CHANTAJE CATALÁN EN EL DEBATE DE LA NACIÓN

Artículo de Pablo Sebastián en “La Estrella Digital” del 11 de mayo de 2009

Por su interés y relevancia he seleccionado este artículo para incluirlo en este sitio web

 

Una espesa y democráticamente repugnante cortina de humo envuelve el debate político español cada vez que se habla de nacionalismo. En Galicia ese humeante telón ha caído al suelo, y otro tanto acaba de ocurrir en el País Vasco. Pero en Cataluña, y de una manera más esperpéntica en Baleares, se mantiene la impostura democrática y crece el desafío al Estado, de la mano de los nacionalistas de toda índole y pelaje: desde los independentistas que comparten la Generalitat con el PSC-PSOE, hasta los llamados moderados de CiU, que presumen de haber apoyado, con el PSOE y el PP, la gobernabilidad del Estado, cuando lo que hicieron fue simplemente alquilar sus escaños en Madrid a cambio de dinero o cotas de soberanía y siempre bajo amenaza. Un juego infame al que se prestaron Felipe González en 1993 y José María Aznar en 1996.

Por eso el líder de la oposición, Mariano Rajoy, debería iniciar su discurso en el debate parlamentario sobre el Estado de la nación denunciando a la Generalitat, que preside José Montilla, y más concretamente al PSC-PSOE y a ERC, por la violación de la legalidad constitucional, y los derechos y libertades de los ciudadanos que habitan en Cataluña y a los que les niegan su derecho a estudiar y a trabajar en castellano, y por pretender destruir, en plena crisis económica y social, la solidaridad entre las regiones exigiendo para Cataluña un sinfín de nuevas ventajas económicas y financieras, bajo la amenaza de derrocar el Gobierno de Zapatero si no se consienten sus abusos lingüísticos y sus demandas económicas. Sin olvidar en todo ello las permanentes amenazas de gobernantes catalanes y demás nacionalistas en contra del Tribunal Constitucional que debate los recursos presentados en contra del Estatuto catalán.

Ahora que parece que ha terminado el chantaje al Estado y a los ciudadanos del nacionalismo vasco, tantas veces amparado por las pistolas y los votos de ETA y de su entorno, ahora es el nacionalismo catalán el que, con el PSC-PSOE a la cabeza, se aprovecha de la crisis económica para violentar la legalidad y coaccionar desde el PSC al PSOE y al mismísimo Zapatero. El que, dados su escasa pasión por España y su único objetivo de seguir en el poder al precio que sea, está decidido a claudicar ante el chantaje catalán, que debería ubicar, acompañado de la crisis económica, el centro del debate parlamentario sobre el "estado de la nación" que se inicia este martes en el Congreso de los Diputados.

Rajoy, aunque no sea lo habitual, debe dirigirse en el inicio de su discurso a los diputados del PSC, ERC y CiU denunciando esta situación y después al presidente Zapatero por consentir y amparar semejante chantaje y atropello, cuando lo urgente y lo que está en juego es, ni más ni menos, el riesgo real de que España, país económicamente más débil y con más paro de nuestro entorno de la UE, pueda pasar de la recesión a la depresión, o perder el tren de la recuperación que otras grandes naciones occidentales están intentando arrancar, mientras aquí estamos debatiendo la cohesión nacional.

Alguien imagina que lo que pasa en Cataluña con el castellano pueda pasar en Francia, Gran Bretaña, Alemania o Italia con su idioma. ¿Qué broma es esa de que Cataluña es el único territorio occidental del mundo en el que no se puede abrir un colegio o una universidad que quieran enseñar en idioma castellano? ¿Acaso eso no viola la Constitución, contradice una sentencia del Tribunal Supremo y ataca frontalmente los derechos humanos y libertad de los ciudadanos? Y ¿acaso todo esto no lo bendicen y autorizan Zapatero y el PSOE, mientras hablan de bilingüismo en Euskadi, mientras en Galicia se recupera la normalidad y en Baleares se imita al nacionalismo catalán?

Semejante desvarío se acompaña de una política insolidaria y ventajista en lo financiero, económico e industrial en favor de Cataluña, bien por la vía de la reforma asimétrica del sistema de financiación autonómica, bien por decisiones gubernamentales más o menos secretas, porque secreto es al día de hoy el monto de las subvenciones que recibirá Wolskwagen del Gobierno para salir adelante en su crisis, mientras se hunden montones de empresas en el resto del territorio nacional. Sin olvidar que el traspaso de competencias del Estado a Cataluña supone, en plena crisis, más gasto y descoordinación.

Lo poco que queda en la despensa del Estado lo está repartiendo Zapatero en su solo beneficio personal, para asegurarse la estabilidad parlamentaria, para evitar una revuelta social -de ahí su política de caridad y subvenciones sociales-, y para ir pasando, como sea, los procesos electorales que tiene a la vista, arreglando por ejemplo los problemas económicos de los distintos canales privados de televisión, a los que se les regala la publicidad de TVE, que se financiará con un nuevo impuesto (telefónico) a los ciudadanos, a fin de que las grandes empresas audiovisuales del país apoyen a Zapatero y al PSOE en la distintas citas electorales, empezando por las europeas. Y, de paso, para salvar la ruina económica de los grupos editoriales afines a la Moncloa, La Sexta y Prisa, facilitando la fusión de las cadenas y sistemas de producción y emisiones codificadas, mientras se margina o maltrata al resto de medios de comunicación.

Todo gira en torno a la defensa y a la salvación de Zapatero, causante de la crisis de la cohesión nacional, el negador de la crisis económica, e incapaz de reunir un Gobierno de primer nivel o de tomar iniciativas que permitan ver el principio del fin de semejante situación. El mismo Zapatero que nos hablará de la guerra de Iraq, de hace más de cinco años, del 'caso Gürtel', en donde habitan algunos chorizos de PP; pero sobre todo Zapatero hablará del sorprendente regreso del aznarismo a primer plano de la vida política. Una realidad sorprendente porque dicho regreso de un rencoroso Aznar lo único que pretende, o que consigue, es dañar al PP y a Rajoy.

En todo caso, éstos son problemas internos de la oposición, que nada influyen en la dramática situación que viven los más de cuatro millones de parados españoles y los que están por llegar. Por ejemplo, en Andalucía, que ostenta el récord del paro de las regiones de Europa, mientras su ex presidente, el hoy vicepresidente del Gobierno, Chaves, se desvive por arreglar exigencias financieras de Cataluña, adonde piensa llevar la parte del león mientras les ofrece unas minucias a los demás.

Sólo un gran esfuerzo nacional de fuerzas políticas, sociales y económicas del país nos permitirá enfrentar la crisis, dejando para mejor ocasión otras batallas y ambiciones políticas como las que en estos difíciles momentos están planteando, bajo el paraguas de un chantaje político, el Gobierno de la Generalitat y el nacionalismo catalán. Con el discurso de la unidad deben actuar la totalidad de grupos parlamentarios del Congreso de los Diputados, dejando de lado la discusión ideológica y el ¿qué hay de lo mío?, al que nos tienen acostumbradas las minorías nacionalistas de la Cámara. Las que no parecen saber que sólo desde la unidad se puede afrontar esta crisis en la que también están inmersos los ciudadanos e instituciones autonómicas a los que dicen representar.