MONCLOA NO DESCARTA UNA CRISIS DE GOBIERNO



 Artículo de Pablo Sebastián en “La Estrella Digital” del 21.11.05

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

El suspenso de la última encuesta del CIS ha encendido las alarmas en el Palacio de la Moncloa y en el PSOE, lugares donde no se descarta una crisis de Gobierno y la ruptura de las negociaciones sobre el nuevo Estatuto de Cataluña para provocar su devolución a Barcelona, una vez que el tripartito catalán les apruebe los Presupuestos del 2006. Y para intentar poner fin a una polémica y a una política errónea que no sólo daña las expectativas electorales del PSOE sino que está poniendo bajo mínimos la credibilidad y la capacidad política del presidente Zapatero y de su Gobierno. Basta ver a Zapatero perdiendo los nervios y el talante hablando “bazofia informativa del PP” y a su ministro Montilla, bajo sospecha de corrupción y tráfico de influencias políticas, insultando a los que democráticamente les piden una explicación o su dimisión.

La estrategia de culpar al PP de la crispación o del deterioro del presidente y del PSOE en las encuestas del CIS carece de la menor credibilidad porque numerosos dirigentes del PSOE —ayer mismo lo repetía Alfonso Guerra, criticando el Estatuto de Cataluña y pidiendo un pacto con el PP— y notorios miembros del Gobierno, como el titular de Defensa, José Bono, coinciden con el Partido Popular a la hora de rechazar el proyecto de Estatuto catalán y de reforma constitucional. Dos arriesgadas iniciativas pilotadas por nacionalistas y abanderadas por un presidente del Gobierno que, desde una exigua minoría parlamentaria y sin saber a dónde va, se ha internado en un laberinto de donde no sabe salir y donde cada día que pasa parece más perdido.

El mensaje de “optimismo” lanzado por la Moncloa en el diario El País este domingo, diciendo que se va a reafirmar “el núcleo duro del Gobierno”, integrado por Zapatero, De la Vega, Solbes, Serrano, Moraleda, Rubalcaba y Blanco, es patético por la calidad y capacidad política de muchos de los citados, excepción hecha de De la Vega y Solbes, lo que prueba que la crisis del Gobierno está en puertas y es más necesaria que nunca. ¿Cómo van arreglar la crisis del Gobierno y del PSOE con unos fontaneros de segundo nivel? Rubalcaba, el más experimentado de todos, hace semanas que ya se ocupa un poco de todo, del Parlamento, del Gobierno y del PSOE, lugar donde haría falta hacer otra crisis del equipo directivo.

Además, el propio vicepresidente Solbes ha hablado más de una vez de su cansancio político y sus dolores de espalda —“soy como el abuelo de Heidi”, dijo hace poco—, insinuando su retirada, y el ministro de Defensa, José Bono, el político mas valorado en las encuesta del CIS, ha dicho a quien ha querido oírle y delante del Rey que está decidido a abandonar el Gobierno si sigue adelante el Estatuto catalán. El problema de Bono está en que si no dimite lo van a cesar, porque Zapatero y su entorno creen que está jugando sus cartas para sustituir al presidente en caso de problemas de una mayor envergadura. Una eventualidad extrema para la que en ciertos círculos del PSOE —de Prisa y Gobelas, o de Polanco y González— ya se ha mencionado más de una vez el nombre de Javier Solana.

Del resto del Gobierno, y salvo muy pocos casos
—Interior, Justicia, Sanidad—, nada positivo a destacar, salvo señalar que empeoran con su mala imagen y gestión pública la propia imagen del presidente. De manera que lo del “núcleo duro” es un truco infantil, un parche que podría solucionar un pinchazo pero que no arregla los fallos del motor ni del piloto del vehículo del poder. Y que desvela que el problema planteado no es sólo del presidente y de su Gobierno, sino también del equipo monclovita y de la dirección del PSOE, donde José Blanco está demostrando una incapacidad personal y política a juego con la de Zapatero en el Gobierno.

Y aunque el relevo en numerosos ministerios del Gobierno —Exteriores, Industria, Fomento, Cultura, Medio Ambiente, Trabajo, Educación, Vivienda y Agricultura— es una necesidad perentoria y le daría un respiro al presidente, sería insuficiente si no se produce un cambio radical en las políticas que se habían convertido en el objetivo de la presente legislatura, como la reforma constitucional y de los Estatutos de Autonomía, así como la negociación con ETA, que de momento no conduce a ninguna parte y que no será viable sin el consenso del PP.

Porque si a la crisis de Gobierno no se le añade la liquidación del Estatuto catalán, siguiendo el modelo del Plan Ibarretxe, es decir, devolviéndolo a sus autores para que sean ellos quienes lo rectifiquen, el deterioro actual del presidente irá a más y en caída libre. Y además resulta impensable que políticos de primer nivel y de talento, visto lo que pasa en la Moncloa, se quieran embarcar en un Gobierno que viaja sin rumbo y a la deriva. Y si no hay crisis de Gobierno ni de proyectos políticos, el presente y el futuro de Zapatero será tan complicado como el de su aliado Pasqual Maragall, hoy preso de su partido y pendiente para su supervivencia política del incierto o más bien negro futuro del Estatuto catalán. La piedra de granito que se colgó del cuello antes de echarse a nadar.