EL FUNAMBULISTA ZAPATERO SE PASEA CONFIANDO EN LA RED NACIONALISTA

 

 Artículo de Pablo Sebastián en “ABC” del 10.12.07

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Ni un céntimo cabría apostar por el pensamiento de Zapatero durante el impresionante y emotivo funeral de los dos guardias civiles asesinados por ETA en Francia, porque seguro que, en sus reflexiones, estaría la pregunta de ¿cómo incidirá todo esto en la campaña electoral?, de lo contrario habría anunciado que nunca negociará con ETA y dado instrucciones necesarias para ilegalizar a ANV y PCTV. Pero el presidente (a lo peor, por temor a otro atentado) parece refugiarse, como hizo tras la bomba de Barajas, en el consejo de Tony Blair, favorable a resistir el ataque del terror para negociar finalmente la paz.

Puede que, en tan solemne acto de Valdemoro, el presidente, acuciado por su futuro, no haya sabido apreciar la grandeza de la nación española, ni la fuerza del Estado, que él malbarató con una imprudencia y frivolidad nunca vistas en los años que llevamos de larga transición. Y que, además, tenga planes para regresar a la ciénaga de la negociación con ETA si gana las elecciones, o si las pierde y consigue formar gobierno con ayuda de los nacionalistas, para poner en marcha la segunda parte de su locura particular con: la previa sumisión del Consejo General del Poder Judicial y Tribunal Constitucional; la definitiva luz verde al Estatuto catalán; el derribo del Gobierno de Navarra por el PSOE y Nafarroa Bai; el pacto con Ibarretxe del nuevo Estatuto vasco; y la entrega a CiU y ERC de un sistema de pago, o cupo encubierto, de plena autonomía fiscal. Y, en ese marco, y con sólo la autodeterminación como único problema, podría reabrirse la negociación con ETA, y el tiempo le daría al presidente la razón de que, como ya dijo, «Otegi es un hombre de paz», y España, un Estado plurinacional con clara vocación confederal.

Por ahí irán las cosas si Zapatero renueva el poder. Y en ello está mientras recoge velas bajo las que esconde los escombros de su fastuoso castillo de naipes y hadas por cuyos frondosos bosques saltaba alegremente el Bambi del talante, la paz, la alianza de las civilizaciones, la memoria histórica, y, ahora, convertido en campeón del cambio climático, rodeado de sabios de otros países y en pos de la convivencia nacional, la moderación y de un españolismo de ocasión para el que ha contratado al ambicioso José Bono (puede que prometiéndole La Moncloa para 2012) como posible mascarón de un Congreso de los Diputados que controlarán los nacionalistas. Con lo que su promesa al manchego tendrá igual valor que aquellas otras que hizo a Maragall, o a Mas, e incluso a Rajoy cuando aseguró que no gobernaría si no sacaba más votos que el PP. Al final, como el pequeño Bart, demoledor y angelical, de la familia Simpson, dirá «yo no he sido», y los nacionalistas serán la razón última de su enésima mentira para seguir en el poder.

Hay quien piensa, incluso en el PP, que Zapatero ha sabido controlar y dar respuesta, no completa pero suficiente, al último atentado criminal de ETA, en contra de lo mal que se gestionó desde el Gobierno del PP el atentado del 11-M perpetrado por el terrorismo islámico en Madrid. El Gobierno contó con la eficaz reacción de la Policía gala en la caza de dos de los implicados en el crimen, y un acuerdo con Sarkozy, que puede incluir la creación de un centro de coordinación y patrullas de agentes españoles y franceses, para permitir que todos vayan armados. Además se convocó una concentración por la unidad de los demócratas contra el terrorismo en la Puerta de Alcalá. Pero la cita, en la que los ciudadanos dieron la espalda a los políticos, acabó convertida en la imagen fija y anticipada del partido de la abstención.

Algo que consuela a los analistas de encuestas electorales del PP, porque saben que si la participación no supera con holgura el 70 por 100, el PSOE perderá las elecciones, como ocurrió en los comicios municipales. ¿Quiere decir eso que el PP tendría la oportunidad de gobernar, y que no le afectará la abstención? El colchón de escaños nacionalistas que tiene el PSOE para gobernar en coalición es de 30, por lo que a Zapatero le bastaría con 146 diputados. Sobre todo, vista la facilidad con la que paga, con soberanía y dinero público, sus deudas con los nacionalistas, o la cabeza de Magdalena Álvarez en la reciente recusación.

Por eso, el funambulista Zapatero aprieta los dientes mientras camina por el tenso alambre de la política que une la Puerta de Alcalá con la Escuela de Guardias Civiles de Valdemoro, seguro de que los nacionalistas tejen una red a sus pies. Y convencido de que Rajoy —que vio pasar a Rodrigo Rato por su puerta como si fuera una alucinación— será incapaz de provocar un vuelco decisivo a la inquietante situación. El líder del PP permanece enrocado, replegará, se dice, a sus alfiles, Zaplana y Acebes, y avanzará a los peones Costa y García Escudero, como ¡fuerza de choque!, confiado en que tumbará a su adversario, al que desprecia, en el debate de televisión, como creyó que lo derribaría en los pasados debates de la nación. O como lo logró, fugazmente, en los comicios municipales, gracias al empuje del PP de Madrid. Convencido Rajoy de que los españoles sabrán apreciar, frente a las cabriolas del funambulista, la cruda realidad nacional de la que ETA ha dado prueba irrefutable, que podría repetir antes de la jornada electoral.