TOCADO Y HUNDIDO EL GOBIERNO, O ELECCIONES O DESASTRE

Artículo de Federico Quevedo  en “El Confidencial” del 11 de junio de 2011

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Es cierto que en el desastre ya estamos, pero todo es susceptible de empeorar. Desde que el pasado 22 de mayo el Partido Socialista sufriera una derrota sin precedentes en las elecciones municipales y autonómicas, el Gobierno ha perdido el rumbo y el control. No es que antes lo tuviera, pero al menos lo aparentaba. Ahora ya ni eso. La sensación de debacle, de desastre, se extiendo por doquier, y como en los dibujos animados, cada vez que el Ejecutivo intenta tapar la fuga de un agujero aparece otro, hasta que ha llegado un punto en el que le faltan dedos en las manos y en los pies para taparlos todos, que es cuando se organiza la de San Quintín. El hombre llamado a despertar al electorado socialista, o sea, Alfredo, no solo no lo consigue, sino que además acumula todavía más desventaja con el PP según las últimas encuestas. Y para colmo puesto en el escaparate está demostrando que listo será muy listo, pero eficaz… Deja mucho que desear.

Cuando le llegan los problemas y tiene que afrontarlos desde la primera línea de fuego, desde el escaparate, Rubalcaba se viene abajo y es incapaz de tomar decisiones que sí tomaría si siguiera en la trastienda, como siempre ha hecho. La calle se le vuelve en contra y no sabe cómo afrontar el problema de las acampadas de los ‘indignados’ y sus últimas acciones, que poco o nada tienen que ver con el espíritu inicial del Movimiento 15M. Alemania nos organiza un lío de padre y muy señor mío y, en lugar de plantar cara a Merkel, ha conseguido que la impresión de que somos sumisos súbditos de Berlín se vuelva patente. La economía, lejos de enderezar su rumbo, vuelve a presentar síntomas de extrema debilidad y la amenaza de los mercados pende como una espada de Damocles sobre nuestras cabezas, mientras fuera miran con lupa todo lo que pasa entorno a nuestro sistema financiero y el desbocado gasto autonómico, conscientes de que el Gobierno español es del todo incapaz de solucionar los principales problemas de nuestra economía.

Por no poder, ni siquiera ha sido capaz de poner de acuerdo a empresarios y sindicatos en la reforma de la negociación colectiva y en lugar de legislar en la línea de lo que exige Bruselas se ha descolgado con una reforma que no ha dejado contento a nadie, ni a empresarios, ni a sindicatos, ni a los mercados financieros.

Dicen los rumores cortesanos que podrían ser en noviembre, incluso les ponen fecha, el 20-N, para que la gente se acuerde de Franco y no vote al PP, aunque no creo que el PSOE caiga tan bajo como para recurrir a eso

De hecho, Bruselas nos vuelve a poner deberes, es decir, más ajustes, porque tanto los países líderes de la UE -Alemania y Francia-, como Estados Unidos, saben que España no ha cumplido con los objetivos previstos y el riesgo de intervención vuelve a estar sobre la mesa precedido de un nuevo varapalo a la credibilidad del euro por culpa de Grecia. En España el paro crece, y la situación económica de las familias se vuelve cada día más asfixiante. Los bancos (ver Dos Palabras del jueves) siguen recibiendo dinero de nuestros impuestos, pero en lugar de revertirlo sobre los ciudadanos merman el acceso de estos y las PYMES al crédito mientras crece el que sí conceden a las Administraciones Públicas. Inexplicable. La vida se encarece cada día que pasa, la perspectiva a partir de julio es de nuevas subidas de los tipos de interés con el consiguiente encarecimiento de los préstamos hipotecarios, lo que va a colocar a más familias al borde de la morosidad, cuando no de la miseria. Los comercios cierran; baja la actividad económica; se desploman los mercados inmobiliario y automovilístico; la industria vuelve a registrar tasas negativas de crecimiento y el consumo privado y público se hunde en registros que darían dolor de cabeza al más optimista entre los optimistas. Y todavía no ha llegado lo peor, pero llegará si este Gobierno se empecina en mantenerse en el poder contra viento y marea. Solo cabe la salida de un anticipo de las elecciones.

Dicen los rumores cortesanos que podrían ser en noviembre, incluso les ponen fecha, el 20-N, para que la gente se acuerde de Franco y no vote al PP, aunque no creo que el PSOE caiga tan bajo como para recurrir a eso. Pero deberían ser antes, porque este país necesita de una vez que se produzca el necesario cambio y que un nuevo gobierno aporte al menos algo de esperanza y, sobre todo, de expectativas. El de Rodríguez es un Gobierno inútil, atropellado por las circunstancias y sus propios errores, que han sido muchos y muy graves, y esa situación no genera ni la más mínima credibilidad y confianza para que las empresas se atrevan a arriesgar que es, en definitiva, la seña de identidad del empresario. Este Gobierno no da más de sí, es un lastre absoluto, y si Rodríguez y el partido que lo apoya tuvieran el más mínimo sentido de Estado convocarían elecciones para que el país pueda ponerse a trabajar en las reformas necesarias para su recuperación. Sin embargo, en lugar de pensar en el país, los socialistas solo piensan en su propia conveniencia, y por eso va a pasar lo que va a pasar: otra segunda derrota sin precedentes. Y ni Alfredo va a poder evitar que el hundimiento, que el desastre, se lleve por delante a su partido para unas cuantas décadas.