ZAPATERO ENGAÑA A IBARRA



Artículo de Pablo Sebastián en “La Estrella Digital” del 12.10.05

 

 Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

Continúa implacable este patético culebrón político del Palacio de la Moncloa que ha convertido el nombre de España en una pelota de ping pong con la que juegan a diario los imaginarios jugadores de una enloquecida mesa de juego en la que se sitúan, por un lado, Zapatero y Maragall y, por el otro, Bono e Ibarra, en torno al debate del Estatuto catalán que está provocando la inquietud general de los ciudadanos españoles y graves tensiones económicas y comerciales, como las que ya han aflorado en la tienda de un comerciante de tejidos de Valladolid.

No parece serio que en estas circunstancias el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, sea incapaz de decir a los españoles y a su partido qué piensa hacer con el término nación aplicado a Cataluña tal y como figura en el artículo primero del proyecto de Estatuto de Cataluña. El presidente no lo dice porque teme lo que pueda ocurrir en España y en Cataluña si toma una decisión y pretende buscar una fórmula mixta que de ninguna de las maneras va a satisfacer a una de las partes. Y es muy grave que Zapatero no sepa a estas alturas del debate y de su carrera política que España es una sola nación, como lo dice la Constitución, y que no valen enjuagues ni trucos semánticos para decir otra cosa en ningún texto que aprueben las Cortes españolas.

Lo ocurrido ayer en la Moncloa tras la entrevista entre el presidente del Gobierno y el presidente extremeño, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, da una idea del miedo y la incapacidad política que atenazan al jefe de Gobierno español. Ibarra, al término de su entrevista con Zapatero, afirmó que el término nación no figurará en el Estatuto de Cataluña y añadió que no hay presidente del Gobierno que pueda aceptar otra cosa ni partido político que lo consienta. Pues bien, a los pocos minutos de hacer esta declaración, el portavoz del Gobierno, Fernando Moraleda, se vio en la necesidad de precisar por orden de Zapatero que el presidente no ha dicho que el término nación no aparecerá en el Estatuto, sino que se adecuará a la Constitución. Luego Zapatero ha engañado a Ibarra, como sigue engañando a su partido y al conjunto de los españoles sin desvelar cuál es la fórmula mágica que puede hacer compatible en un Estatuto de Autonomía dos naciones.

Todo indica que, tras las declaraciones de Ibarra, Carod o Maragall han llamado a la Moncloa alarmados y Zapatero ha tenido que rectificar después de haberle dado la razón al presidente Extremeño, con ese caos y debilidad que adorna su presidencia y que hace que el presidente le diga a todo el mundo que sí para llegar en este caso a la crisis que estamos viviendo.

Una crisis en la que el ministro de Defensa, José Bono, que está jugando por libre en el Gobierno y que corre el riesgo de ser relevado del cargo, parece que ha empezado a recoger velas de su presunto patriotismo para llenarse la boca de elogios a su presidente y a sus cualidades (excusatio non petita), y en vez de mantener firme su posición de defensa de la Constitución y de España como única nación, Bono prefiere hablar ahora de cuestiones económicas, escurre el bulto, esconde la mano después de haber tirado la piedra.

Y por si algo faltara en todo esto, hemos asistido al escándalo intolerable de un comerciante de Valladolid que ha recibido insultos y amenazas de empresarios catalanes por haber rescindido el contrato de un proveedor de telas de Cataluña de acuerdo con sus intereses comerciales y su derecho indiscutible a buscar los proveedores donde él considere oportuno. Es un caso aislado pero sintomático de la crisis que se está abriendo en España, como ya ocurrió con el cava en la pasada Navidad y de la que son responsables por partes iguales Zapatero y Maragall.