ESPAÑA EN DEPRESIÓN POLÍTICA Y ECONÓMICA

Artículo de Pablo Sebastián en “La Estrella Digital” del 31 de agosto de 2009

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web

 

Que nadie se llame a engaño, el presidente Zapatero no puede con la crisis económica ni sabe qué hacer con ella, lo que aumenta su desprestigio y su debilidad al tiempo que abre un frente de inestabilidad política del que para colmo pretenden sacar tajada sus propios compañeros socialistas del PSC - PSOE y los nacionalistas radicales que los acompañan en la Generalitat. A los que se suman los dirigentes de CiU con la habitual llantina pedigüeña y victimista de la clase política catalana que, en plena depresión económica, ha vuelto a mostrar su capacidad de chantaje y amenaza al gobierno con motivo de las de las noticias que mencionan importantes recortes del texto del nuevo Estatuto de Cataluña en la aún esperada sentencia del Tribunal Constitucional.

En estas graves circunstancias, Zapatero no tiene más prioridad política que la de salvar, a corto plazo, la estabilidad de su gobierno en el debate de los Presupuestos Generales para 2010, para luego intentar salvarse el mismo ganando tiempo e intentando llegar a las sesiones fotográficas de la futura presidencia europea que ostentará España en el primer semestre del año próximo. Para lo que ahora necesita, con la máxima urgencia, un pacto parlamentario de Presupuestos, y la paz social y la obediencia sometida de los líderes sindicales, a fin de que la nueva crecida del paro que se anuncia no acabe en una huelga general y desmonte el discurso del izquierdismo del presidente con el que Zapatero cree dejar a buen recaudo su base electoral, a la espera de un mejor tiempo económico si Estados Unidos, Alemania y Francia ponen en marcha el tren de la recuperación y el crecimiento.

Para conseguir la mayoría parlamentaria de los Presupuestos Zapatero llena de regalos a Coalición Canaria -de ahí el Consejo de Ministros convocado en las islas-, y promete al PNV que no entregará Álava a la mayoría del PP. Dos movimientos de ficha bien calculados y exhibidos ante las narices del Partido Popular que sostiene a ambos gobiernos. Asimismo, el presidente maniobrará para que la sentencia catalana del Constitucional no se haga pública antes de la aprobación de los Presupuestos y no se subleve el PSC y el gobierno catalán, desde donde Ernest Maragall hizo un llamamiento a la desobediencia a la legalidad y al control del gobierno de Madrid (donde, por cierto, ya tienen a su servicio a Zapatero, Salgado, Chaves, Chacón, Corbacho, Sebastián y Gabilondo).

Frente a la crisis económica y el paro Zapatero no tiene salida porque todo plan de choque para la recuperación del empleo y del crecimiento pasa por drásticas medidas del ámbito social (reforma del mercado laboral, incluida) que abrirían la caja de los truenos de los dirigentes sindicales -otros que se juegan mucho en esta crisis a nivel personal-, y desmontaría el presunto izquierdismo de Zapatero si estallara la huelga general.

Además, si el jefe del Gobierno, Zapatero, no se ha atrevido a imponer la presencia del Banco de España en los Consejos de los bancos y cajas de ahorro que recibieron importantes ayudas financieras del Estado -como lo han hecho los grandes países de nuestro entorno, Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Alemania, Bélgica, Holanda, etc., para vigilar la situación y garantizar la fluidez del crédito, que en España está congelado-, pues con más razón Zapatero no va a aceptar ningún ajuste social, y por eso seguirá con sus políticas de obras de caridad y dádivas menesterosas a los parados, mientras corre a palos a los dirigentes de la CEOE a los que acusa, sin decir verdad, de solicitar el despido libre y la ruina de la caja de la Seguridad Social, por pedir ayudas a las empresas en crisis y una reforma del mercado laboral. En realidad, este ataque a la CEOE -los banqueros son los buenos y los empresarios son los malos- le conviene al gobierno para vestir su discurso izquierdista y social.

El que incluye un aumento del coste social que, unido al aumento del gasto público del Estado y del autonómico por causa del reciente y absurdo plan de financiación de la Comunidades Autónomas -impuesto, como casi todo, desde la Generalitat- y a la bajada de la recaudación del Estado con motivo de la recesión/depresión imperante (hemos pasado del mas 0,9 del PIB en 2008 al menos 4,2 en 2009, cinco punto perdidos), nos conduce a un déficit público de más 10 por 100, lo que obliga al gobierno a la anunciada subida de los impuestos. La que aún no saben cómo van a hacer -Blanco insinuó ayer que subirán los impuestos a los sueldos de más de 50.000 € anuales-, cómo no saben cómo, ni a quienes, aplicar las ayudas de los 420 € para los desempleados sin subsidio de paro, ni cómo justificar ahora la supresión del cheque de los 400 euros por trabajador.

El resultado de todo ello nos conduce a que el gobierno ni tiene un plan contra la crisis y el paro, y si lo tuviera no lo querría ni lo podría aplicar porque ello supondría un gran pacto político, económico y social, lo que incluye el riesgo de enfrentarse -o negociar a fondo- con los sindicatos y poner firmes de una vez por todas al gobierno y al nacionalismo (en el que ya está inmerso el PSC) catalán. Y para alcanzar ambas metas, sin las que resulta imposible imaginar un plan de choque y la salida de la crisis, haría falta una coalición real o de facto entre el PSOE y el PP -a imagen de lo que ha ocurrido en el País Vasco-, primando el interés y cohesión nacional por encima de cualquier otra demanda, que es lo que exige la gravedad de la situación en la que nos encontramos.

La que ven con preocupación una gran mayoría de españoles -a los que ni importa ni engaña el discurso del presunto izquierdismo de Zapatero- y la que sigue negando el gobierno con su optimismo antropológico y mendaz, que ha llevado a decir hace poco al presidente que "ya ha pasado lo peor", aunque "vienen unos meses muy difíciles" (¿en qué quedamos?). De manera que para Zapatero primero no existía la crisis, luego nada mas reconocerla aparecieron los "brotes verdes", y ahora ya ha pasado lo peor. O sea que ha sido vista y no vista, es decir la crisis que nunca existió. A pesar de que el PIB viaja de la recesión a la depresión, del déficit público, de la destrucción de miles de empresas -muchas de ellas del sector industrial- de la caída del turismo y de los servicios, de la debilidad del sistema financiero y ausencia de créditos y del horizonte cercano de los cinco millones de parados que está al llegar. Un páramo desolador desde el que resulta imposible imaginar la soñada recuperación económica y social.