UN CONGRESO EXTRAORDINARIO DEL PSOE

Artículo de Pablo Sebastián  en “Republica.es” del 30 de julio de 2010

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

Si Zapatero, el Gobierno y el PSOE piensan que lo peor ha pasado, con la escapada del ataque de los mercados internacionales a la deuda española en los primeros días de mayo, o con la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el estatuto catalán, o con el vuelco de la política económica y social impuesta por la UE, o con el fin de la presidencia de la UE, se equivocan. El semestre que termina con suspenso general a España, al presidente, su gobierno y el PSOE no es de menor alcance ni de menor riesgo que el otoño que se aproxima a marchas forzadas y donde esperan la huelga general (recalentada con la reforma laboral recién aprobada y que se presenta como insuficiente), la reforma de las pensiones, las elecciones catalanas y el debate y votación de los Presupuestos Generales de 2011.

Trabajos hercúleos en medio de la creciente inestabilidad, económica, empresarial e incluso financiera, donde el descrédito del presidente Zapatero y de su Gobierno –que ahora podría cambiar- es muy alto y se cierne negativamente sobre las expectativas electorales del PSOE, empezando por las elecciones catalanas del otoño que están al llegar. Si a ello sumamos la debilidad parlamentaria del Gobierno, ahora pendiente del hilo del PNV, y la indignación que no para de crecer entre los cuadros y dirigentes regionales del PSOE por todo lo ocurrido, la conclusión a la que se llega es que Zapatero debería convocar, lo antes posible, un Congreso extraordinario del PSOE que presente un nuevo líder que lo sustituya al frente del gobierno y del PSOE, de aquí al final de la legislatura, que diseñe una nueva política económica y social de acuerdo con la crisis planteada y redefina su caótica política territorial y modelo de Estado.

Esta sería la salida democrática a la crisis del presidente del Gobierno y del PSOE que reflejan las encuestas pre electorales anunciando el hundimiento socialista por doquier, y empezando por Cataluña, siguiendo por Andalucía, Madrid, Valencia, Aragón, Baleares y Castilla La Mancha entre otros lugares del territorio nacional donde la epidemia Zapatero ha causado estragos. Y esta salida del Congreso extraordinario del Partido Socialista es la que manejan en el PSOE no pocos dirigentes para intentar un vuelco “in extremis” de la situación y un lavado de cara que les permita llegar de otra manera a las elecciones autonómicas y municipales de 2011, que son la antesala de las generales de 2012.

El propio Zapatero acepta, con la boca pequeña, la idea de su sacrificio cuando dice que está dispuesto a tomar medidas “me cueste lo que me cueste”, o cuando señala que lo importante es España y no es su futuro político y personal, mientras se niega a responder a la pregunta de si será o no candidato a la presidencia en 2012. Pero el sacrificio de Zapatero puede llegar tarde si se espera a culminar el año 2010 y el citado Congreso se deja para primeros de 2011, y no digamos si lo aplazan para después de la que puede ser dramática derrota de los socialistas en los comicios municipales y autonómicos de 2011. Las encuestas publicadas estos días sobre los dos cuarteles de invierno socialistas, Cataluña y Andalucía, donde anuncian las victorias de CiU y del PP, respectivamente, dan una idea de lo que se avecina, y de la preocupación que impera en el seno del partido y las autonomías y municipios gobernados por los socialistas.

Pero Zapatero se resiste, hasta ahora, al sacrificio y busca ganar tiempo desesperadamente con el argumento de que no se puede marchar en plena tormenta porque eso es de cobardes, pero a sabiendas de que su presencia puede convertir la tormenta en huracán. De ahí que el presidente crea que con un cambio de gobierno soltará lastre y ganará tiempo a ver qué pasa en el otoño. Pero sus compañeros de partidos no piensan igual y en todo caso consideran de la mayor importancia que el nuevo gobierno tiene que tener la fuerza y la “calidad” suficientes para hacer frente a la difícil situación. A la vez que los distintos sectores enfrentados entre sí, la vieja guardia felipista, el entorno de Zapatero y la bronca permanente del PSC, consideran que todos ellos deben de poner a sus pupilos respectivos en los puestos claves del nuevo gabinete y colocar en los primeros lugares a sus preferido (Blanco, Chacón, Solana, Rubalcaba, etc) en pos de las vicepresidencias para que se visualice desde esa posición al futuro delfín.

Lo que está claro, desde ahora es que la situación política, económica, social y territorial de España no va a mejorar, sino que pude empeorar. Como está claro que Zapatero ya no puede esgrimir su discurso social que ha tirado por la borda por orden de la UE y los mercados, y que ahora deberá gobernar con pragmatismo liberal renunciando a su discurso político y social, y poniendo sordina a su disparatada idea de España como “nación de naciones”, porque todo eso retumba con indignación en el conjunto del territorio nacional, por más que de al PSC un respiro para sus elecciones autonómicas del otoño. El tiempo de Zapatero está agotado y el y su partido lo saben pero no tienen clara la hoja de ruta del relevo presidencial, ni el cómo ni cuándo hacerlo, y cada día que pasan van de mal en peor. Y pretender agotar la legislatura con Zapatero al frente sería un suicidio colectivo del PSOE que los llevaría al hundimiento de este partido y a una larguísima travesía del desierto en la oposición nacional y regional.

¿Qué hacer? Esa es la cuestión y la respuesta es una sola: Congreso extraordinario del PSOE lo antes posible. Felipe González así lo hizo en su decadencia, aunque la solución Almunia no le funcionó. Ahora las cosas están para los socialistas todavía peor, por el grave impacto social de la crisis económica que no parece amainar. De ahí que lo valiente no sea quedarse como dice Zapatero sino asumir sus errores y responsabilidad y marcharse de la presidencia del Gobierno y del liderazgo del PSOE, haciendo con ello un favor a España y a su partido a los que daño de una manera irreflexiva, temeraria y espectacular.