ZAPATERO SE JUEGA SU ÚLTIMA CARTA: ¡VAN A POR NOSOTROS!

Artículo de Federico Quevedo  en “El Confidencial” del 24 de octubre de 2010

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Esa es, sin lugar a dudas, la lectura principal que puede hacerse del movimiento táctico realizado por Rodríguez esta semana. Verán, tres días después podemos resumir la jugada en que al PSOE le ha dado un subidón y al PP un bajón, y es lógico que sea así porque hay que reconocer que aún habiendo pillado al artífice en una nueva mentira –otra más, total que importa-, desde el punto de vista de la estrategia política el movimiento ha sido, sino perfecto, casi. Ahora bien, ¿significa eso que el muerto ha resucitado, o que nunca estuvo muerto? En absoluto. Las muertes políticas son, como no se le escapa a nadie, ficticias, pero el muerto sigue estando muerto en la medida que la situación no ha cambiado. Mejor dicho, no solo no ha cambiado sino que en lo que respecta a los ciudadanos de este país, ha empeorado sustancialmente por algo que ya dije el otro día y en lo que casi todo el mundo ha venido a coincidir: Rodríguez ha tirado la toalla en lo que a la situación económica se refiere, y la perspectiva es que lo vamos a pasar muy mal en los próximos meses. Luego si el Gobierno renuncia a resolver el principal problema que tiene el país, por muchos cambios que haga la legislatura está igual de agotada que lo estaba antes del pacto con el PNV y del cambio de Gobierno. La muerte de Rodríguez es irremediable, por mucho que ahora los suyos se envalentonen y le ensalcen por lo que ha hecho. No se equivoquen, él no lo ha hecho.


Y esta es la primera reflexión verdaderamente seria que hay que extraer de lo ocurrido: ni el pacto con el PNV ni el cambio de Gobierno son obra de Rodríguez, sino de aquel a quien Rodríguez ha dado todo el poder, es decir, Rubalcaba, de aquí en adelante el Portavoz de los GAL. Según sé, porque así me lo cuentan fuentes muy solventes, cuando este verano se plantea el cambio de Gobierno es el Portavoz de los GAL quien ante la indolencia del presidente decide tomar cartas en el asunto y le obliga a jugar esta última carta, que más o menos viene a decir que dado que no pueden hacer frente a la debacle provocada por la situación económica, y perdida toda esperanza de que la recuperación llegue a tiempo de las elecciones, la única opción que le queda al Gobierno y al Partido Socialista es hacer política. Pero, claro, eso tiene una segunda lectura, porque cuando la izquierda hace política es cuando aflora, con toda la crudeza y crueldad de la que es capaz de hacer gala, el peor de los totalitarismos, la versión más sucia y barriobajera del estalinismo, el más ruin de los comportamientos antidemocráticos. Tenemos la experiencia, sabemos como se comporta esa izquierda cuando se siente acorralada, cuando necesita echar mano de todas sus artimañas para mantenerse en el poder, y quien mejor conoce las armas y los mecanismos para poner en práctica ese juego sucio es el Portavoz de los GAL.

Van a por nosotros, y esa es la cuestión. En el ‘nosotros’ se engloba todo aquel que de una u otra manera discrepa o se opone al poder absoluto de esta izquierda sectaria y prepotente


Van a por nosotros, y esa es la cuestión. En el ‘nosotros’ se engloba todo aquel que de una u otra manera discrepa o se opone al poder absoluto de esta izquierda sectaria y prepotente. Y les va a dar igual llevarse por delante las reglas básicas del Estado de Derecho, la ley, la Constitución y el sursum corda. El Portavoz de los GAL no va a reparar en medios, todos los medios necesarios, para conseguir su objetivo que no es otro que intentar darle la vuelta a las encuestas, y no va a aceptar que nadie intente impedírselo. Van a ir a por el PP, sin duda alguna el primero de sus objetivos, y lo van a hacer extendiendo toda la mierda –y perdónenme por la expresión- que puedan sobre el principal partido de la oposición. Van a remover cada centímetro, cada rincón en el que puedan encontrar un solo elemento que sirva para el acoso al PP, y si no lo encuentran se lo inventarán, que también en eso tienen mucha experiencia. Pero el PP no es su único objetivo, sino que van a pretender acallar voces, silenciar discrepantes, sobre todo a los que todavía hoy pueblan los medios de comunicación. Habrá amenazas, compras fraudulentas, ataques viscerales y violentos, pero no se va a librar nadie, ni Pedrojota, ni Ferrari, ni Maruenda, ni el ABC, ni Intereconomía, ni la COPE, ni Losantos ni nadie.

Van a ir a por todos, y van a aplicar la única ley que conocen, la de que el fin justifica los medios, y el fin es mantenerse en el poder. Van a ser unos meses para olvidar, en los que vamos a ver la peor cara de esta izquierda sectaria y prepotente. Vamos a experimentar como se abusa del poder en todos sus órdenes. Pero, a pesar de todo, lo que tanto ansían no se va a producir. Es verdad que ahora tienen un subidón de adrenalina, un chute casi orgásmico de brotes verdes provocado por la jugada de aparente jaque mate que ha protagonizado el Portavoz de los GAL, pero esta inercia se pierde enseguida, y lo primero que van a perder, y por goleada, van a ser las elecciones catalanas, y entonces volverá a instalarse el desánimo en sus filas. Y luego vendrán las municipales y autonómicas de mayo, y aunque no quieran van a volver a perder y, sobre todo, van a tener que abandonar las poltronas en algunos de los feudos en los que llevan instalados como si se tratara de su cortijo particular, y entrará el aire fresco de la alternancia, y es posible que sea entonces cuando Rodríguez tome dos decisiones importantes: una, la de no presentarse y, otra, la de convocar elecciones anticipadas para octubre de 2011. Y si se presenta, mejor, porque entonces esta izquierda es posible que desaparezca para siempre y en el PSOE se instale de una vez por todas la modernidad y el sentido común.

Miren, el de esta semana ha sido un movimiento a la desesperada, un intento casi agónico de parar la hemorragia que sufre el PSOE por culpa del que ha sido, no solo el peor presidente del Gobierno de toda nuestra historia, sino también el más nefasto secretario general que haya podido tener ese partido al que puede condenar al peor resultado electoral de sus cien años de honradez y otros veinte de llevárselo crudo. Y como todo lo que se hace con una perspectiva arbitraria y posibilista, olvidando el interés general y sólo preocupándose del particular, demuestra que más allá de aparentes sobredosis de autoestima la realidad sigue siendo la que era: este es un final de ciclo, les guste o no, y lo único que se ha conseguido es alargar doce o dieciséis meses la agonía, tiempo suficiente para que el Portavoz de los GAL se encargue de los últimos preparativos del entierro.