HUMANIDAD DE AGUIRRE, VÍDEO DE ZAPATERO Y REGRESO DE AZNAR

 

 Artículo de Pablo Sebastián en “ABC” del 22.10.07

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Se ha cumplido un año desde que Esperanza Aguirre liquidara el «Diario de la Noche» que dirigió Germán Yanke, con reconocido éxito y moderación, y acabamos de conocer que la presidenta de la Comunidad de Madrid le ha dicho al Rey Don Juan Carlos, hablando de la Cope, que «lo peor es que se le quite el micrófono a un periodista» (sic). Añadiendo Aguirre, en su sorprendente y descortés interpelación al monarca, que Federico Jiménez Losantos «merece un trato más humano» de la Casa Real. La presidenta madrileña hizo estos comentarios en el Palacio de la Zarzuela ante el lógico malestar del Rey, que se vio en la necesidad de recordar que da un trato humano a todo el mundo, y la estupefacción de una notoria concurrencia entre la que estaba el presidente Zapatero y que conocía la reciente petición de abdicación del Rey hecha por Jiménez Losantos en la Cope.

No resulta difícil de comprender los motivos por los que la presidenta de Madrid ha interpelado así al Rey, que es quien necesitaría un trato, no ya humano, de la Cope, sino simplemente de respeto. Pero todo apunta a que Aguirre está inmersa, o la han embarcado, en una estrategia con la que se pretende que Jiménez Losantos nunca pueda ser desalojado de la Cope, porque si ello ocurriera se lo imputarían al Rey.

Además, mientras esto no ocurra, Aguirre disfrutará del apoyo que recibe del ruidoso locutor para promocionarse como la sucesora de Rajoy en el PP, en caso de derrota electoral en 2008. Y su adversario, Alberto Ruiz-Gallardón, seguirá siendo el más insultado —a medias con ABC— por Jiménez Losantos. Lo de darle «un trato humano» al inhumano parece una sutil referencia de Aguirre para decir que con regalos o favores —como los muchos que ella hizo al locutor— se puede comprar el halago o el silencio del comunicador de la Cope.

Aunque para silencio, en tan sonora reunión, el del presidente Zapatero, que debió intervenir en defensa del Rey. Pero ya se sabe que al presidente toda estridencia que provenga del PP o de su entorno mediático más ruidoso le conviene para vestir al Partido Popular como abanderado de la crispación y la extrema derecha postfranquista. Es el único argumento del que dispone Zapatero para contrarrestar los destrozos constitucionales —véase el ataque al Tribunal Constitucional— que ha perpetrado en la legislatura, a favor de la liquidación del consenso y los pactos de la transición, camino de la reforma confederal del Estado por vía encubierta de leyes orgánicas.

La misma vía que sirvió para aprobar el estatuto soberanista de Cataluña y con la que pretende alterar la mayoría del Tribunal Constitucional para favorecer la prórroga en la presidencia de María Emilia Casas con una ley que vulnera el artículo 160 de la Constitución, donde se dice que sólo los miembros de esta alta Corte, y no el Gobierno o el Parlamento, pueden proponen el nombramiento del presidente y por tres años.

Y el mismo atajo encubierto de las leyes orgánicas por el que Zapatero, si vuelve a ganar las elecciones, reformará el estatuto vasco reconociendo en él la base del pacto de Loyola (nación vasca, autodeterminación y conexión Navarra), hallado entre el PSE/PSOE, PNV y Batasuna. Pacto que Ibarretxe citó en la Moncloa durante su visita a Zapatero, quien seguramente pidió al lehendakari mucha paciencia hasta después de las elecciones. Momento en el que reabrirá la negociación con ETA, como declaró el ministro Bermejo con la calculada intención de enviar a ETA el mismo mensaje de Zapatero a Ibarretxe: paciencia, poco ruido y, en este caso, sin bombas. No vaya a ser que pierda las elecciones el PSOE.

El Partido Socialista desde donde Zapatero, amén de pilotar la escabechina de sus barones (Maragall, Bono, Redondo, Ibarra, Vázquez, Puras, Pla y Simancas), ha liderado un giro hacia una izquierda radical, confederada y prerrepublicana, abandonando el centro político con la misma facilidad que empuja al PP hacia una derecha extrema de «Dios, Patria y Rey», para que nadie ocupe ese espacio central donde se podría decidir la victoria en 2008. Al tiempo, el líder del PSOE lanza vídeos de campañas sonrientes juveniles con las que Zapatero pretende atraer a los jóvenes y quitarle hierro al hierro candente con el que marcó el dolido cuerpo español su paso por el poder. ¿Quién puede creer en la capacidad destructiva de un joven tan sonriente? El ángel exterminador.

Mientras tanto, en el PP, José María Aznar inunda la escena política y los medios de comunicación, confirmando que no se ha retirado, que se siente, en algo o en mucho, responsable de la llegada de Zapatero al poder, que no puede vivir sin la política y todavía tiene mucho que decir y hacer. Y, entonces, ¿por qué no regresa Aznar al escenario público con todas sus consecuencias? Sería más lógico y puede que más beneficioso para el PP. Porque su presencia acabaría con las preocupaciones humanitarias de Aguirre, los ataques a Gallardón, la «extraordinaria placidez» de Mayor Oreja, las conspiraciones de Zaplana, la marginación de Rato y Cascos y la parsimonia de Rajoy, que está muy ocupado ultimando los preparativos de la que se espera como la ¡espectacular y asombrosa Convención del PP!