RAJOY Y LA "CAUSA GENERAL"

Artículo de Pablo Sebastián en “La Estrella Digital” del 16 de febrero de 2009

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

El Congreso Nacional del PP de Valencia no fue el de "la renovación", con respecto a la era de José María Aznar, sino el de ciertos relevos llevados a cabo por Mariano Rajoy, a favor de su camarilla particular y a medias con Francisco Camps y Javier Arenas. La renovación era imposible, porque el propio Rajoy es el mayor exponente del aznarismo, su heredero nombrado a dedo, su vicepresidente en la guerra de Iraq, su candidato (en las elecciones del 2004) cuando las mentiras de los atentados del 11-M, el que mantuvo en la cúpula del PP a Eduardo Zaplana y Ángel Acebes, del 2004 al 2008, y el que amparó la teoría de la conspiración etarra del 11-M durante cuatro años.

De manera que en el congreso del PP de Valencia no hubo renovación sino remodelación de cargos. Y ahora estamos hablando de la necesidad de una posible regeneración o refundación del PP, si todo esto de los escándalos se confirma y agranda, como parece a la vista de las primeras encarcelaciones y dimisiones políticas. Y, especialmente, si todo ello tiene un determinante impacto electoral negativo contra el PP, como lo sabremos en unas semanas -en Galicia y País Vasco-, y en unos meses en las elecciones europeas. Y la pregunta que se plantea es la de si Rajoy, presidente del PP, sabedor de no pocas cosas de las que ahora se hacen públicas, será eterno superviviente, y el encargado de hacer la regeneración o la refundación. Porque, ¿acaso no hizo él campañas electorales con Correa, acaso no ha sido incapaz de poner coto a los líos de Esperanza Aguirre en Madrid, o acaso no es el presidente de quien depende el tesorero del PP, Luis Bárcenas?

Y citamos a Bárcenas porque existe la posibilidad de que el juez Baltasar Garzón anuncie la imputación del hoy aforado (es senador) y tesorero del Partido Popular, Luis Bárcenas, por su presunta relación financiera con el primer encartado de la trama de los comisionistas y corruptores de cargos públicos del PP, Francisco Correa. Un riesgo que tiene atenazada, y puede que asustada, a la actual dirección del PP. Y a los primeros dirigentes de épocas anteriores, una vez que en sus primeras actuaciones el magistrado ha señalado que los delitos que investiga se remontan hasta el año 1999 -cuando gobernaba José María Aznar-, y que entre los posibles imputados figuran dirigentes aforados de este partido.

Si ello fuera así y las pruebas y los hechos le dieran la razón al juez, en ese hipotético caso no estaríamos hablando, como ha dicho Rajoy, al denunciar la obscena cacería y aparente connivencia política y judicial de Garzón con el ministro de Justicia, Mariano F. Bermejo, de una "causa general" contra el PP, sino de un escándalo nacional del PP. Porque semejante alto cargo de tesorero nacional del Partido Popular no es uno más dentro de la estructura del partido, sino un puesto crucial de la máxima confianza de su presidente, y la persona que gestiona, guarda y alimenta las finanzas y los "tesoros" del PP. Y no sólo desde que Rajoy llegó a la presidencia del partido sino desde los tiempos de Aznar.

Por todo ello, sorprendió que en el pasado Comité Ejecutivo Nacional, una vez que se conocían las primeras grabaciones del tal Correa, alardeando de haber entregado mil millones de las antiguas pesetas a Bárcena en su casa y en la sede central del PP de la calle Génova de Madrid, el tesorero nacional fuera de los pocos que no hizo uso de la palabra para calificar de mentiras lo dicho por Correa y tranquilizar a sus compañeros de partido, como llamó la atención que Bárcenas fuera también el único ausente en la fotografía de Rajoy rodeado de toda la dirección nacional y territorial del PP.

Puede que esta incógnita sobre la posible imputación de Bárcenas -quien, a fin de cuentas, puede depender de la locuacidad de Correa y de su adjunto, también en prisión, Pedro Crespo, ante el juez- es la que tiene en vilo a la dirección del PP. Y de ahí, entre otras cosas, su ansiedad por conocer el grueso del sumario que instruye Garzón con una calculada intencionalidad política y procesal, para que no se le escape, en esta "montería" de tan altos vuelos, la caza mayor. Y para evitar que los imputados aforados eludan su control y puedan ser investigados por Tribunales Superiores de Madrid, o Valencia, e incluso por el Tribunal Supremo.

En todo caso, bastante tiene ya Rajoy con lo que tiene en Madrid, donde la presidenta Esperanza Aguirre había puesto la mano en el fuego, días atrás, por "todos sus consejeros", y ya se la ha quemado gracias a Alberto López Viejo, su consejero en Cultura. Al que tiene que añadir al rebelde alcalde de Boadilla y el director general de la Puerta de Toledo. Al mismo tiempo que tiene pendiente de un hilo al hasta ahora presidente de la Comisión de Investigación de la Asamblea de Madrid, Benjamín Martín. Comisión que investigará el caso de los espías, los dossiers y las adjudicaciones públicas variadas. Como tiene en capilla y bajo muy variadas sospechas al consejero de Interior, Francisco Granados, al vicepresidente tan viajero (a Sudáfrica, Colombia, etc.), Ignacio González, y a sus dos colaboradores Pedro Antonio Martín Marín e Ildefonso de Miguel.

Y por si algo le faltara, al presidente del PP le han tocado Valencia, y de refilón -por la imputación del constructor y empresario de comunicación Ulibarri, acaparador de frecuencias audiovisuales del PP- también Castilla y León. De ahí que el Comité Ejecutivo Nacional, que parecía destinado a poner orden en la Comunidad de Madrid y relanzar la campaña electoral, se convirtiera en la citada "causa general" contra el PP, o del PP. A sabiendas, como lo saben muchos dirigentes del partido, que los escándalos podrían alcanzar a dirigentes de la época de Aznar y al ex presidente del Gobierno -como lo presentía Ana Botella cuando pidió el amparo del partido para su marido y sus colaboradores- si los hoy encarcelados y entre los documentos acopiados por Garzón se aportan declaraciones y pruebas que den fe de un gran tinglado de corrupción.

Si todo sigue como va y se van confirmando sospechas, y en el País Vasco y Galicia el PP sale mal parado y no saca provecho de la crisis económica y el desgobierno nacional, entonces vamos a asistir a una situación de fuerza y el máximo interés: o Rajoy saca la cimitarra y empieza a cortar cabezas en el PP; o algunos barones, encabezados por Arenas, piden su relevo y dan paso a otro líder del partido, en el seno del Comité o Junta Nacional. Cabe incluso que Rajoy haga la limpia y se retire, dando paso a otro (¿acaso al alcalde Gallardón?). Y sobre todo cabe que Rajoy se vuelva a enrocar, que espere a las elecciones europeas, que coquetee con un congreso del PP, que disimule y alargue los plazos, es decir, que se quiera quedar, por más que todo esto le ha estallado en las manos cuando ya lleva cinco años y medio al frente del PP.