VOLADURA
CONTROLADA DE ZAPATERO
Artículo de Pablo Sebastián en “Republica.es”
del 20 de octubre de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Aunque oficialmente es Zapatero
quien ha hecho la crisis del Gobierno que encumbra a Rubalcaba como hombre
fuerte del Ejecutivo y del PSOE, todo indica que el nuevo
vicepresidente primero y doble ministro Portavoz y de Interior ha jugado,
con el apoyo de Felipe González y la vieja guardia del PSOE, un papel decisivo
no solo en su rutilante ascenso que lo sitúa como sucesor de Zapatero en el
cartel electoral del PSOE para las elecciones de 2012, sino también en la
composición y la estructura del Gabinete.
Lo que apunta que la crisis la han hecho a medias
Zapatero y Rubalcaba, que estamos ante el principio del fin de Zapatero,
o puede que incluso ante la voladura controlada del líder socialista a manos de
la guardia felipista del PSOE. La que, en este nuevo
gobierno, ocupa posiciones esenciales como la vicepresidencia primera con
Rubalcaba, la vicepresidencia tercera de Chaves, el ministerio de la
Presidencia de Jáuregui, el ministerio de Educación de Gabilondo, y el de
Asuntos Exteriores de Jiménez, todos próximos a Felipe González. Y a no
perder de vista a la vicepresidenta segunda de Economía, Elena Salgado,
que es una persona muy próxima a Rubalcaba.
Otra señal que abunda en la idea de la paulatina
despedida de Zapatero se aprecia en la caída de sus colaboradores de confianza:
la vicepresidenta de la Vega y el ministro Moratinos. Y en la pérdida de peso e
influencia de los ministros Blanco y Chacón que aunque permanecen en sus
puestos de Fomento y Defensa, han perdido la batalla de la vicepresidencia
primera del Gobierno y de la sucesión de Zapatero a la que aspiraban y en la
que Rubalcaba tiene todas las de ganar. Porque su super
vicepresidencia lo señala como “delfín” del presidente –al igual que ocurrió en
el
PP cuando Aznar nombró vicepresidente primero a Rajoy tras las
elecciones generales del año 2000-, y porque a partir de este momento la
capacidad de maniobra de Rubalcaba será muy grande tanto en el Gobierno como en
el PSOE.
Hasta el punto que en cierta manera se puede decir que
Zapatero será rehén de Rubalcaba porque no se podrá permitir una discrepancia
abierta con tan poderoso señor, en el que el presidente del Gobierno ha
depositado toda su confianza –y su futuro personal- para recuperar la imagen
del Gobierno y el electorado del PSOE, y para desafiar abiertamente a Rajoy y
al PP.
Un partido el PP que ha quedado descolocado y
preocupado por el ascenso de Rubalcaba, al que temen y “odian” por su
agresividad tras los atentados del 11-M en Madrid, que provocaron la derrota de
Rajoy en 2004, y al que han acusado recientemente de utilizar la policía y
servicios de información de Interior contra el PP. Y los populares saben muy
bien y conocen la gran capacidad, experiencia y habilidad dialéctica del nuevo
número dos. No en vano Rubalcaba ha sido el artífice de la reconducción del
primer estatuto catalán que aprobó Maragall para luego lograr el pacto de su
reforma con Artur Mas, estuvo y sigue estando en el
proceso negociador con ETA, fue persona clave en el pacto de los Presupuestos
de 2011 con el PNV,
y tiene tirón y ascendencia, a favor y en contra, en los medios de
comunicación. Y especialmente en el Grupo Prisa, que es su multimedia de
cabecera y que ha colaborado de manera muy directa en este golpe de mano del felipismo para colocar a Rubalcaba como hombre duro y
fuerte de la situación.
No cabe la menor duda de que se inicia una nueva etapa
política porque al vuelco de la política económica que dio Zapatero el pasado
mes de mayo, tras renunciar a su discurso progresista y social, ahora llega el
vuelco en el Gobierno y la primera e inequívoca señal de que el presidente y
líder del PSOE podría estar preparando, con tiempo, su retirada del primer
plano de la vida política nacional. Aunque, conocido su optimismo voluntarista,
no cabe duda de que a Zapatero siempre le quedará la esperanza de salvarse de
la quema y de continuar, o al menos de lograr una salida airosa del poder y
menos dura de la que le esperaba. En cuanto a Rubalcaba hay que señalar –y él
lo apreciará cuando se le pase la euforia del momento y regrese pronto a
conectar con la realidad- que sus adversarios no solo están en el PP sino y
sobre todo en la crisis económica y social que inunda el país. Un enemigo
temible y casi imposible de derrotar.