¿POR QUÉ LO LLAMAN CULTURA (DE IZQUIERDAS) CUANDO QUIEREN DECIR SEXO?

 

Artículo de Federico Quevedo  en “El Confidencial” del 26 de octubre de 2010

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

La semana pasada, en el transcurso de una entrevista en Los Desayunos de TVE, la ministra de Cultura, Ángeles González Sinde -sí, la misma responsable del fraude y estafa mafiosa del canon digital-, respondió a una pregunta sobre el posible alejamiento del mundo de la cultura del proyecto de Rodríguez Zapatero afirmando que eso no podía darse porque, y cito textualmente, “la cultura es ideología”. ¡Acabáramos! Como la cultura es ideología, y la ideología pertenece a la izquierda, la cultura es de izquierdas y, por lo tanto, les pertenece a ellos y por eso no puede ser que se aleje de su proyecto.

 

La defenestrada De la Vega dijo una vez, en esa misma línea, que la izquierda tiene ideas y la derecha doctrinas. ¿Se dan cuenta? Todo forma parte de la misma estafa, de la Gran Mentira según la cual ellos son los buenos y los demás los malos, ellos no insultan sino que califican -Pepiño Blanco dixit-, y los demás somos la peor calaña de individuos con lenguaje tabernario y barriobajero. Lo malo es que, durante mucho tiempo, llevada por el acomplejamiento, la derecha liberal en la que de verdad descansan los principios y virtudes del individualismo y la democracia, permitió que esa Gran Mentira fluyera y se extendiera y que casi todo el mundo la aceptara como válida.

 

La realidad es que la cultura es algo que nos pertenece a todos, independientemente de formas de pensar o de ideologías. García Márquez, Vargas Llosa, Leon Tolstoi, Shakespeare, Velázquez, Picasso, Da Vinci… Todos ellos forman parte del patrimonio de la Humanidad. Por supuesto que como intelectuales, cada uno de ellos tiene o tenía su manera de pensar, su ideología, pero su legado nos pertenece a todos sin distinción de raza, sexo o pensamiento. Negar eso, o afirmar lo contrario, forma parte del sectarismo propio de una izquierda que sigue negando la democracia liberal como sustrato de convivencia aunque se aproveche de ella, porque en el fondo su alma sigue siendo absolutamente totalitaria. Es verdad, sin embargo, que existe una pseudo-cultura, una serie de presuntos intelectuales que lejos de comprender esa máxima de que la cultura nos pertenece a todos se han vendido cual vulgares prostitutas al servilismo progresista, y se dejan hacer de todo a cambio de poner su rostro, su cuerpo y su trabajo -por llamarlo de alguna manera- al servicio de la causa izquierdista, a cambio de alguna que otra subvención con la que poder seguir viviendo de su cuento.

 

La realidad es que lo de estos chicos es una absoluta obscenidad y responde a un modelo tabernario y chabacano de entender la política, modelo, por otra parte, típico de las culturas totalitarias que habitan en las repúblicas bananeras. Se pasan la vida poniéndonos a los demás a caer de un burro, fabricando improperios dirigidos a quienes discrepan, pero eso es cultura. Te dan por donde la espalda pierde su santo nombre, y eso es cultura. Te amenazan, te acosan y echan sobre ti toda el aparato del Estado de Derecho del cual abusan como si esto fuera su cortijo particular, y eso es cultura.

Durante mucho tiempo, llevada por el acomplejamiento, la derecha liberal permitió que esa Gran Mentira fluyera

 

Llamar a Loyola de Palacio -q.e.p.d.- la “monja alférez” era cultura, insinuar que Ana Botella le daba a la bebida en la Bodeguilla de Moncloa era cultura, calificar a Mariano Rajoy de “mariposón” era cultura, comparar a Soledad Becerril con “Carlos II vestido de Mariquita Pérez” era cultura… Llamar “hijos de puta” y “tontos de los cojones” a los votantes del PP, afirmar que habría que fusilarlos al amanecer, pedir su muerte a manos de ETA, decir que Aznar era un “asesino”, todo eso es cultura…

 

Pues no. Lo que ellos llaman cultura no es más que la expresión vil y soez del peor de los lupanares. Lo que ellos llaman cultura no es más que sexo de pago para el que algunos intelectuales de pacotilla alquilan sus cuerpos y sus mentes con el fin de que, de esa manera, la opinión pública les compre el producto. Pero es un producto envenenado, como lo demuestra el hecho de que cada vez que se denuncia su estratagema y se pone en evidencia esa Gran Mentira, la izquierda arremete sin piedad contra el que lo hace, envía a sus huestes mediáticas, tan pobremente vendidas al poder como esos pseudo-intelectuales, contra los discrepantes, cargando sus armas del peor de los venenos: la intolerancia y el sectarismo. Llamar a esto socialismo democrático es una burla a la inteligencia -algo de lo que, a la vista de lo que escriben, algunos carecen-, un insulto a quienes de verdad manifiestan su respeto y su consideración por la libertad y la democracia y buscan la convivencia en paz y tranquilidad. No fue Rajoy quien dijo aquello de que habría que crear tensión, y eso es lo que están volviendo a hacer de manera antidemocrática y totalitaria para evitar perder las elecciones. Y para ello volverán a contar con los de siempre, con los de la cultura de puticlub y con los medios que hacen de porteros de noche del Jardín de las Delicias, y encima sin comerse una rosca.

 

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