LA MESA DE NEGOCIACIÓN



 Artículo de Pablo Sebastián en “La Estrella Digital” del 08.06.06 

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

El Gobierno no sabe qué hacer. Si acude el PSOE al encuentro político con Batasuna se puede encontrar con la prohibición e intervención del juez y con la ruptura final y sin la menor solución de su relación con el PP. Si no acude a la cita de López y Otegi, en ese caso es ETA la que podría romper la tregua, lo que a estas alturas es difícil de imaginar.

Además, la gravedad del encuentro anunciado entre el PSOE y Batasuna, basada en que este partido ha sido declarado ilegal y terrorista —cosa que no ocurría cuando el PP se entrevistó con él en 1998—, no se refiere sólo a la cuestión legal, sino también al hecho de que con semejante encuentro se pone en marcha un proceso de concesiones políticas a ETA, que piensa acudir a la cita con representantes de Navarra y Francia, lo que a su vez supone incluir ambos temas en las conversaciones de un encuentro que pretender ser el preámbulo de una mesa política para la llamada convivencia y normalización del País Vasco.

Nada de esto es legal ni necesario, el único problema que existe en el País Vasco es el de la violencia de ETA que ampara Batasuna, y no hay nada mas de qué hablar. El resto de las llamadas cuestiones políticas que Batasuna pretende discutir con ayuda del PP o del PNV son absolutamente innecesarias y no pueden condicionar o discurrir de manera paralela a la negociación directa del Gobierno con ETA para que deje las armas. Todas esas cuestiones la puede debatir Batasuna cuando acepte la legalidad en el Parlamento de Vitoria o incluirlas en su programa electoral, lo demás sólo serviría para humillar al Estado y pagar un indecente precio político por el alto el fuego de ETA.

El sistema del presidente Zapatero de decir a todo que sí con tal de avanzar es una muy mala estrategia que revela debilidad por parte de quien debiera llevar la iniciativa ante la difícil situación de ETA, que una vez dado el paso atrás difícilmente puede regresar a la violencia, porque ya no tendría una segunda oportunidad. Y porque además tiene tras de sí la presión constante de sus presos, el rechazo internacional y su expulsión de la vida política —no podrían presentarse a las elecciones municipales del 2007— gracias a la Ley de Partidos que pretenden burlar o derogar.

El Gobierno se ha equivocado en su empeño por colocar todas las medallas de la paz al precio que sea. Y sabe que sin el PP no puede avanzar, y ahora se dedican a pedirle que vuelva a la negociación, convencidos de que las tensiones de la ruptura están produciendo daños colaterales en la campaña del referéndum catalán, por ello el presidente decidió aplazar la petición al Congreso para recibir la autorización para negociar con ETA.

Aunque a la vez el Gobierno mantiene una campaña paralela de mensajes continuos hacia la opinión pública, por si la ruptura con el PP los condujera hacia un escenario de elecciones generales anticipadas, cosa que no conviene descartar. De ahí los gestos continuos, el empeño de la Moncloa de culpar al PP de la mala situación, o el uso de palabras trucadas. Por ejemplo, llaman proceso de paz al obligado fin de la violencia de ETA, a Batasuna la califican ahora de “izquierda abertzale”, hablan del desaparecido Pacto de Ajuria Enea para no tener que citar el Pacto Antiterrorista hoy en vigor, etc.

Y para completar la simulación nos anuncian mesas de diálogo sobre la convivencia en el País Vasco y encuentros con Batasuna para mirarles a los ojos; es decir, nos anuncian el pago por anticipado de un precio político para que ETA nos haga el favor de dejar de matarnos. Ésa es la verdad.