ZAPATERO SE JUEGA SU PRESIDENCIA

Artículo de Pablo Sebastián  en “Republica.es” del 29 de septiembre de 2010

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Mientras el presidente Zapatero estaba “en capilla” con su gabinete de huelga a la espera de las primeras noticias sobre la marcha del paro general convocado para este miércoles por CC.OO y UGT y sobre la estrategia del gobierno para valorar los que se anunciaran como resultados oficiales de la huelga general, el ex presidente del gobierno, Felipe González, y su presunto pupilo para la eventual sucesión de Zapatero al frente del PSOE, Javier Solana, presentaban en Madrid un libro titulado la “Reivindicación de la Política” como la respuesta y calculada crítica a los que han sido los pasados seis años de Zapatero. Convencidos de que la jornada de huelga, las primarias del PSOE en Madrid y la esperada derrota del PSC-PSOE en Cataluña dañarán irremediablemente el muy tocado liderazgo de Zapatero y dejarán el PSOE al borde del desastre electoral con vista a los comicios municipales y autonómicos de 2011 y a las generales de 2012.

Es verdad que los sindicatos CC.OO. y UGT y sus líderes Méndez y Totxo se juegan mucho, o casi todo, en la huelga general de este 29-S, pero el presidente Zapatero que ya ha perdido mucho prestigio y credibilidad se lo juega todo. Porque si la huelga fracasa será considerado responsable del hundimiento sindical y del daño causado a la izquierda española desde su presunto progresismo, aunque el presidente conseguiría un respiro para su difícil situación política y personal al frente del gobierno y del PSOE.

Pero si la huelga triunfa los grandes derrotados serán Zapatero y el Partido Socialista, y el país entrará, además de en una nueva y tensa controversia social, en una dinámica política en la que el relevo o sustitución de Zapatero al frente del Gobierno y del PSOE se convertirá en el debate recurrente de los próximos meses. Dando píe a una lucha de poder en el seno de los socialistas donde las huestes de Zapatero, que agita el ministro José Blanco y en donde el ministro Rubalcaba permanece muy activo para hacerse con un lugar en el eventual proceso de sucesión del líder, se enfrentarán a la vieja guardia felipista donde González, Almunia, Solbes, Solchaga y el núcleo duro del Grupo Prisa –la SER, El País y CNN- pujarán a favor de Javier Solana y de su experiencia política nacional e internacional para liderar el PSOE e intentar así reconducir las dramáticas perspectivas electorales en la que están inmersos ahora los socialistas.

La resurrección en las portadas del diario El Mundo de la crisis felipista de los GAL no tiene otro objetivo que el de pretender desactivar el renacer del felipismo y salvar tanto a Zapatero como a su renovado equipo de la dirección del PSOE del ímpetu de la que se muestra como muy sólida y activa vieja guardia del PSOE. No en vano el director de El Mundo es protegido y protector de Zapatero –aunque critique a su gobierno y el PSOE- y teme el regreso de González y de su corte política y mediática, de ahí el vuelco dado por este diario a favor de Trinidad Jiménez y en contra de Tomás Gómez en la batalla de Madrid por el control de la Federación Socialista Madrileña, que un día puede ser determinante en un eventual congreso socialista que decidiera la sucesión de Zapatero.

En cuanto a las consecuencias de la huelga general para PP y su líder Mariano Rajoy cabe esperar que sean mínimas globalmente por cuanto la huelga se hace en contra de la política laboral del Gobierno y del ajuste social del déficit público que el PP se negó a votar favorablemente en el Parlamento. Rajoy a pesar de ser contrario a la huelga como lo ha dicho a media voz no ha hecho nada para evitarla ni tampoco la ha denunciado con la contundencia y la coherencia que debían desprenderse de la actitud de un partido que es conservador. Pero al PP la huelga les conviene políticamente porque si fracasan los sindicatos ello les provocará una gran satisfacción; y si fracasa Zapatero lo mismo. El único problema que tiene el PP es que la huelga triunfe en Madrid, donde Esperanza Aguirre ha desafiado públicamente a los sindicatos negándoles los servicios mínimos del transporte y denunciando a los liberados sindicales, porque ello le sería imputado al PP sobre todo si en el resto de España la huelga tiene un seguimiento menor.

En cuanto al conjunto de los españoles el resultado de la huelga será tan malo como inútil porque en ningún caso podrá cambiar ni la política laboral del gobierno, aprobada por el Parlamento, ni los ajustes sociales del déficit público, tal y como lo ha advertido el propio Zapatero a sabiendas que la Unión Europea como los poderosos mercados internacionales no aceptarán una revisión de la política económica del gobierno que el presidente español cambió en mayo ante el ataque de los mercados internacionales a la deuda pública y privada española amenazando la estabilidad del euro. Un vuelco de gran dureza que recayó sobre el gasto social del gobierno de manera improvisada y urgente porque Zapatero primero negó la crisis y luego perdió dos años intentado dar una “respuesta social” que era tan irreal como imposible. Si el presidente hubiera sido capaz de reaccionar a tiempo se habrían evitados muchos daños a la economía y al paro en España, y sobre todo el actual enfrentamiento social de la huelga y el político que ha dejado Zapatero en franca minoría y dependiente del nacionalismo vasco del PNV.

En realidad la huelga general es una acción arriesgada de los sindicatos contra el giro a la derecha de Zapatero y su Gobierno, pero en definitiva contra su incapacidad política porque esta dramática situación que vive España con otros gobernantes quizás se habría podido evitar. En todo caso la huelga no arreglará nada en el campo económico y social, más bien empeorará la situación y la tensión social, pero si puede conseguir logros en el ámbito de la política si facilitan el final de la presidencia de Zapatero que sin duda sería un logro nacional.