EN SOCORRO DEL VENCEDOR

Artículo de Pablo Sebastián  en “Republica.es” del 06 de octubre de 2010

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Como dijo Felipe González en el homenaje a Pablo Iglesias y para amparar a Zapatero de su ya notorio declive político ahora toca “militancia pura y dura”. Pues bien con ese lema, y haciendo de la necesidad virtud, han salido ayer en tromba Zapatero, Blanco y Rubalcaba para aclamar a Tomás Gómez, prometerle el apoyo del PSOE en la batalla de Madrid frente a Esperanza Aguirre, y a la pobre de Trinidad Jiménez un “si te vi no me acuerdo”. Porque este “trío de la bencina” de las primarias madrileñas ha decidido subirse al carro del vencedor Tomás Gómez al que, para colmo, no pocos analistas y dirigentes del PSOE empiezan a mirarlo como el posible sucesor del Zapatero, lo que sería amén de una magnífica ironía toda una venganza política y casi poética.

A buenas horas enfundan el puñal esos dos “sicarios monclovitas” que son Blanco y Rubalcaba, y este último con el mayor de los cinismos y haciendo chistes para decir que él se equivoca la mayoría de las veces, lo que empieza a ser verdad. Pero los vítores a Gómez y el reconocimiento del enésimo error de Zapatero no van a borrar de la mente de Gómez, de su equipo y de un alto número de dirigentes y militantes del PSOE el espectáculo que en los últimos días ha dado el trío monclovita. Mientras son otros, mas avezados en el arte de la conspiración como el sector felipista del PSOE, los que están afilando las dagas plateadas a la luz de la luna con la intención de clavaras en las huesudas espaldas de Zapatero a nada que concluyan las elecciones catalanas, que son el cuarto y último acto del drama otoñal del presidente del gobierno.

Porque todo apunta a que el mes de diciembre será decisivo en el Partido Socialista, una vez que todos han llegado a la conclusión de las elecciones municipales de mayo (y las autonómicas que las acompañan) están perdidas de antemano y que la sola manera de frenar la hemorragia de pérdida regional y local del poder del PSOE será de la poner en marcha el proceso de sucesión de Zapatero. Por las buenas o por las malas, para ver si todavía se pueden salvar algunos muebles del incendio general que arrasará a este partido en todas y cada una de las citas electorales previstas, empezando por Madrid, siguiendo por Cataluña y después en las municipales de 2011 y las generales de 2012.

En esta operación del cese, dimisión o “impeachment” de Zapatero estaban implicados no solo los barones periféricos y el núcleo duro felipista del PSOE sino otros traidores del gobierno o del entorno de la Moncloa, como Blanco y Rubalcaba, que aspiraban a suceder al líder y que con su derrota en Madrid han perdido mucho peso, y no están para enfrentarse a un político en alza y emergente como Gómez, o a un peso pesado del felipismo como Javier Solana, que sigue siendo el tapado de la vieja guardia. Por más que si se abre la veda del presidente van a salir candidatos y, ojo, candidatas por doquier.

De momento estamos en el tercer acto del drama del otoño monclovita, y a tan solo cincuenta días de la cita electoral catalana donde la derrota de Montilla y del tripartito no solo caerá también sobre las espaldas de Zapatero sino que abrirá en Cataluña una gran batalla ideológica y política por el control del PSC, entre su flanco nacionalista, y el españolista o catalanista. Una crisis que será presagio de todo lo demás y de la que tiene Zapatero una alta responsabilidad por haberle dado alas al estatuto catalán, en primer lugar siguiendo la primera y disparatada propuesta de Maragall, y luego la que se pactó con Montilla y Mas, que finalmente ha rectificado el Tribunal Constitucional, aunque menos de lo que cabía esperar.

Este de Cataluña será el último acto del drama, y ahora estamos en la representación del tercero con las sonrisas estiradas de Zapatero, Blanco y Rubalcaba, mientras Trini y Lissavesky hacen mutis por el foro y el público de la bancada conservadora del teatro se regodea con la parte tragicómica de este acto que pretendió un trágico final y que ha sorprendido con este bonito pasacalles y carnaval del trío de la bencina madrileña, que sonríe y disimula a pesar de que llevan escrito en la frente su dramático final.