PASE LO QUE PASE EL 20N, ¿DEBE SEGUIR RUBALCABA AL FRENTE DEL PSOE?

 

 Artículo de  Federico Quevedo en "El Confidencial" del 16/11/2011

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

 

Si se cumplen las encuestas electorales publicadas el pasado domingo, el Partido Socialista Obrero Español puede sufrir uno de los peores resultados de su historia, un auténtico batacazo electoral cuya alcance y consecuencias todavía son inimaginables. Cierto que estamos hablando de sondeos, y que la única palabra que vale es la de las urnas, pero todo hace pensar que la victoria del PP está asegurada y que, además, se producirá por mayoría absoluta.

 

¿Qué pasará en la otra orilla, en el PSOE? Pues eso va a depender en gran manera del alcance de la derrota. El listón siempre ha estado en un resultado similar al que en su día obtuvo Joaquín Almunia frente a Aznar en el año 2000: 125 diputados. Si Rubalcaba logra un resultado parecido, entre los 120 y los 130 escaños, con toda seguridad va a intentar mantenerse al frente del PSOE, pero con matices. 

 

A saber: "Con 120 escaños es más que probable que en el partido se abra paso una corriente que reclame la presencia de un nuevo liderazgo, aunque ese proceso lo podría tutelar el propio Rubalcaba. Por el contrario, si mejora el resultado de los 125 escaños de Almunia sería lo mismo que haber salvado los muebles, y entonces el propio Rubalcaba se consolidaría como líder del partido y podría aspirar a la Secretaría General que ahora ostenta Rodríguez Zapatero", me dice un histórico socialista con bastante sentido común.

 

¿Qué ocurre si baja de los 120 escaños? "En ese caso, nadie en el partido va a aceptar que siga Rubalcaba, le van a exigir que se vaya y ya en función del alcance de esa debacle -no es lo mismo 120 escaños que 100-, se vería obligado a hacerlo esa misma noche, pero en cualquier caso ya no podría seguir y tendría que dar paso a un proceso congresual que abriera una nueva etapa en el PSOE, y ahí los escenarios que se abren son casi infinitos", continúa mi interlocutor. 

 

Si Rubalcaba hubiera llegado donde está ahora como fruto de un proceso interno de elección por los militantes, el día 21 tendría muchas más razones para defender su continuidad que habiendo hecho las cosas como se han hecho

 

Eso es lo que, básicamente, manejan los medios de comunicación y es el escenario que se tiene en cuenta en la propia sede de Ferraz. Ahora bien, ¿qué es lo que le interesa al país? Y no hago esta pregunta por hacerla, sino que a la vista de la que está cayendo en esta recta final antes de las elecciones y de cara a la confianza que nuestro país tiene que trasladar hacia el exterior, lo que pase en el principal partido de la oposición también tiene su importancia.

 

Es cierto que una victoria aplastante del PP introduciría bastante tranquilidad en el sentido de que Mariano Rajoy va a tener garantías y apoyos suficientes para afrontar las reformas, y que seguramente para hacerlo va a contar también con apoyos de otros grupos, principalmente los nacionalismos moderados. Pero no es menos cierto que algunas de las reformas que necesita en este momento el país pasan por la exigencia de tres quintos de la cámara, y salvo un sorpresa de última hora que parece bastante improbable -que el PP consiga una mayoría de ese calibre, lo que hundiría al PSOE por debajo de los 100 escaños-, la única manera de conseguir que esas reformas salgan adelante va a ser sumando con el Partido Socialista. 

 

Pero, ¿con qué Partido Socialista? ¿Con un PSOE abierto en canal y en proceso interno de reflexión y cambio de liderazgo, o un PSOE que seguramente también tendrá que hacer su autocrítica pero dirigido ese camino por Rubalcaba? En el segundo escenario, las posibilidades de acuerdo, de aplicar el sentido de estado a la confrontación política son mayores, pero en el primer escenario todo es posible, incluso la idea de un PSOE echado al monte para intentar recuperar a parte de su base social que ha perdido por la izquierda, y eso sería, francamente, una mala noticia para el país.

 

Ahora bien, también es cierto que el PSOE ha hecho mal las cosas desde el principio: si Rubalcaba hubiera llegado donde está ahora como fruto de un proceso interno de elección por los militantes, el día 21 tendría muchas más razones para defender su continuidad que habiendo hecho las cosas como se han hecho. 

 

Fíjense, puede darse la circunstancia de que la única dirigente socialista que consiga mantener una cierta dignidad en el resultado del domingo sea Carme Chacón, y eso significa que ya saben ustedes quién le va a disputar al final a Rubalcaba la primacía en el partido. Pero, ¿sería Carme Chacón una dirigente abierta al diálogo y al pacto que en este momento necesita España? La duda está ahí. La exigencia democrática dice que ese debería ser el sentido lógico de la reflexión interna que haga el PSOE a partir de conocerse el resultado electoral, pero la situación del país exige a lo mejor un plus de responsabilidad política y de sentido de Estado que ponga el interés general por encima del interés partidista. Si es así, a lo mejor seguimos teniendo Rubalcaba para rato. O no. Debátanlo ustedes.