ZAPATERO REGRESA AL TRAMPOLÍN

 

 Artículo de Pablo Sebastián en “La Estrella Digital” del 22.05.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

 

Cuando todavía no hemos salido de la pesadilla del Estatuto catalán, que sigue causando estragos entre la clase política catalana, en el seno del PSC-PSOE y ante el referéndum, que se anuncia incierto y crispado, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, pretende con un nuevo salto en el vacío solapar y tapar la crisis catalana con la negociación con ETA y la apertura del debate sobre el futuro político del País Vasco.

Asuntos que Zapatero lleva él personalmente, al margen de su Gobierno y su partido, lugares donde el debate democrático, el talento político y el sentido de responsabilidad brillan por su ausencia. Y al margen, también, del Parlamento español y de la opinión pública española, que escucha sorprendida el discurso del presidente en Barakaldo, donde acaba de hacer una nueva pirueta en el aire, a ver si con semejante espectáculo recupera la confianza de los españoles en el mal llamado “proceso de paz”, una vez que el último sondeo del CIS ha desvelado que la mayoría de los ciudadanos desconfía de la intención de ETA y del posible éxito de la negociación. Motivo por el cual las expectativas del PSOE en los sondeos preelectorales se han vuelto a desinflar, una vez que se apagó la euforia inicial del fin de la violencia.

Un discurso en Barakaldo para recuperar la confianza y la euforia que ha sonado a oportunismo de vía estrecha y peligrosamente ambiguo y misterioso porque en él se les ha mandado a ETA y Batasuna mensajes y zalamerías con las que quiere aplacar la impaciencia de los etarras, como presagio de concesiones políticas democráticamente inaceptables que el presidente ha querido compensar, sin éxito, sacándose de la chistera el conejo de la alusión a las víctimas del terrorismo en el preámbulo de la Constitución. Una insultante contrapartida y ocurrencia con la que no engaña a nadie y que tampoco le va a servir para conseguir que el PP abra en esta legislatura el melón constitucional, que este Gobierno está trinchando por debajo de la mesa con las reformas autonómicas inconstitucionales.

Lo hizo en Cataluña y lo pretende hacer en el País Vasco, para meter en su Estatuto la autodeterminación, Navarra y el Estado asociado como perspectiva para Euskadi. Por eso afirma que todo es posible desde la legalidad: se cambia la ley por la puerta trasera de la reforma estatutaria por ley orgánica, se burla la Constitución como en Cataluña, y ya está. Y mientras llega todo esto anuncia que el inicio de la negociación con ETA, que según él durará tres o cuatro años —esa cita tiene su interés porque es el tiempo que se maneja para sacar a todos los presos etarras de las cárceles—, y dice que está dispuesto al diálogo político con todos —incluida Batasuna, antes de que ETA entregue las armas—, y como guinda nos hace saber, también para apaciguar la impaciencia etarra, que en junio informará a los partidos políticos de que abrirá el diálogo con ETA.

Que informará en vez de pedir permiso? ¿No había prometido en el Congreso que solicitaría el apoyo de la Cámara para negociar? ¿Acaso no ha declarado hace muy pocos días el ministro de Interior que todavía no se daban las condiciones para iniciar el diálogo? ¿Qué ha cambiado en las últimas horas? Pues la pésima encuesta del CIS para el Gobierno y el presidente, y las últimas advertencias de ETA y de Otegi amenazando con interrumpir la tregua.

Una vez más, y como cuando anunció en Cataluña que apoyaría en Madrid todo lo que aprobara el Parlamento catalán, Zapatero —que aún no se ha curado todas las heridas de aquel fiasco— se ha vuelto a lanzar al vacío con un triple salto mortal —nueva reforma de la Constitución, inicio de la negociación con ETA y la reforma política en Euskadi— sin saber si hay agua o una red bajo sus pies. Y lo hace y lo dice porque electoralmente lo necesita y porque los que ya están negociando con ETA le han dicho que hay que hacer algo porque la cosa se puede estancar o estropear. Y nos anuncia que en el mes de junio empieza el gran espectáculo negociador, sin controles democráticos ni garantías jurídicas —están los fiscales del Estado mirando al tendido para no actuar—, porque él se ha autootorgado un cheque en blanco para actuar sin decirnos ni cómo, ni dónde, ni cuándo, ni a qué precio.

Lo que, sin lugar a dudas, es para preocupar, porque no quiere dejar de avanzar hacia no sabe dónde, y sigue empeñado en su praxis política de llegar a los acuerdos “como sea”, convencido de que el fin de la violencia justifica los medios, aquí incluidos la ausencia de legalidad y la reforma política del País Vasco fuera del marco constitucional. Por el momento ya utiliza el lenguaje de ETA cuando habla de normalizar, democratizar o de implantar la convivencia en el País Vasco. Ninguno de esos problemas existe, el único problema que permanece en el País Vasco es que ETA deje para siempre —y para eso no hace falta ninguna negociación— de matar, chantajear y amedrentar a la sociedad. ¿Todavía no se ha enterado de esto Zapatero? Pues no, oído lo que acaba de anunciar.