.

Ridao: No es bastante.

Zapatero: Yo entiendo que ERC se juega mucho en esto, pero tenemos que llegar a un acuerdo antes del día 15. Si no hay acuerdo, yo puedo aprobar un crédito extraordinario para las comunidades autónomas, prorrogo el modelo que había, se acaba la negociación y asunto terminado.

Ridao: «Estamos de acuerdo: el día 15 se acaba la función. Pero tú tienes un problema: ¿con qué socios vas a aprobar los Presupuestos Generales del Estado? Y ¿en qué situación vas a ir a la Presidencia de la UE si los Presupuestos no los sacas y si el PP te reclama que plantees una cuestión de confianza? Así que haz un esfuerzo y pon más dinero sobre la mesa porque con los 9.000 millones adicionales no hay bastante.

Zapatero: Te llamará Elena.

CASTELLS, DESENCAJADO

Y «Elena» llamó y, a partir de ahí, los interlocutores de ERC y el Gobierno empezaron a hablar de números. El conseller de Economía y Finanzas, Antoni Castells, que ha sido el negociador único con el Gobierno hasta el final, había llegado ya a un acuerdo con Salgado en torno a los 3.500 millones para Cataluña. Pero Puigcercós y Ridao deciden tomarle la delantera y lanzar en público la otra cifra, la que hace año y medio había sugerido la Cámara de Comercio de Barcelona cuando el contexto económico del país era muy diferente: 3.800 millones de euros. Es Puigcercós el que la suelta en público el 6 de julio «y a Castells casi le da un infarto porque llevaba un año negociando y ve que le sale un niñato diciendo que no, que tienen que ser 3.800», recuerda Ridao.

El miércoles 8 de julio, con el tiempo ya pisándoles a todos los talones, Castells cierra definitivamente con Salgado la cifra de 3.500 millones. Dos días después, viernes 10, el conseller catalán desayuna con los dos líderes de ERC «y nos enseña un papelín que trae con las cifras y que no era el de verdad, porque ése no sale hasta el fin de semana. Y le dijimos que no. El nos quería arrancar el sí como fuera porque se había comprometido a darle el sí definitivo a la vicepresidenta ese mismo viernes al mediodía. Pero nosotros seguimos insistiendo en que no. Castells estaba ya desencajado».

La reunión acaba mal. Por la tarde de ese viernes, los dos negociadores oficiosos de la financiación catalana reciben el apoyo de su partido: «Seguid apretando».

NOS LANZAMOS

Puigcercós y Ridao acuden a continuación al Palau de la Generalitat. Montilla y Castells les están esperando. Intentan convencerles de que el acuerdo alcanzado sobre los 3.500 millones es muy bueno. Ellos se empecinan en no aceptar. La reunión es muy difícil y de gran dureza. «Estaban muy, muy enfadados, y nos dijeron: 'Esto se puede ir a la mierda por vuestra intransigencia'. Así que ya nos lanzamos y dijimos que íbamos a hablar directamente con Zapatero. Les sentó como un tiro nuestra posición, pero de esa reunión sale una autorización para que lo hagamos. El encargo fue campi qui pugui [algo así como «sálvese quien pueda»]. Salimos de Palau desazonados».

Y. sin embargo, su pulso surte el efecto deseado. No había pasado media hora del final del tenso encuentro cuando suena el teléfono de Joan Ridao. Es el presidente Montilla, que le dice que ha hablado con Zapatero, quien le ha dicho que sí, que a ver cómo desbloquean el tema. «¡Y eso es a la media hora de que los dos, Montilla y Castells, nos hubieran dicho que ni hablar!»

Sábado 11. Nueve de la mañana. Suena el teléfono: «Oye, que he hablado ya con Puigcercós. Nosotros estamos con ganas de llegar a un acuerdo. Habla con Elena, pero ten en cuenta que...»

Pasadas las 23.30 horas del sábado, Ridao y Salgado consiguen cerrar el pacto económico.

El domingo por la mañana, la vicepresidenta tercera del Gobierno se presenta ante los españoles para anunciarles que ha logrado diseñar el modelo definitivo de financiación para «el verdadero Estado de las Autonomías».


UN «ACUERDO POLÍTICO» NO DESVELADO

No sólo es el dinero. Hay algo más. El acuerdo alcanzado por el Gobierno con ERC en materia de financiación cuenta con un añadido de tipo político y de contenido no precisado hasta el momento, pero de cuyo cumplimiento el grupo parlamentario republicano en el Congreso va a hacer depender su posición. «Ese acuerdo político entre nosotros y ellos lo hice llegar el domingo por la mañana», dice el líder de Esquerra Joan Ridao sin querer precisar más. «No está firmado pero ese acuerdo obliga a modificar la Lofca y si no queda reflejado también en la letra pequeña de la ley, mal asunto», advierte Ridao, quien añade que los votos de su grupo en el Congreso sobre leyes tan importantes como la Ley de Economía Sostenible o los propios Presupuestos Generales del Estado estarán condicionados a su cumplimiento. «El Gobierno debe saber que no puede contar con los votos de ERC sí o sí. Si ellos cumplen, nosotros también, pero nunca más vamos a dar el 'sí' gratis. El que se haya llegado a un acuerdo no significa que a partir de ahora vayamos a ser el felpudo del Gobierno. Ni hablar».