EL DISCURSO DEL REY, UN POCO TARDE



 Artículo de Pablo Sebastián en “La Estrella Digital” del 26.12.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

El tradicional discurso del Rey Juan Carlos en la Navidad era esperado este año con especial interés por el cúmulo de desencuentros que habitan en la sociedad española y que están dañando la convivencia entre los españoles a la vez que abriendo, de manera unilateral, un reforma constitucional encubierta que incluye —como en el Estatuto de Cataluña y en los preámbulos de la negociación con ETA— una burla calculada de la ley y del marco constitucional, dejando en el aire el futuro modelo del Estado español y más bien a expensas de lo que ocurra en el País Vasco si el presidente Zapatero decide, como parece y a pesar de los obstáculos, avanzar como sea en el proceso de negociación con ETA.

El Rey, suponemos que alarmado también por las consecuencias que esta incertidumbre constitucional puede tener a medio plazo para la Corona, ha decidido por primera vez hablar con bastante claridad, aunque no con toda la que muchos esperaban, y ha hecho una moderada pero directa crítica al Gobierno de Zapatero, al subrayar la vigencia y la importancia de la Constitución reiteradas veces, con alusiones a la unidad de España y su indirecta alusión al Estatuto catalán, alertando por el riesgo de pérdida del espíritu del consenso y la reconciliación que marcaron el inicio de la Transición, lo que supone una referencia a la Ley de la Memoria Histórica, de la misma manera que se refirió al proceso de negociación con ETA señalando que debe estar inmerso en la legalidad y en la Constitución.

Las tres cuestiones claves del momento político español que conforman la actual crisis de relaciones políticas y sociales, los Estatutos y el modelo de Estado, la negociación con ETA y el regreso al pasado, fueron subrayados por el Rey en claro sentido crítico con el gobierno de Zapatero, reforzando su mensaje con alusiones a la unidad de España y al futuro —en vez de rebuscar en el pasado— y reiterando lo que ya dijo el pasado año, que “España es una gran nación”. Es decir, una, y no dos, tres o cinco. Para concluir con una petición de sosiego a los partidos y dirigentes políticos.

Naturalmente, Zapatero, como lo ha hecho el PSOE, no se dará por aludido y dirá que él cumple con la ley y que sus iniciativas políticas emanan del mandato constitucional, pero a buen seguro que no le ha gustado demasiado el discurso del monarca, del que su partido ha destacado sólo lo que le conviene haciendo una lectura intencionada y en su propio beneficio. Desde la izquierda se señala que la petición de sosiego va dirigida a la crispación que practica el PP, que también mira al pasado más reciente, es decir, al 11M.

Sin embargo, el monarca también ha querido echar unas flores al PSOE en sus políticas económica y social, sobre el crecimiento, la inmigración, dependencia, etcétera. A la vez que pasaba de puntillas sobre los escándalos urbanísticos de corrupción. En suma, un discurso navideño crítico con el Gobierno, que revela la tardía preocupación del Rey por lo que está pasando, porque el monarca, aunque algunas gestiones privadas seguro que ha hecho con el presidente del Gobierno y el líder de la oposición, quizás debió hablar más claro y mucho antes de que se hayan abierto los caminos de desencuentro que hoy dañan la convivencia de los españoles, advirtiendo, entre otras cosas, del riesgo que supone avanzar en el protagonismo de los partidos nacionalistas, que son claros y determinados adversarios del modelo unitario español. Pero ya se sabe que la Corona a los nacionalistas los suele cuidar con especial interés por si se diera el caso de una futura monarquía federal, algo absurdo porque el modelo federal acabaría con la propia Corona.

En fin, se quiera o no, en este año 2006 que termina no se hunde ni se rompe España, ni se va a regresar a la Guerra Civil como dicen algunos catastrofistas portavoces del PP. Pero sí se están poniendo los cimientos de un nuevo modelo de Estado y convivencia, nadie sabe bien por qué —salvo que se reconozca que esto es un empeño del presidente Zapatero alentado por sus socios nacionalistas—, ni en respuesta a qué demanda social. Se están sembrando los cimientos de una incertidumbre nacional que marca el final y el agotamiento del régimen nacido de la Transición, sin que nadie, en vez de remover los cimientos del Estado, se haya propuesto, como se debería, pasar de la Transición y de la partitocracia a la democracia plena y representativa, que de haber existido nunca nos habría llevado a esta lamentable e incierta situación.