ZAPATERO ‘EL CONTUMAZ’ NO RECONOCE SU ERROR Y LA IZQUIERDA MEDIÁTICA SE PRODIGA EN EL INSULTO

 

 Artículo de Federico Quevedo en “El Confidencial Com” del 05.01.07

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

No caben mayores dosis de cinismo, ni de hipocresía. La capacidad de manipulación y la caradura con la que se utiliza la distinta vara de medir desde Ferraz y su esfera mediática resultan, francamente, impresentables y un insulto a la inteligencia de los ciudadanos de bien. Lo de Pepiño Blanco es de juzgado de guardia: ya no sólo es que diga tonterías, es que además miente a conciencia. ¿En qué momento desde el instante en el que estalló la bomba de la pandilla de canallas ha responsabilizado Rajoy a Zapatero de la misma? En ninguno. Lo que le ha pedido, y a todas luces parece necesario, es que el presidente comparezca en la Cortes y explique lo que ha pasado y lo que va a pasar a partir de ahora. Decía un lector de este diario en uno de los foros de estos días atrás que “tan sólo alguien que no tiene la conciencia limpia en este tema es capaz de ver en esas palabras de Mariano Rajoy una acusación al PSOE. Son los hechos (incluidas sus propias palabras del sábado, por deliberadamente oscuras) los que acusan a ZP y al PSOE, no Mariano Rajoy”.

¿Se equivocó Zapatero? Es evidente que sí. Quizá no desde su perspectiva, pero sí desde la del resto de los mortales. Les contaré algo que se dice en círculos bien informados. Hace unos días presentó su dimisión Miguel Sánchez, director general que controlaba los servicios de inteligencia en el CNI, por desacuerdo con la política antiterrorista, o eso, al menos, es lo que se ha dicho. Pero la realidad, aun siendo esa, es mucho más contundente: en el famoso encuentro entre los interlocutores del Gobierno y ETA que, según se ha sabido ya, se celebró en Ankara –para eso sirve la Alianza de Civilizaciones, para tener reuniones secretas con terroristas al amparo de Erdogan-, y a la que acudió Eguiguren acompañado de otro socialista vasco y una tercera persona, por parte gubernamental, y Josu Ternera y su hijo, junto a otro etarra, por parte de la banda, el CNI le pinchó el teléfono a Ternera. Durante la reunión, los etarras consiguieron convencer a sus interlocutores gubernamentales de que el proceso seguiría adelante y de que ETA mantenía el alto el fuego. Acabado el encuentro, que duró un par de días, Ternera llamó a otro dirigente de la banda y, más o menos, esto fue lo que grabó el CNI: “Oye, estos imbéciles se han tragado el anzuelo”.

Sánchez informó a sus superiores, convencido de que ETA iba a romper el alto el fuego y cometer un atentado, pero con la información que Eguiguren y su gente habían trasladado al Ejecutivo, nadie quiso tomarle en serio, y por eso dimitió. Tres días después, sin previo aviso de ruptura de la tregua-trampa, ETA volaba el parking de la terminal T-4 de Barajas con las consecuencias que ya sabemos y que tienen nombres y apellidos. Nunca quiso ETA la paz, había conseguido de Zapatero todo lo que Zapatero podía darle por sí mismo sin contar con el PP, y sabiendo que era imposible ir más allá sin provocar unas tensiones inimaginables en el Estado de Derecho, decidió volver a hacer lo que mejor sabe: matar, sembrar el terror. ¿Se equivocó Zapatero? Claro que se equivocó, y Mariano Rajoy debería recordárselo de aquí a las elecciones todos los días, con educación, con cortesía, con mano tendida si quiere, pero con firmeza y con contundencia, sobre todo porque Zapatero persiste en su error, es contumaz y pretende seguir adelante con lo que había iniciado.

Este Gobierno practica el doble lenguaje, el engaño y la trampa. Zapatero califica de “trágicos accidentes mortales” los asesinatos de la banda y desde el departamento de Moraleda se encargan de decir que ha sido un error, que se ha entendido mal y esas cosas, pero Zapatero no rectifica sus palabras. Afirma que suspende el diálogo con la banda (Suspender: detener o diferir por algún tiempo una acción u obra), y tiene que ser Rubalcaba quien diga que el proceso se ha roto. Pero Zapatero no ha dicho nada, al contrario, afirma cual Carlos Jesús -al que sólo le falta abrir los brazos en gesto divino-, que tiene aún si cabe más energías para conseguir la paz. ¡Ya salió el poeta del ansia infinita de paz, el trovador del amor a los humildes, el bardo del buenismo!

