EXPECTACIÓN PARA VER SI RAJOY RENUEVA SU ESTRATEGIA Y EQUIPOS ANTE EL CURSO POLÍTICO Y ELECTORAL DEL OTOÑO



 Artículo de Pablo Sebastián en “La Estrella Digital” del 31.08.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Aunque no es su estilo, esta vez cabría esperar de Mariano Rajoy algo más que unas críticas más o menos aceradas e irónicas al Gobierno del presidente Zapatero, porque hay mucho en juego, en España y en el PP, y porque no es de recibo que dirigentes de este partido, incluido su propio líder, estén instalados en la fatalidad de una derrota inevitable en las próximas elecciones generales salvo que el desgobierno o los errores de Zapatero les ofrezcan en bandeja de plata un regalo inesperado por todos ellos. De ahí que o Rajoy renueva su discurso y su partido, o las cosas seguirán como están, con Zapatero y el PSOE al frente del Gobierno, de la iniciativa y de la influencia nacional.

El relevo del ministro José Montilla por el alcalde de Barcelona Joan Clos, el envío de tropas españolas a la crisis del Líbano y las visitas europeas de la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega pidiendo ayuda a la UE para hacer frente a los problemas de la inmigración son las iniciativas con las que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, abrió el curso político y electoral del otoño. Y estas cuestiones y otras, como le negociación con ETA, los incendios del verano y la escasez de agua, son las palancas que utilizará el Partido Popular para poner en evidencia al Ejecutivo del PSOE, al que el líder de la oposición, Mariano Rajoy, acusa de incompetencia y poner en crisis el Estado autonómico por ausencia de un claro proyecto político.

En estos términos se expresó Rajoy en Ribadumia (Pontevedra) el pasado martes, y algo parecido volverá a repetir este jueves ante el Comité de Dirección del PP con motivo de la primera reunión, en la que el jefe de la oposición deberá anunciar la estrategia de su formación política para presentarse como alternativa al Gobierno de Zapatero, recuperar apoyo social y electoral y presentar a los ciudadanos equipos y programas que le den al PP un nuevo impulso en un año decisivo que tiene su primera cita de alto nivel en los comicios autonómicos de Cataluña, previstos para el día primero de noviembre.

Es de esperar que el líder del PP, que cosechó un sonoro suspenso en la última encuesta del CIS antes de las vacaciones —3,7 frente al “suspenso alto” de Zapatero, 4,9— haya tenido el tiempo y el coraje suficiente para reflexionar sobre lo que ocurre en España y la responsabilidad que en ello tiene la oposición que dirige, y también sobre lo que pasa en el seno del PP para que, en las actuales circunstancias políticas que ellos califican de catastróficas, los populares no consigan levantar sus expectativas de voto y mejorar su capacidad de convertirse en alternativa real al Gobierno socialista.

Y de la misma manera que parece ser cierto que el PP tiene claras las carencias y errores del Gobierno de Zapatero, no da la impresión de que Rajoy sea consciente de la suyas y de las de su partido si al inicio del curso electoral no toma medidas, reforma equipos y se presenta ante la sociedad con un equipo de primer nivel, con capacidad de informar y de comunicar a los ciudadanos con credibilidad y con una estrategia que esté más cerca de la razón, del presente y del futuro que de la crispación y el pasado, al que se aferran algunos de los dirigentes del PP para mantener intactos sus privilegios y su posición.

Es cierto que el cinturón audiovisual del Gobierno es un duro handicap para el PP, y que la bonanza económica —España creció un 3,7% en el primer semestre del 2006— aleja a los ciudadanos de la política, mientras el Gobierno cuida a su base social con gestos y políticas propias de la izquierda. Pero los desafíos nacidos de la errática política interior y exterior, sumados al desconcierto autonómico y constitucional, han dado a la oposición la oportunidad de construir un discurso alternativo en defensa del interés general, pero en muchas ocasiones falto de coherencia —con dispares discursos de sus líderes— y a la vez y sobre todo falto de la mesura y credibilidad necesarias que podrían acercar al PP a los sectores más moderados del centro político español, sin el que es imposible atisbar una alternancia en el Gobierno de la nación.

Y el primer problema que tiene el PP es el liderazgo incierto, oscilante y a veces un tanto difuso de Rajoy, que se completa con su reciente falta de acierto a la hora de dirimir su actuación como líder de la oposición y su interlocución con el presidente del Gobierno, que volverá a la carga en pos del consenso sobre ETA, donde Rajoy ha sido ya reiteradas veces engañado.

Liderazgo de Rajoy con problemas evidentes —que reflejan las propias encuestas del PP— y un equipo de gestión del partido de bajo nivel y carente de entidad suficiente como para presentarse como posible Gobierno alternativo: ¿quiénes serían los ministros de Rajoy si ganara las elecciones, por ejemplo, en los más destacados departamentos de la nación? De aplicarse la lógica de los equipos actuales hay que imaginar un gabinete en la sombra del PP con Acebes en Interior, Zaplana en presidencia (ambos los gestores fallidos de la crisis del 11M), Elorriaga de portavoz, Moragas en Exteriores, Cañete en Economía, Trillo en Justicia, S. Santamaría en Administración Territorial, etc. ¿Es esto así, y ésa será la gran alternativa renovadora y de futuro del Gobierno del PP? ¿Son acaso Acebes y Zaplana los portavoces más cualificados y con mayor credibilidad para transmitir el nuevo proyecto de Rajoy y criticar al Gobierno de Zapatero? ¿Es todo ello la imagen del futuro, o está todo esto más cerca del pasado y de los errores que llevaron al PP a su derrota en el 2004?

Veremos el ímpetu que trae Rajoy de sus vacaciones del verano y lo que dice, hace y anuncia en el Comité de Dirección del partido, a corto y medio plazo y a sabiendas de que ya tiene a la vista su primera cita electoral en Cataluña, donde el PP se juega tanto o más que las demás formaciones políticas catalanas. Veremos cómo encara Rajoy su relación con Zapatero y qué hace, por ejemplo, con el guante de la crisis del Líbano que acaba de lanzar al presidente del Gobierno pidiendo explicaciones y acusándole de un serio error y temeridad, ¿para luego apoyar el envío de tropas al Oriente Próximo? He aquí, a corto plazo, un test, otro más, para la oposición, porque para acabar diciendo amén no hacía falta tanto aspaviento y tan larga oración. No son gestos sino coherencia y dirección lo que sobre todo le hace falta al PP.