EL PSOE O UN PACTO PP, CIU Y PNV DEBEN CESAR A ZAPATERO

Artículo de Pablo Sebastián  en “Republica.es” del 26 de julio de 2010

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

Las declaraciones del presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Ben Bernanke, sobre la “incertidumbre” que planea sobre el segundo semestre del año y el riesgo de recaída global en la recesión constituyen una llamada de atención a los navegantes del proceloso mar de la política y exige mano firme en el timón y una sólida y coordinada tripulación para salir airosos del Cabo de Hornos que nos aguarda al regreso de las vacaciones del verano. ¿Está España preparada por tan ardua prueba? Nos tememos que no, y no solo por la debilidad del comandante de la nave que ha cometido todos los errores posibles en la tormenta de la crisis sino también por la falta de realismo y esfuerzo de los primeros dirigentes de la oposición.

 España tiene tres problemas urgentes que pueden llevarnos a un “crack” económico, financiero e institucional: la crisis económica y el paro; la financiera del crédito y la deuda; y la política de un gobierno sin credibilidad ni apoyos parlamentarios. Zapatero, desconcertado, nos dice que asume su responsabilidad, pero solo de palabra porque no dimite ni convoca elecciones como sería obligado en una democracia. Y lo que es más grave el PSOE lo consiente, y el Grupo Prisa con el diario El País a la cabeza, guardián de las esencias socialistas, ampara a Zapatero con la impudicia que amparó a Felipe González en el tiempo del GAL y de la corrupción. Mientras que en la oposición y a pesar de la gravedad del momento español el PP calla y se muestra incapaz de liderar un pacto para sacar a Zapatero del palacio de la Moncloa, para lo que sería necesaria la colaboración de PNV y CiU, formaciones políticas dedicadas a su reivindicación nacionalista sin entender la gravedad de la situación que también se cierne sobre Cataluña y el País Vasco.

En estas circunstancias, hemos asistido al espectáculo ofrecido por el presidente del PSOE, Manuel Chavés, y el líder de los socialistas de Madrid, Tomás Gómez, a quien el presidente socialista ha pedido por encargo de Zapatero que renuncie a ser candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid y le deje el sitio a Trinidad Jiménez, porque sale mal en las encuestas frente a Esperanza Aguirre. Gómez se resiste y no le falta razón porque podría responder que las encuestas le van mal por culpa de Zapatero y su gobierno, y añadir que Zapatero también aparece muy mal en las encuestas frente a Rajoy y lleva la PSOE desde el poder a la derrota, y a España a una gravísima situación.

A un complicado momento en el que la deteriorada nave española se acerca al peligroso Cabo de Hornos del otoño, donde hará falta mucho más que un nuevo gobierno para pasar la huelga general, las elecciones catalanas, la votación de los Presupuestos, los problemas de la deuda española y no digamos si regresa la recesión. Problemas económicos y financieros que siguen amenazando al sistema financiero español que, a pesar de la obligada generosidad con la que los medios españoles han acogido la derrota de España en las pruebas de estrés de los bancos europeos. Un examen que temerariamente había convocado Zapatero –desafiando a otros países y a los grandes diarios europeos- y en el que resultaron suspendidos siete bancos, un alemán, un griego y cinco cajas españolas, que en realidad son doce porque además de Caja  Sur, los otros consorcios incluyen a once cajas, y no contamos otras fusionadas en los últimos días que también habrían sido suspendidas Bastaba con ver la portada del Financial Times del fin de semana (ocultada en la web de la Moncloa), para comprobar cómo le ha salió a Zapatero el tiro por la culata (quien le mandaba a él desafiar a todo el mundo y presumir de que toda la banca y cajas españolas estaban bien).

Zapatero ha recibido en pocas semanas tres suspensos importantes: en el examen del sistema financiero del que dijo Zapatero que era “el mejor del mundo”; en la respuesta a la crisis una vez que la Unión Europea le obligó a cambiar toda su política económica  forzándole al ajuste del déficit público, cuando se negaba a ello diciendo que “se veían los primeros brotes verdes de la recuperación económica”; y en la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut que ha rectificado los aspectos soberanistas más importantes del estatuto catalán del que dijo Zapatero que “estaba limpio como una patena” de cualquier riesgo de inconstitucionalidad”.

Y ¿con semejante presidente del gobierno vamos a seguir los próximos veinte meses? Desde luego se comprende que Zapatero se resista –ya veremos hasta cuando- a hacer la crisis de su gobierno porque sabe que el primero en caer debería ser él, pero la hará para culpar a otros de su responsabilidad empeñado como está en llevar el PSOE al borde del precipicio y a España a una situación dramática y cercana a una “depresión” económica y financiera.

 La primera pregunta obligada es: ¿a que espera el PSOE para provocar el relevo de Zapatero? Y la segunda es la de ¿a qué esperan el PP, CiU y PNV, para derrocar al catastrófico gobernante con una moción de censura y la puesta en marcha de una coalición que gestione la crisis hasta las elecciones de 2012? Acaso ¿no pueden CiU y PNV aparca sus exigencias nacionalistas para hacer lo que hay que hacer en España y crear un horizonte de confianza y buen gobierno ante la segunda “tormenta perfecta” que se aproxima y que nos puede llevar a la depresión? Si algo está claro es que lo de Zapatero no tiene arreglo por su manifiesta incapacidad política y falta de talento personal, al que hay que añadir su actual y lógica situación depresiva. Un presidente que revela, como hizo ayer en el diario El País, que se pasó la noche del pasado 9 de mayo sin dormir “esperando el índice Nikkei” de la Bolsa de Japón, no solo necesita el descanso de las vacaciones sino su relevo al frente del poder y una larga cura de reposo fuera de la política, por su bien, por el del PSOE y por el de España. Y no convendría demorar ese relevo ni decir eso de que “en tiempos de tribulaciones no convienen las mudanzas”, porque hay mucho en juego y no se puede perder ni un minuto más.