CRECE EL PESIMISMO

 

 Artículo de Pablo Sebastián en “La Estrella Digital” del 28.12.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Los ciudadanos tienen razón cuando reconocen en el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas que la situación política, económica y social de España se ha deteriorado y va a peor. El último espectáculo de incompetencia dado por la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, frente a la crisis de Air Madrid es un dato que prueba el cansancio de los ciudadanos con un Gobierno que no funciona en la gestión pública y que crea problemas donde no los había, a la vez que produce incertidumbre sobre unas cuestiones tan serias como el terrorismo, que vuelve al tercer lugar de la preocupaciones de los españoles, detrás del paro y la inmigración, que empatan en el primer lugar.

Lo del terrorismo se veía venir y esta encuesta del CIS le va a poner muy difícil las cosas o la negociación al presidente Zapatero, que está bloqueado en la encrucijada y que tras fracasar en su intento de integrar al PP en su estrategia sólo tiene dos salidas: dejar las cosas como están, o avanzar haciendo concesiones políticas a ETA, lo que puede tener serias consecuencias políticas y electorales para el PSOE, salvo que la banda se decida a anunciar el abandono definitivo de las armas como lo sueñan en la Moncloa, sin tener certeza alguna.

El terrorismo y la vivienda ocupan el tercer y cuarto lugar en las preocupaciones de los ciudadanos, pero por delante están el paro y la inmigración, asunto este último que revela una soterrada crítica al Gobierno por la legalización masiva de inmigrantes, a la vez que le exige una corrección inmediata y clara que el Gobierno se niega a liderar por más que está empezando a rectificar su política de papeles para todos, buscando incluso una moratoria para la libre circulación de emigrantes de los países del Este europeo que se están integrando en la UE.

Pero siendo éstas cuestiones fundamentales en la vida ciudadana, lo más llamativo del sondeo del CIS tiene que ver con la situación política y económica. El desencuentro en el aniversario de la Constitución que protagonizaron Zapatero y Rajoy, y el llamamiento del Rey en Navidad a favor del sosiego, estaban en noviembre en el ánimo de muchos españoles y por eso son muy importantes los porcentajes de los que creen que la política está mal y puede empeorar, sobre todo si sumamos el mal y regular, frente al regular y el bien. Y lo mismo ocurre con la economía, donde el olfato de los españoles es tan claro como la subida de las hipotecas —que este año superó un 4 por ciento—, y la sensación de que el sector de la construcción está tocando techo y puede empezar a decaer, y con él no sólo el crecimiento económico sino que también puede aumentar el paro, y de manera muy especial el que afectaría a la inmigración.

En suma, no son buenos los horizontes que se vislumbran para el 2007, año electoral que a lo mejor aún no sufre los estertores que preconizan los ciudadanos en la encuesta del CIS. Pero si a estos horizontes añadimos la presencia de un Gobierno débil y de escaso nivel político y técnico, y tres grandes cuestiones que afectan directamente al debate y la crispación política, como son la reforma estatutaria, la negociación con ETA y la Ley de Memoria Histórica, veremos que aunque por ahora no estamos en la víspera de un tsunami político, económico y social, sí se están produciendo numerosos temblores en los cimientos de nuestra vida pública y de nuestra sociedad como para que empecemos a preocuparnos por lo que pudiera pasar. Aunque el primero que se debería preocupar es el presidente Zapatero, al que el país, poco a poco, lentamente, se le escapa de las manos como el agua, en cierta manera amparado por la debilidad de la oposición y también por la inercia, que aún dura, de la bonanza económica. Pero los vientos que soplan ahora de manera suave aunque reiterada pueden convertirse, si siguen así las cosas, en un huracán. No sería la primera vez que esto ocurre en España, la diferencia en este caso está en que los síntomas del empeoramiento se empiezan a notar.