DOÑA ROSA DÍEZ

Artículo de Pablo Sebastián en “La Estrella Digital” del 14 de febrero de 2009

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

Si se confirmaran, en las elecciones autonómicas del primero de marzo, los resultados electorales que el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) otorga a los dos grandes partidos nacionales, estaríamos ante una llamativa coyuntura política en la que, entre otras cosas, el PSOE y el PP tendrían las llaves de la gobernabilidad en Galicia y el País Vasco, si ambos llegaran a un acuerdo. Lo que supondría un varapalo a los nacionalistas del BGN y PNV y un nuevo e histórico impulso a la cohesión nacional. Pero eso es aún mucho imaginar y por el momento sólo forma parte de la ficción preelectoral en la que, por la otra parte y a nivel nacional, se vislumbra un empate del PSOE y el PP a pesar de la crisis económica -por cierto, las posibles incidencias de los últimos escándalos de corrupción del PP no los recoge la encuesta, realizada mucho antes-, lo que no es una buena noticia para los populares porque no se benefician nada del esperado desgaste del Gobierno por causa del paro.

Quien sí saca partido de la situación es Rosa Díez y su partido UPyD. La diputada vasca con un liderazgo reconocido, merecido y muy valorado que la sitúa en segundo lugar de la escala nacional a poca distancia de Zapatero y muy por encima de Rajoy. Y su partido colocándose por delante del 3 por ciento de la intención de voto nacional, y subiendo sin parar. Lo que coloca a la nueva formación política en el quinto lugar nacional y no lejos del cuarto y del tercero que ocupan CiU e IU, respectivamente.

La fuerza de Rosa Díez tiene dos puntos de apoyo muy importantes. En un primer lugar figura su liderazgo personal, su defensa a ultranza de la unidad nacional -en el último debate del Congreso de los Diputados sobre el paro pidió a Zapatero un gran pacto nacional, o elecciones anticipadas-, y unas maneras nuevas y más democráticas de hacer política que están acaparando la atención de los jóvenes y de los desencantados de otras formaciones políticas. Y, por otra parte, Díez se beneficia del fracaso del Gobierno ante la creciente crisis económica, y la falta de liderazgo de la oposición, ahora inmersa en un gran charco de corrupción de dimensiones aún no conocidas.

Naturalmente, las elecciones gallegas y vascas no son el terreno propicio para comprobar el alcance del "efecto Rosa Díez", pero todo apunta a que en las elecciones europeas del próximo mes de junio, de circunscripción nacional única, se convertirá en su gran oportunidad para construir una gran fuerza política nacional si, como predicen los sondeos preelectorales, el cansancio de los ciudadanos frente a la incapacidad política del PSOE y el quietismo del PP provocan un trasvase importante de votos a UPyD. Y también en favor de la abstención, lo que dañaría sensiblemente al PSOE y al PP.

Un test, el europeo, que también pondrá a prueba el liderazgo y la capacidad de resistencia de Cayo Lara y de IU, tras la renovación de la coalición y la salida de Gaspar Llamazares del primer plano de la política. Naturalmente, si los de IU recuperan la iniciativa y el espacio político ello sería a costa del PSOE, sobre todo si de aquí al próximo mes de junio el número de parados ya está en las proximidades de los temidos cuatro millones y en camino hacia los cinco, lo que no sería nada de extrañar.

Sin embargo, y antes de llegar a las elecciones europeas, tenemos a la vista las citas autonómicas de Galicia y el País Vasco, donde se han iniciado las respectivas campañas electorales. Y de ellas podrían desprenderse noticias de alcance y puede que incluso grandes sorpresas si el PNV de Ibarretxe no consigue apoyos suficientes para gobernar en el País Vasco con la ayuda de sus colegas nacionalistas, ahora que Batasuna queda fuera de la campaña.

Si ello fuera así, por primera vez en mucho tiempo, incluso podría darse el caso -algo que soñaron Mayor Oreja y Redondo Terreros en el 2001- de que el PSOE y el PP tuvieran escaños suficientes para gobernar en Euskadi, lo que constituiría un gran acontecimiento. Aunque puede que también una desilusión, porque cabe temer que López preferiría, en ese caso, un pacto con el PNV de Urkullu (sin Ibarretxe, por supuesto) que con el PP de Basagoiti. Aunque todavía es demasiado pronto para especular porque aún falta por ver qué harán los votantes de Batasuna. Además, si se presentara la oportunidad del pacto españolista -PSOE-PP- en Euskadi, ello incluiría otro similar en Galicia, a favor del PP como ganador de la presidencia de la Xunta, y dejando de lado al BNG. Pero, insistimos, todavía es demasiado pronto para especular.

En todo caso, y al día de hoy, la única novedad y aire fresco que entra en la política española es el reconocimiento y ascenso de Rosa Díez. La que, por otra parte, debería ampliar su discurso nacional -en el Parlamento no puede porque no tiene tiempo- exponiendo un programa detallado sobre la crisis de la economía, y desplegando algo que hace falta en este país desde hace ya mucho tiempo: una reforma democrática, de verdad, que nos conduzca desde esta larga y agotada transición hacia un régimen democrático de los de verdad. Doña Rosa Díez, sin prisa y sin pausa, estas dos cuestiones las debería de abordar si quiere que se la considere, a ella y a su partido, algo más que un apeadero para castigar al PSOE y al PP. Para que la reconozcan como una ascendente, moderna y poderosa fuerza política nacional.