EL PSOE NO ES DE IZQUIERDAS


Artículo de Pablo Sebastián  en “La Estrella Digital” del 07 de julio de 2008

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

Ni las reformas planteadas sobre la eutanasia, el aborto y el laicismo son de izquierdas —pueden ser asumidas sin problemas por los liberales de toda democracia—, ni constituye novedad alguna en el PSOE el “tontismo” que va del feminismo a las ONG —sobre todo en tiempo de crisis económica y social—, que ya habíamos estrenado en este y anteriores gobiernos con las ministras Trujillo, Aído y Chacón. La izquierda tiene mucho más que ver con la solidaridad —que niega el Estatuto catalán—, las libertades que negó la negociación con ETA o la persecución del idioma español en varias de las comunidades autónomas, y sobre todo con la defensa del empleo, y no con las obras de caridad o los donativos de 400 euros.

El “tridente” de la nueva dirección del Partido Socialista Obrero Español donde se integran José Luis Rodriguez Zapatero, José Blanco y Leire Pajín es el fiel reflejo de una época. De un tiempo marcado por un liderazgo de diseño, como el de Zapatero, que llegó al poder socialista por unos escasos pero suficientes nueve votos y que, tras la carambola electoral del 2004, por los errores de José María Aznar y los atentados del 11-M, pasó con gran estruendo, y otra vez por los pelos, por cuatro años del gobierno que logró renovar —por errores reiterados del PP— a pesar de los grandes disparates que marcaron la legislatura. Entre los que se encuentran el deterioro de la cohesión nacional y de la identidad española, y la negación de una crisis de la economía (que aún persiste), que debió abordarse a partir del 2006 con el necesario dramatismo y decisión.

Y no con la frivolidad y el desenfado que nos ha conducido a la preocupante situación actual —en cohesión nacional y en la crisis económica y social—, que son hijos de los mismos modelos aplicados por Zapatero a la llamada renovación del PSOE de este XXXVII Congreso del partido. Lugar donde la frivolidad en los nombramientos acordados, y la supresión de cualquier criterio relacionado con la experiencia y la capacidad, constituye la norma que impera en el entorno de Zapatero, para que nadie ni nada sobresalga o brille más allá, o por encima de la flagrante levedad del líder. Todo y todos son a juego con su secretario general y, para nuestra desgracia, presidente del Gobierno. Y el tiempo ya nos ha dado parte de la razón, y la legislatura que está en marcha nos dará la parte que queda por dilucidar, a medida que avance la crisis de la economía. La que, según Zapatero, nunca existió. O parece tan “opinable” como la nación española era para él tan “discutible”.

Imaginen, por un instante, un gran debate de ideas y de gestión política al que asistan los primeros representantes y líderes del Partido Demócrata de Estados Unidos, de la SPD de Alemania, del Partido Socialista Francés, del Labour Party británico, del Partido Demócrata Italiano y del PSOE, que en este caso estaría representado por Zapatero, Blanco y Pejín.

La debilidad y falta de preparación y de experiencia del equipo socialista español en semejante e imaginaria competición dejaría a los representantes de la izquierda española en el furgón de cola de este tren, cuyo destino, en el nuevo mundo global y en el concierto de las naciones democráticas más desarrolladas de Occidente, se presenta tan incierto como necesitado de una nueva ideología y una de praxis democrática y de gobierno, así como de las más innovadoras iniciativas políticas, entre las que los principales pilares deben seguir siendo el ideal democrático, como el sistema de gobierno y de representación popular, y la defensa de libertades y los derechos humanos.

Pero claro, si a esta falta de capacidad política que impera entre los actuales gobernantes y dirigentes del PSOE les unimos las carencias propias de la falsa democracia española, veremos que a la crisis de las ideas se añade la del liderazgo y, finalmente, la del propio sistema político. Porque, conviene recordarlo, en nuestra presunta democracia, o partitocracia, no existen: ni el principio justo de representatividad parlamentaria, ni de libertad política, o la capacidad electiva (en España los ciudadanos no votan directamente ni al jefe del Estado, ni del Gobierno, ni a los diputados, senadores, alcaldes, o todos los cargos autonómicos), ni derecho de los diputados a hablar o votar libremente en el Parlamento, ni separación de los poderes del Estado, etc. Y cuando la democracia no funciona ocurre lo que ocurre: se crea un halo de impunidad, para los gobernantes corruptos y autocráticos —recuérdense los casos de González y Aznar, respectivamente—, o una “barra libre” para que el más tonto de la clase se alce y se eternice con el poder, como Zapatero, o Chaves. Y si, además, es nacionalista, entonces, desde este mismo sistema político clonado a escala menor y más manejable y con más controles sobre los ciudadanos, entonces aparecen los grandes disparates antidemocráticos y contra la libertad, como los que se ven en Cataluña y el País Vasco.

Y todo ello sin que a nadie se le caiga la cara de verguenza —ni en el PSOE ni en el PP (Aznar consintió también la deriva nacionalista)—, y menos aún a nuestro inefable Zapatero, que niega —al igual que la crisis económica— la penosa realidad de la persecución y marginación del idioma español en esas Comunidades (y en otras como Galicia y Baleares). Esas regiones españolas son los únicos territorios del mundo libre y democrático donde nadie puede abrir y desarrollar un colegio o una universidad que imparta sus clases en español. En Francia, Estados Unidos —no digamos América Latina—, Gran Bretaña, Italia, etc., es posible y factible; en esas zonas de España no. Está prohibido por los gobiernos autonómicos, con la bendición del Gobierno de Zapatero y de altos tribunales del Estado, mientras la Real Academia Española se inhibe, en vez de disolverse, que es lo que debería hacer.

Así están las cosas y peor que se van a poner, ahora que el “tontismo” y el modelo de Zapatero, a caballo entre una ONG y un clan feminista, superó el “buenismo” de la pasada legislatura y se ha desarrollado tanto en el seno del PSOE como en el Gobierno. Pero esta vez el dramático realismo de la crisis económica acabará por poner las cosas en su sitio. Aunque el precio de semejante clarificación será muy alto para el conjunto de los españoles, entre los que la propaganda oficial y oficiosa —y una derecha tontuna— se ha dedicado a propagar la idea de que el congreso del PSOE ha dado un giro hacia la izquierda. ¡Qué más quisieran! La izquierda moderna es hoy día la Democracia, con mayúscula, y no tibias reformas —demasiado parcas, por ejemplo en materia de laicidad— de derechos civiles, y menos aún las chicas de diseño de la corte de Zapatero, que empiezan a ser legión.