Pero la cruda realidad es que a quien tenemos que escuchar que el proceso se ha roto, que va a perseguir a los criminales hasta los confines de la tierra, que hará caer sobre ellos todo el peso de la Justicia, que quiere recomponer el Pacto Antiterrorista, que no va a dar tregua ni a ETA ni a sus secuaces de Batasuna, es a Zapatero, el es quien les ha permitido obtener réditos políticos de su acción armada, y de eso no hemos escuchado nada. En lugar de eso, lo que hace la izquierda es sacar a pasear el insulto y la provocación, y las comparaciones tergiversadas, y no nos engañemos, no pretendan engañarnos los muchachos de Ferraz y sus altavoces mediáticos, llámense El Plural, Prisa, La Sexta, Eva Hache o lo que sea: Aznar nunca hizo concesiones a los terroristas y, sobre todo, actuó con una contundencia ejemplar contra el terror. Pero Zapatero sigue pareciendo que les debe algo, sabe Dios qué y por qué.

¿Qué hubieran dicho Sopena, Iglesias, Aguilar y toda la caterva de periodistas almidonados por el sectarismo de la izquierda si Aznar se hubiera tragado cada uno de los atentados de ETA de vacaciones en Doñana? La izquierda utiliza una vara de medir muy injusta que le permite justificar la barbarie que desataron contra el PP tras los atentados del 11-M, y quejarse ahora de que el PP no se someta así, sin más, a lo que quiera el Ejecutivo y a su política antiterrorista, que no sabemos cuál es. Pepiño Blanco acusa al PP de hacer electoralismo con el atentado... ¡Vaya por Dios! ¿Y cómo le llamamos a la manera en que el PSOE violentó las jornadas siguientes a los atentados del 11-M hasta el punto de irrumpir en plena jornada de reflexión para decir aquello del Gobierno que nos miente? Y ahora resulta que los mismos que pidieron un gobierno que no mintiera nos han tenido sometidos a un engaño masivo y persistente.

No señor, a Zapatero hay que decirle las cosas como son, que es un presidente irresponsable y cobarde, que se ha equivocado y que tiene la obligación de reconocer y de corregir su error. El problema, créanme, es que Zapatero sigue convencido de que el camino emprendido era el correcto, y no porque quiera la paz, que a lo mejor también, sino porque ese es el camino que eligió para llevar adelante su proyecto de ruptura de la legalidad constitucional, y ese proyecto incorporaba, necesariamente, al nacionalismo radical. Zapatero no cree en España, no ha creído nunca, y por eso estamos donde estamos, y seguiremos estando en el futuro. ¿Ruptura? ¡Ja! No puede, ni quiere.

Me da igual lo que me digan, pero lo inmoral, lo antidemocrático, no es que ahora le recordemos a Zapatero que por su culpa estamos en esta situación -sí, por su culpa-, aunque el no sea el responsable del atentado... Lo realmente inmoral y antidemocrático es que el mismo PSOE que rompió el Pacto Antiterrorista, que se abrazó a Batasuna y marginó a los constitucionalistas, que permitió a ETA crecerse y obligó a la Justicia a hincarse de rodillas ante la banda, que se rindió hasta donde pudo ante la pandilla de canallas, ahora tenga la desfachatez de insultar a quienes siempre se han mantenido firmes en los principios de defensa de la legalidad y la Constitución y sin moverse ni un milímetro del Pacto Antiterrorista, y de llamarnos fachas, porque es lo único que saben hacer cuando se equivocan, a quienes venimos desde hace tiempo diciendo que esto era un error y advirtiendo de que se estaba negociando sobre las esencias de nuestra Democracia para, al final, volver a matar.

No, miren ustedes, señores de la izquierda y periodistas adjuntos, ustedes son responsables de esta situación, unos por acción y otros por omisión, y lo mínimo que deberían hacer, por dignidad y por salud democrática, es pedir perdón a las víctimas y a la ciudadanía en general. Pero me da que, en lugar de eso, volverán a arreciar los insultos y la provocación.