SERIO
DISCURSO DEL REY
Artículo de Pablo Sebastián
en “Republica.es”
del 25 de diciembre de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Mientras la clase política española continúa con su
espectáculo habitual de irresponsabilidad (por parte del Gobierno) y
oportunismo electoralista (por el lado de la Oposición), el Rey don Juan
Carlos I ha
pronunciado un serio discurso de Nochebuena
poniendo el acento en la gravedad de la situación española y en los problemas y
dificultades económicas y laborales que hoy afectan a millones de familias
españolas. Declarando su confianza en la capacidad y tesón del pueblo español
para salir de tan difícil situación pero a la vez haciendo un llamamiento a la
unidad y responsabilidad de todos los responsables políticos. Un aviso o toque
de atención que difícilmente será escuchado por los distintos partidos del arco
parlamentario que han perdido demasiado tiempo en disputas e inútiles polémicas
mientras el país se les iba de las manos, y los ciudadanos eran abandonados a
su mala suerte en una clamorosa orfandad, sin que en el horizonte se atisbe la
menor señal de liderazgo, o de cambio radical de la penosa situación en la que
estamos.
Este grave discurso del Rey es sin duda el mejor de
los últimos años porque seguramente coincide con el sentimiento y la visión que
la gran mayoría de los españoles tienen de la situación española. Y contrasta con
la frivolidad del presidente
Zapatero en su recepción navideña donde se dedicó a
hacer adivinanzas sobre su futuro político; o con el video navideño y
peliculero de Rajoy; o con las desafiantes palabras de Artur
Mas en su discurso de investidura, faltando el respeto a la lealtad y legalidad
constitucional, de la que se mofa insistiendo en la autodeterminación y el
desprecio y acoso de la lengua española en Cataluña. Asunto sancionado por los
altos tribunales del Estado y que desprecia el PSOE a través del PSC y del vicepresidente
Rubalcaba en el nombre del Gobierno, dando prueba de
irresponsabilidad de unos y otros en tan graves circunstancias como son las
españolas.
Quienes hayan escuchado con atención las palabras del
monarca habrán podido advertir también no solo su seriedad y preocupación con
lo que ocurre en España sino su compromiso con el liderazgo de la Corona y la función
de Jefe del Estado que desempeña subrayando –como un aviso a navegantes- que va
a seguir “con pasión” al mando de la nave, con lo que corta en seco cualquier
posible especulación con su abdicación o cosa parecida si es que eso estaba en
la mente de alguien.
El Rey ha querido, asimismo, advertir sobre la
necesidad de derrotar a ETA en un tiempo en el que circulan rumores sobre un
nuevo comunicado de la banda y de posibles y secretas negociaciones entre los
etarras y el Gobierno por mas que se desmientan una y otra vez por portavoces
oficiales.
Don Juan Carlos
I ha estado en su sitio y a la altura de las circunstancias. Pero mucho nos
tememos que sus graves palabras van a servir para bien poco, porque quienes
detentan el poder y son responsables directos de esta situación, como es el
caso de Zapatero
y su Gobierno y el PSOE, no están por la labor de que nada cambie sino, al
contrario, de resistir hasta el último minuto al frente del poder aunque ello
nos lleve al desastre, empezando por el riesgo de quiebra y de rescate
financiero del Estado español por parte de la Unión Europea. Y también porque
quienes están en
la Oposición no
están dispuestos a dar su brazo a torcer o a forzar un proyecto unitario
nacional porque la crisis y el deterioro español les abre de par en par las
puertas del poder.
Lo que no dijo el Rey, y además esa no es su función,
es que el régimen de la transición está agotado o moribundo y que este país
necesita no solo una respuesta a la crisis, política y estructural, sino
constitucional, moral y a la vez democrática, poniendo en marcha una nueva y
necesaria etapa de este país que, como ha quedado demostrado ante el desafío de
la crisis, no está en condiciones políticas e institucionales de reaccionar
ante los problemas que se nos presentan y los que están por llegar.
Don Juan Carlos no habló en su alocución navideña,
exenta de cualquier concesión literaria o de festividad, del “estado de alarma”
imperante en España que constituye otro fiasco y una prueba flagrante del
fracaso o de la incompetencia política del Gobierno porque semejante situación
solo es propia para momentos de excepcionalidad. Una “alarma” que sobre todo
está en la ciudadanía, que afecta a los mayores por el daño que se avecina a
las pensiones, a los jóvenes porque la falta de trabajo y al conjunto de la
ciudadanía por las malas perspectivas que se presentan para 2011. Un año que
incluye una importante cita electoral, lo que sin duda aumentará la tensión y
la discrepancia política aunque puede nos ayude en la necesaria clarificación
del panorama nacional.