ZAPATERO
ESTÁ ENCANTADO
Artículo
de Pablo Sebastián en “La Estrella Digital” del 28.04.08
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Se lo ha creído y se confunde. A Zapatero le está
pasando lo mismo que le ocurrió a Aznar cuando ganó las elecciones generales
del 2000 por mayoría absoluta, con una oposición en crisis y un tiempo de
bonanza económica, y luce la mayor de sus sonrisas en pleno maremoto
financiero, convencido de que sus graves errores, de falta de previsión
económica y centrifugación del Estado, han quedado sepultados por su victoria
electoral, y ocultos tras los respectivos problemas internos que paralizan y
distorsionan a los primeros partidos de la oposición. El PP, empeñado en
reeditar sus propios errores y falta de liderazgo, y los nacionalistas, presos
del caos y del engaño en el que los sumergió Zapatero, haciéndoles creer que
había llegado el tiempo de la España confederal y del gran salto hacia delante
y sin paracaídas que acabó en un sonoro descalabro de CiU, PNV, ERC, BNG y
Batasuna.
Y ante semejante espectáculo de la desastrosa
oposición, el presidente del Gobierno se pavonea en público y en privado como
el astuto superviviente de un naufragio que ha pilotado él, presumiendo de
haber destrozado a los nacionalistas y al PP. Empezando por el PNV, cuyo
fracaso electoral y dura crisis interna puede que acabe por romper el partido,
liquidar a Ibarretxe y sus planes soberanistas y
facilitar la llegada de los socialistas a la jefatura del Gobierno vasco.
Por eso Zapatero dice a los visitantes que le
felicitan en el palacio de la Moncloa que el derrumbe electoral del PNV “ha
sido una de las cosas más importantes que han ocurrido en los últimos treinta
años de la transición”. Y puede que sea verdad, a pesar de que su intención
haya sido, precisamente, la contraria: poner en marcha la España confederal y
la unión entre el País Vasco y Navarra, a cambio de que ETA dejara las armas, y
él pudiera pasar a la Historia como el nuevo “príncipe de la paz”, con Nobel
incluido.
De la necesidad, y de su caótico y peligroso diseño
del Estado, en el que España quedaba reducida a una “nación discutida y
discutible”, Zapatero se ha alzado con la virtud del gran batacazo y crisis del
PNV. La que, por otra parte, es similar a la que padece la Esquerra
Republicana, lo que facilita su predominio y control del PSC-PSOE, donde tiene
pendiente otra venganza particular contra el presidente Montilla, quien no le
permitió cumplir, ante Artur Mas, su promesa de que
en Cataluña gobernaría la lista más votada (en pago por la reforma del Estatuto
que le facilitó CiU), lo que preconiza que, tarde o temprano, la espada del
ángel exterminador de la Moncloa acabará por cortar la cabeza del charnego,
como en su día cortó de un tajo la de Pasqual
Maragall.
Y a partir de ahí, Zapatero imaginará su larga
presencia en el poder, bien con una nueva mayoría absoluta como matador de
nacionalistas, bien con un doble pacto de gobierno en Euskadi y Cataluña, a
base de unos acuerdos estables del PSOE, con el PNV y con CiU, que es el
escenario que tiene en mente para abordar la crisis económica y cerrar, cuando
sea y como pueda, el centrifugado melón autonómico, por cuyas tajadas fiscales,
financieras y acuíferas ya se están peleando los reyezuelos de los taifas
españoles como si disputaran un codiciado balón de oro en una gigantesca melé.
La crisis del PP es otro cantar. Y, aunque Zapatero
disfrute de tan penoso espectáculo del primer partido de la oposición, lo
cierto es que sólo al PP le corresponde la responsabilidad de su derrota
electoral, que se niega a reconocer Rajoy y que le consienten sus propios
barones —otra vez los taifas—, gracias a la habilidad del ciclista de
Pontevedra, que está en plena escapada solitaria, con la que pretende sucederse
a sí mismo, tras impedir que sus competidores llegaran al Congreso de los
Diputados, y tras agitar el fantasma de la loca ambición de Esperanza Aguirre y
de su ruidosa corte mediática y política —El Mundo, la COPE, Acebes,
Zaplana—, de los que ahora reniega Rajoy a pesar de que fueron sus compañeros
de viaje y colaboradores destacados en la derrota electoral.
El tercer destrozo de Zapatero se culminará en el
congreso del PSOE que acaban de convocar para los primeros días del mes de
julio, a la espalda del que se espera como caótico y fallido congreso del PP, a
fin de marcar todas las diferencias (entre vencedores y vencidos), mofarse del
contrario, y de culminar lo que ahora llama el “cambio del PSOE”, que radica en
la puesta en marcha de un modelo de dirección caudillista y populista, en el
que tiene sus días contados Chaves como presidente del partido y de Andalucía.
Y en el que se oficializará el entierro del felipismo
y de sus centros fácticos de poder en el mundo financiero y empresarial
(Sebastián por Solbes), y en el campo mediático, ahora que el Grupo Prisa
—trinchera ideológica y política de González— está de capa caída tras la muerte
de Jesús Polanco y la puesta en marcha, por Zapatero, de una pinza de favores a
El Mundo y a La Sexta.
Motivos todos estos que justifican la euforia y la
satisfacción de Zapatero como el único y victorioso superviviente de un
desastre político —la figura del Rey también ha sido zarandeada bajo su
mandato— del que fue el autor sin saber hacia dónde caminaba ni lo que iba a
pasar.