EL VUELO RASANTE DEL ANGEL EXTERMINADOR Y OTRAS FILIGRANAS

 

 Artículo de Pablo Sebastián en “ABC” del 06.11.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

EL ángel exterminador de La Moncloa se ha quemado las alas con su espada de fuego y se ha visto obligado a un aterrizaje forzoso en Cataluña, donde se confirma la inminente formación de otro gobierno tripartito que echa por tierra el deseo de Zapatero de dar a CiU el poder que le prometió a Mas en Madrid tras el pacto de la reforma del Estatuto. El que incluía la cabeza de Maragall, abriendo el camino a CiU frente al débil Montilla, que caería, en el Día de los Difuntos, en compañía de Carod. El plan fracasó porque Mas no superó los 50 escaños que anunciaba el CIS, y que hubieran impedido el tripartito, y por el entendimiento final entre Carod y Maragall.

En Cataluña han perdido todos, salvo ICV y Ciutadans. Y se salvarán de la quema los que lleguen a la Generalitat, cosa que no ocurre con la lectura nacional del resultado, porque Zapatero aparecía como el responsable del dilema del fracaso: tanto si regresa como ya se anuncia el tripartito con Carod de mascarón y Maragall en la retranca; como si CiU y ERC hubieran pactado un gobierno nacional que permitiera la lectura soberanista del Estatuto y llevara a los nacionalistas catalanes al festín de la negociación con ETA, en la que el angelical meteoro de La Moncloa se ha dejado muchas plumas porque la banda terrorista le exige el pago de sus compromisos. Promesas con las que Zapatero compró el alto el fuego y que no está en condiciones de cumplir. De ahí el simbólico regreso de ETA a las armas, disparadas en Oyarzun, robadas en Francia y exhibidas en su amenazante y último «zutabe».

El ángel exterminador de La Moncloa, convencido de su presidencialismo providencial, había previsto para Cataluña un pacto de hierro con CiU que en Madrid aislaba al PP y le ofrecía el pleno dominio del PSOE, con Maragall y Carod fuera del escenario. Pero a igual que Bono se vengó en Madrid de su mala salida del gobierno y marginación en el PSOE, Maragall se tomó su revancha con el regreso del tripartito y dio ejemplo al resto de los barones venidos a menos, y aquí incluido Montilla. Ibarra se le rebela a Chaves, Redondo aguarda el desenlace de los devaneos de López con Otegi, hay malestar en Madrid y ojo al silencio de González y Guerra. Lo que presagia un cambio de modales e influencias en el PSOE, con Zapatero, Chaves y Blanco en baja, lo que obligará al presidente a compartir el control del partido y del Gobierno si quiere conservar el poder y no perder comba en el tiempo electoral en el que estamos, de aquí a la primavera de 2008.

El presidencialismo populista de Zapatero empieza a hacer agua en el PSOE, donde el líder angelical de la sonrisa negaba el federalismo que pretendía imponer en España. Pero se le ha sublevado el PSC, y no sólo en respuesta a errores y tacticismo interesado de Zapatero, sino como consecuencia —y ese es su argumento oficial— del buen cálculo matemático que nadie hizo en Moncloa al evaluar las derivadas del vuelo rasante del líder por los dominios de CiU. Olvidaron que el Gobierno catalán CiU- PSC pondría en peligro la estabilidad de Zapatero en Madrid al perder el apoyo de 8 diputados de ERC y 5 de IU-ICV, que son cruciales para la mayoría (el PSOE tiene 164 y necesita 176) y que no pueden ser sustituidos por los 10 de CiU. La cuenta de la estabilidad de Zapatero sólo salía si CiU superaba los 50 escaños y el tripartito era imposible de repetir, pero no ocurrió.

De la contienda catalana Zapatero sale perdedor aunque el PSC regrese a la Generalitat. Por ello sorprende que Zaplana haya querido subir a Rajoy al carro de los vencidos, lanzando una infame diatriba contra Piqué, al que pide autocrítica o reflexión, y sobre Arenas, al que acusa de filigranas florentinas en el Estatuto andaluz. Poniendo en jaque el liderazgo y la política autonómica de Rajoy, y mostrando el rostro de la deslealtad, ante el silencio de Acebes y el aplauso cerrado de su clan mediático y conspirador —El Mundo y la Cope—, que quieren llevar al PP fuera del centro político y por la vía de la crispación que interesa a la estrategia política y editorial de «la banda de los cuatro». Que va, en sus pretensiones de control del PP, mucho más allá del caso catalán. Van a por el control del partido y de la sucesión de Rajoy, a quien dan por derrotado, jugando la carta o candidatura de Aguirre, a la que han prometido la Luna, como Zapatero a Mas, a cambio del control de Telemadrid y de sus grandes ayudas político/mediáticas para eliminar su competencia con las mismas artes que exhiben contra Gallardón. Rajoy reaccionó frente a Zaplana pero tiene en el PP un problema —de portavoces— no menor al de Zapatero pero con una diferencia sustancial: a él lo apoyan los barones, mientras que los del PSOE, redivivos en la fiesta de Hallowen, le quieren cortar las alas para impedir que se estrelle con sus peligrosas piruetas tan cerca del suelo y tan lejos de la prudencia y la realidad, a sabiendas que un solo disparo de ETA los podría derribar