BLOQUEO DEL PP Y LA BALA DE “CHEROKI”



 Artículo de Pablo Sebastián en “La Estrella Digital” del 16.01.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

La crisis nacional española tiene visos y muchas posibilidades de empeorar por la escasa capacidad del PP para actuar y movilizar a la sociedad civil española, y por los graves riesgos a los que Zapatero está llevando su Gobierno y su partido con su ciega cabalgada nacionalista, a lomos de unos aliados que no son de fiar y dependiendo de la promesa de ETA de no matar mientras se van cumpliendo sus exigencias —incluida la asamblea de Batasuna, se entiende—, que irán de menos a mas.

No sabemos para qué ha servido el misterioso retiro de la cumbre toledana del PP, ni para qué va a servir la convención que este partido ha convocado para el mes de marzo. Las cosas siguen como están en el seno del Partido Popular a pesar de que, oyendo a Rajoy en Santiago, España está en un momento muy grave de crisis constitucional y de violación de la legalidad (por los Estatutos y la asamblea de Batasuna) y el PP no hace nada por evitarlo, salvo denunciarlo en mítines y medios, pero nada más, porque a lo mejor les ha dicho Arriola que la lluvia fina va calando y que están en situación de un empate técnico preelectoral, lo que para la dirección del partido “no está nada mal”.

Asistimos, pues, a dramáticos discursos de Rajoy que no se corresponden con la acción política. ¿Por qué no acuden a los tribunales? ¿Por qué no presentan en el Congreso de los Diputados una moción de censura? ¿Por qué siguen de comparsas en el debate de un Estatuto inconstitucional legitimando la mascarada? ¿Por qué, si Zapatero es tan cobarde como dicen, no se presenta Rajoy en Barakaldo a la puerta de la asamblea de Batasuna?

Y si quieren recuperar el centro, ¿por qué no reconocen los errores y mentiras de la guerra de Iraq y del 11M, borrando de la dirección del partido a los responsables más directos de todos estos disparates que les llevaron a la pérdida del poder, los Zaplana, Acebes, Trillo, etc., en vez de dejar las cosas como están para que los desconcertados votantes del centro se vean en la tesitura de escoger entre el disparate de Zapatero y el fantasma de Aznar?

A Rajoy se lo llevan los demonios ante la crisis nacional, pero no hay noticias que les permitan a muchos ciudadanos confiar en un PP decidido y renovado porque nada de eso ven en la acción de su dirección. Y lo que es peor, nada se espera que cambie en la anunciada convención del mes de marzo, a pesar de la necesidad de una imagen, una estrategia y un equipo de mayor firmeza, credibilidad (tras la colección de mentiras que adornaron su salida del poder) y de regreso al centro, demasiadas cosas a la vez que no se ven por ninguna parte y que ante tan notorias ausencias dejan la iniciativa de su ala política a los más ruidosos y bronquistas medios de comunicación afines. Los que, entre otras cosas, les han hecho perder más de un año con las falsas conspiraciones del 11M, las siglas de la matanza histórica de Madrid en la que sigue enredado el PP a la vista de sus portavoces —Zaplana y Acebes, los mismos de los días trágicos—, protegidos y a la vez promotores de la bronca mediática que viste de caverna al PP.

Es cierto que España va mal y que Zapatero, su Gobierno, sus aliados nacionalistas, su partido y su entorno mediático se han lanzado por un tobogán infernal que nadie sabe a dónde conduce, entre otras cosas porque todo no depende de ellos sino de su comparsas más infames, los jefes de ETA, y menos solidarios, los nacionalistas radicales.

De manera que Zapatero, al que le ha dado por hacer chistes, al estilo del desaparecido humorista Eugenio (“saben aquel que diu... ahora que estamos en el debate de los Estatutos, nos dicen que es el final de España...”, risas), se juega todo, incluido el futuro del PSOE, a la presunta prudencia de personajes como Carod-Rovira, que podrían declarar, tras aprobar el Estatuto, que le han tomado el pelo a España y que ya están en puertas de la independencia de Cataluña, que es verdaderamente lo que piensan y está ocurriendo; o a la benevolencia (sic) del jefe de ETA, “Cheroki”, quien a la menor discrepancia en las negociaciones en curso podría ordenar a sus secuaces un asesinato de un civil o de un militar, poniendo patas arriba el escenario de la nación que tanta gracia le hace ahora a Zapatero.

No estamos ante el riesgo de la ruleta rusa de Zapatero, como dice Rajoy, sino ante el riesgo de la bala de plomo del jefe de ETA y del desafío independentista del nacionalismo, que no va a esperar una generación, como dice Maragall, ni siquiera una legislatura antes de poner sobre la mesa el modelo de Estado asociado que solicitó Ibarretxe meses atrás. Las cosas están mal pero pueden empeorar, por la orfandad en la que se encuentra lo mejor de la poca sociedad civil española que se podría movilizar y a la que desprecia un PP que sigue en sus errores, y por el frágil equilibrio del que depende ahora el proyecto o el castillo de naipes de Zapatero, al que un soplido de un nacionalista insaciable o el silbido de una bala de ETA podría derribar.