ZAPATERO ESTÁ PERDIDO, ¿Y ESPAÑA TAMBIÉN?

Artículo de Pablo Sebastián  en “Republica.es” del 17 de enero de 2011

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

El debate que Aznar y Rajoy quieren abrir sobre la reforma del Estado de las autonomías, sin la mínima precisión, no pasa de ser un nuevo adalid electoral del PP que se niega a responder públicamente los desafíos de Artur Mas sobre la independencia catalana, y que oculta que la primera y principal reforma pendiente de España –amén del modelo democrático, para poner fin a esta partitocracia funcionarial y privilegiada- es la Ley electoral que prima a los nacionalistas frente al resto de los españoles y que permite la insolidaridad interregional y el chantaje permanente al gobierno nacional. Pero esta derivada de debate autonómico no aporta en este crucial momento de la economía española, nada definitivo ni inmediato porque lo que está en juego, el sistema financiero español, necesita de otra medicina más urgente y de choque que el Gobierno no acaba de encontrar y que no interesa al primer partido de la oposición.

Al día de hoy, excepción hecha de unas ráfagas de optimismo por la última y cara subasta de deuda española o el “rebote” de la Bolsa de Madrid que parecen más espejismos que realidades, nada permite afirmar que el riesgo de intervención y rescate por la UE y el FMI del sistema financiero español haya sido conjurado o no se vaya a producir. Y esta situación que Aznar, tan imprudente como agorero, da por perdida nos puede llevar a una crisis de desprestigio mundial que espante y encarezca la inversión extranjera y deje las entidades financieras españolas –amén de la deuda del Estado- y  empresas en la peor situación y generando un mayor número de parados.

El peligro de la “intervención de derecho” es real y certificaría el final de Zapatero y el hundimiento electoral del PSOE  (y los sindicatos), así como la victoria y llegada del PP al Gobierno para: poder gestionar una herencia ruinosa; y despejar las incógnitas de pesan sobre su misterioso programa de Gobierno y la capacidad de Mariano Rajoy para tomar decisiones. Lo que está por ver por su proverbial inmovilismo y habilidad para dejar pudrir los problemas de España para no contagiarse o ayudar a Zapatero, y los del PP para no complicarse la vida y agotar a sus competidores internos como hizo con Camps, Gallardón, Aguirre, Cascos, Rato, Pizarro, Zaplana, etc.

Por mucho que se asome a las almenas de La Moncloa a ver si aparece en el horizonte un milagro, Zapatero no tiene salvación y su empeño en seguir al frente del Gobierno y del PSOE –dicen que para “inmolarse”-, perjudica a España y su partido porque este personaje arrastra una merecida mala fama por sus graves errores donde se incluyen el desprecio a la nación española, la ruptura de la cohesión y la solidaridad nacional con el estatuto catalán, la fallida negociación ¡política! con ETA, y negación de la crisis económica a la que se añade un retraso de dos años y medio –de enero de 2008 a mayo de 2010- para tomar medidas importantes.

Es verdad que Zapatero, tarde y a la desesperada, está intentando arreglar parte de sus desastres con ajuste duro del déficit y la conversión de las Cajas de Ahorros en bancos (en pos de la financiación privada), a ver si logra espantar el fantasma del rescate financiero de España. Asimismo, el presidente busca a duras penas la paz social y sindical, y hace guiños a los dirigentes de Batasuna a ver si logran de ETA el comunicado de un alto el fuego “definitivo” y el final de ETA, lo que según las últimas noticias no es factible porque ETA se niega a desaparecer.

Pero tan arduas empresas no son fáciles y menos aún si se pretenden llevar a cabo en un tiempo récord y en lucha permanente contra el reloj, para ver si Zapatero cosecha algunos resultados antes de las elecciones municipales y autonómicas de mayo o de su partida. Cita donde las encuestas auguran el desastre y pérdida de gran parte del poder regional y municipal del PSOE.

Lo que añade dos problemas: la rebelión de barones regionales del PSOE que culpan a Zapatero de llevarlos a la debacle; y la batalla por la sucesión del líder donde están implicados la vieja guardia del PSOE con Rubalcaba; Zapatero con Blanco o Chacón; y los jóvenes emergentes, Gómez, Vara, Barreda, etc. Y, por si algo les faltará, la crisis y el riesgo de ruptura está amenazando el PSC, y aparecen escándalos de prevaricación que marcan a Chaves, Blanco y Gómez.

Por estas graves y objetivas circunstancias Zapatero no tiene salvación, y su deseo de cargar personalmente con el coste de estos desastres, y sobre todo del ajuste social de la crisis económica, lejos de quitarle lastre a su partido o al futuro sucesor, lleva al PSOE a la catástrofe electoral de mayo, sobre la que se cimentará la derrota socialista en las generales de 2012.

Sin embargo, de aquí a esa fecha quedan 14 meses y la esperanza general de que España no sea intervenida, desprestigiada y luego rescatada por la UE y el FMI, como lo presume Aznar. Y la pregunta es ¿alguien –acaso el PP, hoy escondido tras la peticiones de elecciones anticipadas, o el PSOE apartando a Zapatero del poder- puede hacer algo mas de lo que hace el Gobierno y la Unión Europea (por la cuenta que le trae) para liberar nuestro país de semejante riesgo y desprestigio? Los optimistas creen que no pasará nada porque se ha tocado fondo, pero nadie tiene la certeza de que eso sea así y semejante incertidumbre, lejos de convocar una urgente, nacional y decidida acción, está cultivando un extraño fatalismo en espera de que el tiempo o el destino nos traigan el desastre o la solución.