EL CONFLICTO



 Artículo de Pablo Sebastián en “La Estrella Digital” del 24.05.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. 

 

Mientras el presidente Zapatero avanza hacia la negociación con ETA dando palos de ciego (al Estado de Derecho), como le ocurrió con el Estatuto catalán, y al borde de una ruptura crucial con el PP, cosa que aún está por confirmar públicamente por parte del ambiguo Rajoy, si es que está de acuerdo con lo que anuncian sus portavoces Acebes y Zaplaba, desde el País Vasco el jefe de Batasuna, Arnaldo Otegi, ha respondido al mitin de Zapatero en Barakaldo con la mayor claridad: se trata —ha dicho— de arreglar lo que él llama conflicto político del País Vasco y no sólo de negociar desarmes a cambio de presos. Es decir, para Otegi, el precio que España tiene que pagar por el final de la violencia criminal etarra, para solucionar el conflicto, no es otro que la definitiva puesta en marcha del proceso de independencia (autodeterminación, Navarra, etc.) de Euskadi, siguiendo, por ejemplo, el modelo de Montenegro en Serbia.

Es decir, que todo eso del proceso de paz, fin de la violencia y tregua definitiva queda a la espera de que este Gobierno y el PSOE se sienten en Vitoria con Batasuna, aunque sea una organización ilegal, y empiecen a negociar el futuro de Euskadi de una manera simultánea o incluso prioritaria al desarme de ETA y la excarcelación de sus presos. Lo que los nacionalistas, tanto de Batasuna como del PNV, llaman “el conflicto”. Y a todo eso el presidente del Gobierno dice que está dispuesto a hablar de todo pero sin dar más detalles, aunque en Barakaldo lanzó una señal cuando Zapatero mencionó su intención de poner en marcha, “en su momento”, un diálogo político para renovar el acuerdo de convivencia en el País Vasco, en clara referencia a la reforma del Estatuto vasco. Pero ¿dónde está el conflicto vasco? Sencillamente no existe. El único conflicto que allí existe, el único problema de convivencia, o de eso que se llama paz, es la existencia de una banda de criminales que además de exigir la excarcelación de sus presos ahora nos piden, para dejar las armas, que el Estado le entregue a la banda terrorista la bandera de la independencia de Euskadi. Y el conflicto que todo esto está provocando en el resto de España tiene que ver con el diseño global —y en permanente cambio e improvisación— que Zapatero ha dibujado para el modelo territorial de España: un estado federal o bien confederal con tres autonomías soberanas, llamadas nacionales o naciones, Cataluña, País Vasco y Galicia, y otras autonomías de bajo nivel, llamadas “realidad nacional”, como la andaluza, o simplemente comunidades.

Para hacer posible todo y encajar en el diseño el desarme de ETA, con el que Zapatero quiere ganar las elecciones del 2008 y pasar a la Historia, este Gobierno y el PSOE han puesto en marcha un Estatuto soberanista en Cataluña como ensayo general de lo que podría pasar en el País Vasco y también en Galicia. Y paralelamente, y para convencer de ello a los etarras, el Gobierno ha empezado a desactivar el Estado de Derecho, con la parálisis del fiscal general del Estado y el relevo de jueces insensibles a la negociación etarra, a la vez que ha construido un cinturón audiovisual implacable —las seis cadenas analógicas al servicio del Gobierno y del PSOE— para que ni la justicia ni la alarma social pongan en peligro la aventura que está a punto de iniciar Zapatero en el País Vasco, cuando a partir del día primero de junio se inicie la negociación política, jurídica y policial con ETA y su entorno. Es decir, se aborde el mal llamado conflicto en todas sus vertientes tal y como lo exige y recuerda Otegi, una y otra vez.

Y ¿qué dice a todo esto el PP? Pues depende, los portavoces del partido afirman que el PP no acepta semejante envite, pero Rajoy calla y nos ofrece versiones de sus dos últimas conversaciones telefónicas con Zapatero llenas de contradicciones con la versión que de estas charlas dan los portavoces del PSOE. Rajoy seguramente está esperando al debate sobre el estado de la nación para desvelar la definitiva posición del PP, mientras desde el Gobierno —y desde otros poderes fácticos— le presionan y le advierten que el PP no se puede quedar fuera de la oportunidad histórica de alcanzar el fin de ETA.

Y ésa, y la amenaza de elecciones anticipadas si el PP se opone a la negociación, son las dudas que alimentan el silencio de Rajoy y que deberá romper en las próximas semanas. Y visto lo que piensan los más llamativos dirigentes del PP y su entorno mediático, va a ser muy difícil que Rajoy se suba al carro negociador de Zapatero sin que ello no sea motivo de rebelión en el seno del PP y en un sector muy sensible de su electorado.

Y todo ello a pesar de que el Gobierno tiene derecho a explorar la negociación con ETA, pero siempre y cuando cuente con los mismos apoyos —gran consenso nacional entre PSOE y PP— con los que en su día contaron Suárez, González y Aznar, así como con la aplicación implacable de la Justicia, cosas que hoy no ocurren, de momento. Si a todo ello añadimos el deseo de Zapatero de romper el consenso constitucional en el País Vasco como ha hecho en Cataluña, la situación es todavía más grave, y el PP asumiría unos riesgos y responsabilidades altísimas que acabarían con el liderazgo de Rajoy y con una imparable derrota electoral. Por todo esto Rajoy calla y medita, pero muy pronto tendrá que hablar. En el País Vasco no hay conflicto ni en España tampoco, el conflicto lo está provocando Zapatero con sus aventuras arriesgadas y lo empieza a tener Rajoy dentro del PP.