EL RASCACIELOS DE ZAPATERO

 

 Artículo de Pablo Sebastián en “La Estrella Digital” del 05.02.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

 

Fría acogida del presidente Zapatero en Barcelona, adonde acudió para darse un baño de multitudes como presunto triunfador de un nuevo Estatuto catalán, que ha pactado con Artur Mas, y donde se ha encontrado con los verdaderos padres de la criatura, Maragall y Carod, que le han dicho a Zapatero en sus narices y ante la plana mayor del PSC que no se le ocurra meter la mano en el Gobierno tripartito y mucho menos a favor de CiU, como pago de su incorporación a la gobernabilidad española. Eso, dijo Maragall, sería un “error histórico”, porque se entiende que rompería el PSOE en Cataluña de una vez para siempre. Molesto por el reproche —que se veía venir—, Zapatero le lanzó a Maragall otra advertencia en relación con la persecución de los castellano-parlantes en territorio catalán.

Más que un castillo de naipes, construido sobre los peligrosos pilares de la reforma de los Estatutos y la negociación con ETA —que un disparo del etarra “Cheroki” o cualquier disparate de Carod podrían dinamitar en cualquier momento—, el presidente Zapatero lo que está construyendo en esta crispada legislatura es un rascacielos de naipes en cuatro idiomas obligatorios (castellano, catalán, euskera y gallego) que en cualquier momento podría tambalearse, porque el arquitecto de la Moncloa no cesa de ponerle plantas y por tanto peso en su empeño por tocar el cielo, o la gloria, y se puede equivocar.

El ático de lujo que acaba de instalar Zapatero a su nuevo amante Artur Mas, mientras intentaba despeñar por un balcón a su ex socio Carod, como si fuera la pobre cabra del campanario que unos bárbaros castellanos lanzan al vacío para celebrar a su patrón, le puede costar muy caro a Zapatero y al PSOE. Porque ahora se ha descubierto que lo del pacto estatutario con CiU incluía, tras la aprobación del Estatuto catalán, la convocatoria de elecciones anticipadas en Cataluña —como si de un proceso constituyente se tratara— e incluso la eliminación del propio Maragall de la candidatura del PSC para dinamitar el tripartito y favorecer un pacto PSOE-CiU.

Pero todo indica que el último piso que Zapatero le acaba de añadir al rascacielos está haciendo tambalearse el pilar izquierdo del edificio porque Maragall y Carod no están por la labor de saltar al vacío, después de ser ellos los impulsores del Estatuto, sino más bien al contrario: están dispuestos a dar batalla al nuevo dúo Zapatero-Mas e incluso a morir entre los cascotes como Sansón, en contra de Zapatero, al que ya le han advertido que con la izquierda catalana no se puede jugar sin correr el riesgo de una ruptura y de una escisión en el PSC-PSOE.

Cómo se ha llegado a esto? Es muy sencillo: el presidente, sin la menor preparación, se lanzó a dos grandes aventuras sin ninguna garantía, proyecto o previsión y se echó en brazos de personajes de tan poco fiar como Carod y Maragall —a los que les prometió apoyar en Madrid el Estatuto que ellos pactaran en Cataluña—, o en los de Otegi y Ternera —los negociadores de la ETA—. Y, luego, cuando asustado quiere rectificar sus errores porque le salen mal las encuestas (la última de La Vanguardia confirma que el PSOE va por detrás del PP), o se le escapa del cuartel un teniente general, entonces no sabe qué hacer y pide ayuda a sus socios en el festín del poder.

Y entonces llegan los bomberos del núcleo duro del poder —los Prisa, González y el activista Rubalcaba— y empiezan a atacar el incendio, a rectificar y a salvar los muebles. Primero a reformar un poco el Estatuto y luego intentando echar a Carod por la ventana para sustituirlo por Mas. Y todo ello con un perverso plan para echar a Maragall de la Generalitat. Pero la operación ha quedado al descubierto —como quedó en evidencia el traidor al PSC, Montilla— por la indiscreción del ministro Jordi Sevilla, quien, además, destapó el pastel de la caza de Maragall, provocando la reacción unánime del tripartito contra Zapatero y Mas.

Así, el rascacielos de naipes del primer inquilino de la Moncloa, el que perdió la sonrisa ayer en Barcelona, se comenzó a tambalear y podría incluso caer en cualquier momento —y ello a pesar de que ni el PP ni ERC están a la altura de las circunstancias—, porque ese cambio de parejas que le han impuesto a Zapatero desde su partido y desde Prisa y que ha aceptado con excesiva rapidez no da la impresión que pueda durar.

Entre otras cosas porque Maragall no está dispuesto a romper el tripartito ni a dejar la Generalitat. Y además un Maragall con el nuevo Estatuto que le da un inmenso poder —y eso es lo que más les preocupa en la Moncloa, pero se han dado cuenta tarde— es imbatible y podría ser capaz de cualquier disparate. Le han dado cuerda y alas nuevas al monstruo de Maragall y ahora no lo pueden parar ni desenchufar. Y lo que es peor, al pactar Zapatero con Mas, han forjado otro pacto, pero de sangre, entre Maragall y Carod, que veremos lo que son capaces de hacer. Porque estos dos personajes de la escena catalana con el nuevo Estatuto soberanista en sus manos querrán mucho más.

Lo del Estatuto, ya lo han dicho, es sólo un primer paso federal hacia un territorio confederal y de ahí a la independencia. Carod no lo oculta, y Maragall piensa igual. En la Moncloa lo saben y en vez de refugiarse en la gran coalición con el PP, o de dejar que se embarrancara el Estatuto, han optado por Artur Mas, que es tan nacionalista o más que Maragall y Carod juntos, pero más peligroso porque vende humo y credibilidad.