ZAPATERO
Y PSOE REHENES DE RUBALCABA
Artículo de Pablo Sebastián
en “Republica.es”
del 20 de diciembre de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
El formateado es mío (L. B.-B.)
¿Se imagina alguien lo que pasaría en el PSOE
si Rubalcaba dijera que abandona el Gobierno y le devuelve todo el poder
a Zapatero,
porque no está dispuesto a seguir si no lo invisten presidente y se pone punto
final a su presidencia interina? Pues esta posibilidad es la que tiene a
Zapatero y al PSOE convertidos en servidores y rehenes de Rubalcaba al que han
entregado todo el poder del gobierno y del partido, convencidos de que puede
ser su última tabla de salvación y de que el vicepresidente tiene la capacidad
de gestionar los graves problemas que están hundiendo este país, lo que está
muy lejos de ser verdad como se aprecia en el “estado de alarma” que Rubalcaba
acaba de prolongar, mientras Zapatero se mece en su depresión política y
personal.
Que Zapatero haya entregado el poder a Rubalcaba se
entiende, pero que el Partido Socialista renuncie a su protagonismo ante su
propia crisis, además de la nacional, resulta sorprendente porque ellos son los
primeros autores y responsables –y como tales lo pagarán en las urnas- de
cuanto acontece en la vida política, económica y social de este país. Y así lo
deberían entender sus dirigentes (incluso la oposición del
PP, que habla mucho de
Zapatero y Rubalcaba y poco del PSOE) por más que unos y otros estén
“fascinados” con el patético final de Zapatero y se jueguen a la sola carta de
Rubalcaba.
Este “Jocker” rijoso -y
particular verdugo de Zapatero- que acaba de viajar a Afganistán sin más motivo
que el de hacerse unas fotos con los soldados españoles allí desplegados, para
dejar claro que el presidente en funciones desde hace ya varios meses –incluso
antes de asumir la vicepresidencia- es él, devaluando de paso a la ministra
Chacón con la que Rubalcaba parece tener algunas cuentas pendientes por saldar.
Lo que no parecen entender los dirigentes y militantes
del PSOE es que Rubalcaba se ha autoproclamado presidente del Gobierno sin
pasar por unas elecciones y líder del PSOE sin someterse a un Congreso del
partido, como si Zapatero fuera una monarca desahuciado –el “zombi” le llaman
algunos analistas del diario gubernamental El País-, que ha decidido
abdicar de sus poderes en su vicepresidente, mientras él intenta alejarse del
foco de la actualidad que lo señala como autor de un drama llamado España
donde, además de un “estado de alarma” temerario y preventivo, se viven
momentos de alta tensión social –los sindicatos han anunciado otra huelga
general para el mes de enero-, y de riesgo de quiebra financiera del Estado y
de rescate de urgencia por los fondos de salvamento de la Unión Europea.
Posibilidad cada vez más cercana a la vista del ataque
de los mercados y de los altos tipos de interés que paga nuestro país y que se
comen el ahorro del déficit público anunciado por el Gobierno (desbordado por
las Autonomías) además de otros síntomas alarmantes como el aumento del
paro (hacia los cinco millones de desempleados), de la crisis del sistema de
pensiones, la progresión de la morosidad en los bancos, etcétera.
Confirmando que el Gobierno va a remolque de unos
acontecimientos que no controla y lo desbordan mientras Zapatero se desvanece y
el pintoresco Rubalcaba se convierte en hombre orquesta que maniobra con su
particular descaro, convencido como está de que esta situación –el deterioro
institucional y el hundimiento económico de España- es su gran oportunidad y no
solo la de Rajoy . Un Rubalcaba que incluso, y aunque
disimula, espera que ETA le anuncie en próximos días el final de su “lucha
armada” o de sus crímenes, como si eso fuera un triunfo que permitirá adornar
la despedida de Zapatero.
Lo más llamativo de este circo de la política es que
Rubalcaba se presenta como una novedad cuando ha sido el cómplice en primera
línea de todas y cada una de las andanzas y errores de
Zapatero al que espera sustituir si en estas fiestas de Navidad se logra un
pacto –en el PSOE y con CiU, PNV y CC- para la dimisión de Zapatero, la
posible investidura de Rubalcaba o un adelanto electoral donde Rubalcaba
figure como el candidato presidencial.