DIMISIÓN DE ZAPATERO, ELECCIONES O CENSURA

 

 Artículo de Pablo Sebastián en “La Estrella Digital” del 30.12.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

En las últimas horas del año 2006 hemos asistido, como si de una mágica visión se tratara, a una rápida película de imágenes silenciosas y concatenadas que han puesto ante nuestros ojos la evidencia de lo que poco a poco llevamos acumulando durante los mas de dos años de legislatura: el desgobierno de la nación española a manos de un presidente, José Luís Rodríguez Zapatero, cuyo nivel de incompetencia política y de desprecio a la democracia y a las reglas de la convivencia ciudadana, han alcanzado el límite de lo imaginable, y también de lo previsible porque todo cuando ocurre se veía venir.

Ahora ha sido ETA la que puso rojo, de sangre, sobre blanco, la pésima situación en la que estamos inmersos los españoles dejando a la intemperie la incapacidad de Zapatero para gobernar España, lo que en una democracia verdadera y consolidada debería conducir a la dimisión del presidente, o a su destitución por parte de su partido – a un “impeachtment” -, si es que le queda al PSOE algo de lucidez y no solo el empeño de conservar el poder que en todo caso debería someterse de nuevo a la voluntad de los ciudadanos en las urnas. O como poco a una moción de censura por parte del primer partido de la oposición, el PP que en las primeras horas que siguieron al atentado no estuvo a la altura de las circunstancias, exigiendo al presidente Zapatero, como debió de hacerlo Rajoy, la responsabilidad política que se deriva de estos hechos que no son un asunto aislado, sino el colofón, de una serie de despropósitos temerarios al cual mayor.

ETA ha roto el alto el fuego sin previo aviso con un coche bomba en el aeropuerto de Madrid que previsiblemente ha matado a dos personas, herido a otras muchas y causado ingentes destrozos materiales además de haber provocado el terror y el desconcierto de los miles de viajeros que en la mañana del sábado deambulaban por la terminal 4 del aeropuerto de Barajas. Y ETA ha decidido poner en marcha esta iniciativa criminal al día siguiente que el presidente Zapatero anunciara su optimismo sobre la marcha del proceso de negociación con la banda terrorista – “estamos mejor que hace un año y el próximo años 2007 estaremos todavía mejor que ahora”, dijo -, dejándolo en un cruel y espantoso ridículo, y con la intención que de dicha acción terrorista le sirva de aviso al presidente y a sus compañeros de viaje en el llamado proceso de paz para que acaten las exigencias políticas de la banda y vuelvan como corderos a la mesa de negociación.

La banda terrorista ha actuado así, y no ha querido anunciar la ruptura del proceso, porque se cree la dueña de la situación y considera que lo que ha hecho en Madrid es simplemente un castigo y una exhibición de su capacidad de matar para que Zapatero se atenga a las consecuencias. Por eso mismo, sus portavoces en Batasuna, los Otegui y compañía, han puntualizado que el proceso no está roto. Y por eso mismo el presidente Zapatero se ha limitado a decir que queda suspendido el diálogo hasta que se recupere un clima de no violencia, pero no el proceso negociador, lo que constituye amén de un error político una claudicación ante ETA por parte del Gobierno que acepta el atentado como un castigo y solo pospone el diálogo con la banda hasta mejor ocasión, dejando a la democracia, las instituciones – encima Zapatero ha tenido la desverguenza de asirse a la declaración del Congreso de los Diputados que permitió el diálogo con ETA, para no romper el proceso – y al conjunto de los ciudadanos a los que represente a los pies de la banda terrorista, y en espera de una nueva oportunidad para negociar bajo la amenaza de otra bomba o del regreso de los tiros en la nuca.

Además de todos estos destrozos y de la caída definitiva del velo del falso talante que solo oculta la incapacidad política para gobernar un país, propia de quien estuvo casi veinte años sentado en el Congreso de los Diputados sin hacer absolutamente nada, el atentado de ETA ha dejado en pésimas condiciones uno de los dos pilares esenciales sobre los que Zapatero había construido su legislatura: la negociación con ETA. El otro de las reformas autonómicas está pendiente del zarandeo que le puede dar el Tribunal Constitucional, por lo que no sería descartable que asistamos al derrumbe de este castillo de naipes y de ilusiones infantiles que ha puesto en pié este personaje que todavía no sabe que es el presidente de todos los españoles, y no solo de su resignado partido y de sus socios nacionalistas y entorno de ETA a los que ha dado tanto crédito frente a todos los demás.

Además y vista la debilidad política y mental del presidente, ETA quiere que juguemos al macabro divertimento de la respuesta flexible: tu mueves el fiscal; yo la kale borroka; los etarras roban pistolas, la policía captura un comando; no se mueven los presos; mas cócteles molotov; no se legaliza Batasuna ni se abre la mesa de partidos, pues un coche bomba en Barajas; hay atentado etarra, pues unos meses sin hablar. Y a todo esto, a este juego con bombas y muertos de por medio Zapatero le llama temple, y encima presume que ya preconizó él lo que iba a ocurrir cuando dijo que el proceso sería largo, doloroso y difícil, presentándose ante la sociedad como un estadista con su temple y capacidad de aguante, que no son otra cosa que su capacidad de ceder a las pretensiones de todos sus adversarios con tal de continuar en el poder, como le ocurrió con el Estatuto catalán.

Aunque esta vez se ha equivocado a la hora de calcular los posibles efectos de todas sus mentiras. A los nacionalistas catalanes les prometió apoyar en Madrid lo que aprobara el parlamento catalán, y luego vino el cepillado de la mano de Artur Mas a quien engañó como había engañado a Carod y a Maragall. Y a ETA Zapatero le ofreció un claro pacto político a cambio del anuncio del alto el fuego, y cundo pretendió rectificar su promesa se encontró con que Otegui, Ternera y Txeroqui no son iguales que Mas, Maragall y Carod, y exigen al presidente del talante y del temple que cumpla sus promesas, y como muestra de su posición inamovible el coche bomba de Batajas.

Pero todavía hay mas, el Gobierno y el presidente carecen de información política y policial sobre ETA. No saben nada de nada. He aquí unas interrogantes que obligan a la reflexión ¿De que hablaron con la banda hace solo unos días cuando transmitieron a los ciudadanos que el alto el fuego seguía? ¿Acaso mintieron, como lo insinuó Batasuna? ¿Cómo puede salir el presidente a ofrecer una rueda de prensa de fin de año diciendo que estamos mejor que nunca frente a ETA y que en 2007 estaremos mejor y solo unas horas después recibir la respuesta de la banda envuelta en sangre y terror? ¿Cómo puede después de lo ocurrido Zapatero seguir de presidente del Gobierno y comerse tan tranquilo las uvas de la ira etarra de fin de año al son de las campanadas de la Puerta del Sol, y todo ello después de haber rechazado por tres veces la pregunta de si se rompía el proceso o solo se aplazaba la negociación? Todavía dos preguntas mas: ¿no hay nadie en el PSOE – menuda oportunidad ha perdido González de estar callado cuando pidió en un reciente artículo en El País apoyo al proceso negociador de Zapatero - con sentido común capaz de controlar la situación? Y finalmente: ¿a que espera el PP?